Días pasados, Los Andes se hizo eco de un problema que afecta a las exportaciones de peras y de manzanas, como consecuencia de una medida considerada “restrictiva” por parte de Brasil y que ha generado que gran parte de la fruta mendocina no pueda ingresar a ese país. La situación es realmente grave, en razón de que Brasil es el principal mercado hacia el cual van dirigidos los productos mendocinos y que resultan favorecidos, en lo que a precios se refiere, por el menor pago de aranceles por el solo hecho de formar parte del Mercosur.
De acuerdo con lo señalado por directivos de la cámara que nuclea a los exportadores de frutas frescas, la manzana mendocina comprometida puede ser comercializable hasta octubre, pero la situación se complica sustancialmente con las peras, porque “están a punto de echarse a perder”.
El Mercosur, que entró en vigencia a mediados de diciembre de 1995, estableció una zona de libre comercio, que contempla la libre circulación de productos entre los países miembros; un arancel externo común y diversos mecanismos de complementación productiva y de integración económica, social y cultural, incluyendo la libre circulación de los ciudadanos del bloque.
Desde 1999 existe una zona libre de aranceles entre sus integrantes, aunque exceptuando a una serie de productos, entre ellos el azúcar. Esta medida se adopta a los efectos de no afectar a los productores de los países y, en ese esquema, debería recordarse que existe un protocolo vitivinícola que también debe ser firmado y que Brasil aún no ha aprobado.
De todos modos, no se han producido mayores inconvenientes con el ingreso del vino a ese país, que se ha convertido en el tercer mercado después de Estados Unidos y Canadá, hacia el cual van dirigidos los vinos mendocinos.
Hubo ciertas situaciones puntuales, como sucedió en su momento con los cueros o los electrodomésticos, pero los países han respetado los acuerdos firmados. En el caso de las peras y las manzanas, la restricción se produjo en marzo de este año, a partir de la detección de carpocapsa (un gusano que ataca a la fruta), en los controles sanitarios realizados en la frontera. El gobierno brasileño justificó su decisión aclarando que había impuesto la tolerancia cero para ese flagelo, debido a que ese país está libre de la plaga.
Más allá de los problemas que generan para nuestros productores, a fuerza de ser sinceros debemos señalar que Brasil tiene razón en ser tan estricto en ese tipo de situaciones. Porque ese mismo criterio adoptamos los mendocinos respecto de las frutas que vienen inclusive desde otras provincias, como sucede con los cítricos del Litoral o de Tucumán.
Por ese mismo motivo también los propios mendocinos no debemos molestarnos cuando nos controlan dentro de la propia provincia, como es el caso de los puestos del Iscamen instalados en Zapata, en Tupungato y en Ñacuñán, en razón de que se trata de resguardar a las zonas libres de plaga que se encuentran en el Sur y el Valle de Uco.
Si nos atenemos a los problemas que genera la falta de controles, sólo podríamos tomar como ejemplo lo que sucedió con la lobesia botrana, o polilla de la uva, que ingresó a la Argentina desde Chile, aun a pesar de las advertencias y del alerta roja que había anunciado el vecino país cuando la plaga había llegado a la localidad de Los Andes, en el límite con Mendoza. La plaga no sólo ingresó sino que se expandió en la provincia, porque los propios productores no respetaron las advertencias y los cuidados que debían respetarse.
Es de esperar que la situación se solucione y que los productos puedan ingresar a Brasil, pero no debemos enojarnos por la decisión de las autoridades de ese país porque no se trata de ninguna represalia sino del justo cuidado que debe tener cada país para evitar el ingreso de plagas y de lo cual los mendocinos hemos tomado nota, que también las aplicamos, pero muchas veces no con la rigurosidad que las circunstancias exigen.
