El gobierno argentino entró de lleno en una etapa en la cual los grandes interrogantes pasan por las tasas, tanto del Banco Central, como de la Reserva Federal de EEUU. Unas y otras generan un nivel de influencia muy grande en el flujo de capitales aunque, en el sustrato, aparece la inflación como la originante de estas preocupaciones.
Esta semana el Banco Central (BCRA) hizo una renovación de Lebac, en la cual convalidó una tasa levemente inferior a la anterior y la fijó en 26,50%.
De esta manera, quedaron liberados 86.000 millones de pesos que, confían, serán absorbidos por títulos más cortos que emite la autoridad monetaria.
El nivel de la tasa tiene dos componentes. Por una parte, se estima que la misma debería ser superior a la inflación esperada, pero esta se estima entre 19 y 20%, por lo que el nivel fijado parecería demasiado alto. Pero en el medio se coló la presión por el dólar, donde la demanda es cada vez más fuerte y la oferta limitada desde que el Tesoro suspendió la colocación bonos en el exterior.
Hoy hay una puja en el mercado que no acepta esta tasa y presiona el mercado del dólar porque entiende que está atrasado y por esa razón apuesta a hacerlo subir, mientras el Banco Central no quiere hacerlo de manera violenta para evitar un efecto inflacionario, aunque reconocen un nivel de atraso, sobre todo por el avance de la inflación.
Esta semana, también, se concretó la reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos que resolvió subir la tasa de referencia 0,25% para llevarla a 1,75%, prometiendo dos ajustes más. Algunos sectores del mercado apostaban a que los ajustes serían cuatro porque la dinámica de la economía norteamericana es buena, pero todavía no presiona sobre la inflación.
No obstante, los especuladores, que siempre tratan de adelantarse, suponen que el dinamismo será mayor por la caída de la tasa de desempleo a niveles muy bajos y porque se espera una gran respuesta a las decisiones de Donald Trump de bajar impuesto y proteger la economía. Todas son apuestas, pero aún no se reflejan en los índices.
El telón de fondo de la inflación
Para la economía argentina los niveles de tasas no deberían ser un problema. La tasa del BCRA es muy alta respecto de la inflación, más que retributiva, pero hay un sector que especula que, ante el atraso cambiario, y la presión de la inflación, el dólar puede ganarle al crecimiento de los precios este año.
Por otra parte, hay mucha desconfianza respecto de los niveles de inflación para este año. El primer cuatrimestre traerá aparejados índices muy altos por el impacto de las subas de tarifas, aunque prometen que no habrá más ajustes hasta fin de año, y que a partir de mayo los precios deberían ceder.
Ya que el gobierno jugó fuerte en este tema, que era ineludible, también está sacrificando las manoseadas metas de inflación. Después de anunciar en diciembre una relajación de las mismas, se ganó la desconfianza del mercado, el cual también considera que quedó muy averiada la reputación del Banco Central por la intromisión del sector político en la implementación de los planes monetarios.
Hoy una parte del mercado, que es el que presiona sobre el dólar, considera que la inflación será del 25% este año y el próximo, aunque no hay datos ciertos que convaliden estas especulaciones.
Por otra parte, la tasa de EEUU, si bien crece en forma moderada, para no abortar la recuperación del mercado estadounidense, no representa, por ahora un riesgo, salvo el movimiento de algunos especuladores, que siempre están presentes en los mercados.
Si bien la tasa nominal de los bonos a 10 años subirá a 1,75% anual, en el mercado secundario, los títulos se negocian con una tasa del 2%, pero no es un nivel suficiente como para generar un violento flujo de capitales hacia EE.UU. Además, el gobierno norteamericano tampoco quiere una fuerte revaluación del dólar, ya que afectaría la competitividad de sus exportaciones.
Hasta ahora, con la noticia de las tasas, el dólar ha seguido muy devaluado frente al resto de las monedas, por lo que no es tampoco un factor que hoy justifique las reacciones que se viven en nuestro mercado.
Los operadores del mercado argentino no le creen al gobierno, no le creen al Banco Central y, además, apuestan a un relevo del ministro de Hacienda y del presidente del BCRA. Ambas posibilidades fueron totalmente descartadas por el mismo presidente Macri en una entrevista del miércoles pasado y, además, descartó totalmente la vuelta al gobierno de un economista que era visto como el candidato para una esas funciones, Carlos Melconián.
El que espera desespera
La lógica indica que hay que esperar el desarrollo de los acontecimientos. Por los números que se han conocido hasta ahora, que también son cuestionadas por estos grupos, la expansión los gastos del Tesoro están por debajo de las expectativas de las metas de inflación. El gasto primario crece a un ritmo de 13%, merced a la disminución de los subsidios a los servicios públicos, una revisión de los gasto sociales y un poco más de lentitud en las obras públicas.
Los ciudadanos están intranquilos porque todos los aumentos de tarifas los tomaron con salarios viejos, a que recién comienzan a operarse los principales convenios colectivos. Los que se han cerrado lo han hecho con cláusula gatillo o con “compromiso de revisión” que parece un eufemismo del mismo mecanismo de ajuste.
Hasta que se produzca el empalme entre la nueva realidad con los salarios actualizados se mantendrá un clima de descontento. No obstante, los datos de los dos primeros meses están marcando que el ritmo de la economía sigue en terreno progresivo, aunque a tasas moderadas. Tras confirmarse un crecimiento del 2,9% en 2017, se calcula que ese año lo hará 2,5%, por el impacto que la sequía genera sobre las cosechas de granos.
Los datos de la balanza comercial también muestran que hay un nivel de producción interesante, ya que el grueso de las importaciones está centrado en partes, piezas y componentes de bienes de capital o en bienes terminados. Si bien crecen los bienes de consumo todavía no tiene una envergadura significativa.
Por un tiempo, las tasas locales y de EEUU serán la pantalla que justifique muchos movimientos, algunos especulativos y otros de confusión, pero, en el fondo, el problema sigue siendo la inflación y el desafío del gobierno será que baje del 20%.