Un fantasma recorre a la vitivinicultura: el fantasma de los excedentes vínicos. Extraña aparición porque comparado con aquel otro que recorría Europa, a este de por acá se le ven los hilos.
Es frecuente por estos días la publicación de noticias y declaraciones referidas al volumen de los stocks vínicos, mostrándose en ocasiones una fingida preocupación que en realidad esconde la intención de naturalizar los bajos precios del mercado. La especulación tiene sus insospechados voceros.
Lo cierto es que los stocks vínicos ya no son una variable a tener en cuenta para seguir el comportamiento de la oferta y la demanda. Antes, cuando los stocks eran excedentarios los precios del vino bajaban y si eran escasos aumentaban. La historia de la vitivinicultura se asienta sobre esa inconstancia. Pero todo cambia. Esa ley es –por lo menos para la vitivinicultura– apenas en la actualidad una aseveración teórica; un ejemplo reciente lo demuestra. Veamos.
La cosecha 2016 fue la más baja en los últimos 56 años y una de las tres más bajas de los últimos 10 años. Como consecuencia de esta merma los stocks vínicos alcanzaron un volumen de equilibrio. La naturaleza logró así lo que envidiaría cualquier política regulatoria. El equilibrio provocó que se tonificaran los precios del vino del mismo modo como los deprimieron aquellos supuestos excedentes del año 2015, que hoy sabemos que no fueron tales. La teoría verificándose en la práctica; la ley de la oferta y la demanda como verdad única e irrefutable tan indiscutida como la ley de la gravedad.
Las reglas del juego parecían cumplirse, para un lado y para el otro, pero era ficción; porque el sector de la industria que expresa la concentración, con la complicidad de la política, sus acólitos y el insólito silencio de otros, frente al aumento de precios del vino de traslado montó un escenario desde donde pregonó una alarmante escasez de vinos; comenzaba de este modo la calculada operación de una masiva importación de vinos de Chile, de casi 100 millones de litros de vino, consumada en apenas 8 meses. Resultado: bajaron los precios; objetivo logrado. Ese mismo volumen de vino importado se acumula a los litros elaborados de la cosecha 2017 siendo parte de unos stocks que descaradamente se señalan como origen y razón de todos los males. Le llaman sobrestocks.
Esta experiencia demuestra que sea cual fuere el volumen de vinos en existencia el resultado es siempre a favor de la industria concentrada y dominante; y esto es posible porque se han apropiado política y mediáticamente de la dinámica de la ley de oferta y demanda, direccionado su impacto según sus conveniencias. Y en esa línea ese sector articula desde sus referentes un discurso en el que advierten de un ¡sobrestock de 9 meses de despachos calculados al 1/6/2019!
"Juegan con las expectativas del productor y elaborador mientras se van apoderando de los mercados de consumo de las escasas bodegas pymes fraccionadoras."
Pero cuidado que se trata de una trampa más que se cierra cuando se asume como cierta esta conclusión y se retroalimenta en base a una permanente y sesgada comunicación. Por cierto que se trata de una trampa fácilmente desmontable si ponemos atención al discurso que la arma. Por ejemplo, no es lo mismo decir stock que sobrestock. Veamos.
La misma ansiosa advertencia en tono de preocupación de estos referentes incluye a modo de recomendación que el stock vínico de equilibrio es de 5 meses. Si aceptamos por un momento el concepto del sobrestock y a los 9 meses le restamos aquellos 5 meses de stock definidos como de equilibrio, estamos hablando entonces de un poco más de 3 (tres) meses de despacho de "sobrestock" o como debería decirse y considerarse, stock de reserva.
Entonces, no son 9 meses ni 20 meses de sobrestocks vínicos, como se animaron a decir sin ruborizarse ni es verosímil la amenaza de "repetir el año 2015", devaluado como ejemplo por la entonces inmediata importación de 100 millones de litros de vino ¡hoy en stocks!
¿En serio que la vitivinicultura y la política pueden aceptar y creer que 3 o 4 meses de vinos de reserva o "excedente" es un problema? ¿Hasta cuándo se tolerará que estos mediáticos referentes responsabilicen de la situación de los mercados, ora a los productores que no hicieron el mosto, ora al INV de no acertar en la estimación de cosecha, ora al clima prodigioso que permitió una buena cosecha pero resulta una desgracia, ora a las entidades que proponen otras políticas o bien señalar acusatoriamente a quien sea necesario con el fin de desplazar las verdaderas causas del problema?; causas en las que por supuesto nunca se incluyen pero de la que son parte, tal como podemos demostrarlo.
En efecto, el problema es que los bajos precios y las caprichosas condiciones de pago junto a las exigencias en la elección, tiempo y traslado de los vinos, el "manoseo" como le dicen resignadamente los vendedores, generan un ambiente de negocios marcado por las urgencias del productor que es inducido a una lógica comercial que se traduce en una simultánea oferta de vinos, que por supuesto aquellos se apresuran a diagnosticar como sobrestocks; situación de la que se aprovechan sin miramientos amparados en la necesidad del vendedor de hacerse de recursos para realizar los trabajos culturales, atender el giro natural del negocio y enfrentar la vida diaria.
Frente a este panorama, ocuparse de analizar la evolución de los stocks, más aún considerando la secuela que dejó la importación de vinos y la manipulación en la comunicación pública de las proyecciones de stock de vinos, no sólo es ya intrascendente e inútil como información para el conjunto sino también dañino por sus implicancias en el mercado. Juegan con las expectativas del productor y elaborador mientras se van apoderando de los mercados de consumos de las escasas bodegas pymes fraccionadoras.
De ahí que algunos sectores de la vitivinicultura envalentonados por la tercerización que los gobiernos han hecho de las políticas vitivinícolas y una institucionalidad funcional que la legitima se animan a todo y como hábiles ilusionistas que desafían las leyes establecidas juegan a derogar hasta la ley de la oferta y la demanda. Por eso es una fantasía esperar que en estas condiciones el mercado se transparente ya que siempre será a favor de ese sector que agita oportunamente el fantasma del sobrestock y como todo fantasma que se precie, aparece y desaparece caprichosamente buscando ser visto.
Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de diario Los Andes.