Bueno, volvieron las retenciones. El mecanismo elegido es distinto a lo que se esperaba: no se subieron las alícuotas, que estaban en cero para el maíz y el trigo desde la primera semana de la administración Macri, sino que se desdobló el tipo de cambio. Ahora los exportadores liquidarán las divisas al valor de mercado, pero no recibirán el valor pleno sino que sufrirán una quita de 4 pesos por dólar.
Es decir, si el dólar está a 40 pesos, recibirán 36. Significa un derecho de exportación del orden del 10% para ambos cereales.
Para la soja el mecanismo es diferente. El gobierno sorprendió a los operadores con una reducción sustancial de las retenciones, que estaban en el 26% y bajaron al 18%. Pero lo compensó con el mismo mecanismo del desdoblamiento cambiario: un mordisco de 4 pesos por dólar. Es decir, bajaron de un saque un 8% los derechos de exportación, llevándolos al nivel que con la tablita vigente -caída de medio punto mensual- deberían llegar en diciembre del 2019.
Pero como ahora rige este dólar comercial con quita del 10%, esa mejora se compensa y al final del día el tipo de cambio efectivo queda prácticamente igual que ahora. Así que por el lado de la soja la situación no empeoró y el gobierno no va a mejorar su recaudación. Lo que es una buena noticia para el campo. Todos sabemos que la soja explica más de la mitad de los ingresos de la agricultura.
Lo que no queda claro es cómo quedan los productos de valor agregado de la industria oleaginosa. El aceite y la harina son manufacturas de origen agropecuario (MOA), como lo reconoce el Código Aduanero que, conviene recordar, es ley nacional. En este sentido, debieran tener un tratamiento parecido al de las MOI (manufacturas de origen industrial), a las que en lugar de quitarle 4 pesos por dólar liquidado, se retienen solo 3. Otorgarle un status diferente a las MOA que a las MOI significa una discriminación difícilmente justificable. Dios está en los detalles, pero ese peso de diferencia puede significar en muchos casos moler o no moler.
Lo que es cierto es que las medidas emparejaron un poco más la ecuación intrasectorial. Retenciones del 25% para la soja y 0% para los cereales generaban una seria distorsión. Si se mantenía el cronograma original, esta brecha se iría achicando. Pero frente a la urgencia fiscal, que llevó a esta decisión, es menos malo castigar a los cereales que seguir profundizando la brecha con la soja, donde la Argentina es líder en sus tres derivados fundamentales: harina, aceite y biodiésel.
No quisiera cerrar este comentario sin mencionar un hecho de suma gravedad, que ocurrió en el contexto de estas delicadas decisiones. El jefe de Gabinete del Ministerio de Agricultura, Santiago del Solar, un productor con trayectoria empresarial y dirigencial, informó el domingo a la noche a un grupo de amigos el contenido de las decisiones cambiarias y arancelarias. Mucho antes de la conferencia de prensa del presidente Mauricio Macri y el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, y por supuesto antes de que fueran publicadas oficialmente. Es una cuestión sumamente delicada, que seguramente traerá cola. La confidencialidad es esencial en la vida económica, pero mucho más cuando se ejerce la función pública.