Los grupos de derechos humanos la atacaron. Los conservadores la defendieron. Los comediantes la mencionaban en sus canciones. Un rey había prometido acabar con ella, pero se murió sin hacerlo.
Luego, en un anuncio transmitido por la televisión del Estado, Arabia Saudita comunicó al mundo entero el martes que finalmente deshacía la prohibición que no permite a las mujeres manejar autos.
Aunque el cambio no entrará en vigor sino hasta junio próximo, el anuncio fue tan abrupto que dejó pasmado al país. Muchos sauditas se volcaron a las redes sociales el miércoles para expresar su alegría o su consternación sobre el final de la prohibición de manejo y debatir qué otras laxitudes podrían ocurrir.
“No resolvió todos los problemas, pero hizo que haya uno menos”, dijo Muna AbuSulayman, una presentadora de la televisión saudita. Agregó que “el cambio constituye un paso hacia ser ciudadanas completas”.
Durante décadas, el asunto de que las mujeres pudieran conducir fue un campo de batalla clave en la lucha sobre la naturaleza del Estado saudita y su futuro.
Construida sobre la base de una alianza entre una familia real y los descendientes de un clérigo musulmán ultraconservador, Arabia Saudita ha batallado a lo largo de su historia con cómo reconciliar la modernización con la lealtad a la herencia religiosa.
Este debate se acaloró cuando la abundancia petrolera enriqueció al país, trayendo consigo costumbres desconocidas y tecnologías como la televisión, la educación pública y los automóviles.
Para los liberales, la prohibición de conducir era una mancha nacional que estaba dificultando la modernización y debilitando la economía.
Los conservadores, incluyendo a poderosos clérigos que trabajan para el Estado, pensaban que permitir a las mujeres conducir constituiría una grieta en el dique que dejaría al secularismo colarse, llevándose consigo la peculiar identidad islámica del reino.
El decreto real anunciado el martes le dio una victoria en esa batalla a los reformistas, que habían obtenido una ventaja en los últimos años debido a las características demográficas, la economía y la joven dirigencia del país, según los analistas.
Los dirigentes sauditas, a quienes se ha criticado por la guerra en Yemen, el bloqueo a Catar y varios asuntos de derechos humanos, claramente esperan que la medida ayude a mejorar la reputación del reino. "No hay nada malo en hacer lo correcto", dijo a los reporteros el príncipe Khalid bin Salman, embajador saudí en Washington e hijo del rey Salman, después de que se anunció el cambio.
Muchas mujeres se alegraron por la decisión, y se refirieron a ella como una victoria final tras una larga campaña por el cambio social.
Manal al-Sherif, a quien encarcelaron por haber publicado videos de sí misma conduciendo y que escribió un libro sobre su activismo, dijo que su vida ha seguido los grandes cambios sociales del reino.
Nacida dentro de una familia conservadora y pobre en la Meca, Sherif, ahora de 38 años, aprendió que las mujeres debían permanecer en casa y que los buenos musulmanes debían rechazar a los “infieles” que no compartieran su fe, dijo por teléfono desde Australia, donde vive ahora.
Su cosmovisión cambió cuando, como universitaria en la ciudad porteña de Yeda, cerca del mar Rojo, vio a mujeres que no cubrían sus rostros en público e incluso tenían novio, aunque a escondidas.
Luego consiguió un empleo en la paraestatal petrolera Saudi Arabian Oil Co. En su extenso complejo, las mujeres disfrutaban de más libertades que en ningún otro sitio del reino, incluyendo el poder conducir. Dijo que la condición de las mujeres en Arabia Saudita ha sido usada por el gobierno a lo largo de los años para aplacar a los conservadores. "Nuestros derechos como mujeres siempre se habían usado en el juego político, y eso es lo que queríamos que terminara", dijo. "Realmente eso mantenía al país atrasado".
Las autoridades conservadoras también trataron de evitar la educación para las niñas. Ahora muchas de sus hijas estudian en universidades sauditas o incluso en EEUU.
Para muchas mujeres saudíes, ganar el derecho a conducir no significa el fin de la batalla. Muchas esperan que el próximo paso del gobierno sea eliminar las llamadas “leyes de guardia”, que requieren que las mujeres cuenten con el permiso de un “guardián” de sexo masculino para obtener un pasaporte, viajar al extranjero o someterse a ciertos procedimientos médicos.
Casi dos tercios de los 22 millones de ciudadanos del reino tienen menos de 30 años, y crecerán viendo a las mujeres de manera diferente que sus mayores, dijo. Muchos no recordarán cuando las mujeres no podían conducir.