Las relaciones sociales en tiempos de Covid-19 - Por Miguel Angel Gutierrez

Las relaciones sociales en tiempos de Covid-19 - Por Miguel Angel Gutierrez
Las relaciones sociales en tiempos de Covid-19 - Por Miguel Angel Gutierrez

Esta pandemia emerge como el fenómeno global de mayor impacto en el mundo de nuestros días, superando guerras, crisis económicas, fenómenos ambientales o sucesos de alcance mundial, como el terrorismo, el narcotráfico o el calentamiento global.

Pero lo que intento considerar es como afectará el distanciamiento social nuestras vidas cotidianas en adelante,

Muchas veces he señalado al fin de la distalidad como una de las tres fuerzas motrices más poderosas de la globalización (las otras dos son la aceleración de la historia y la crisis de las Estados Nacionales) ante la actual pandemia, me parece oportuno volver a repensar el significado de esta fuerza.

La distalidad, es la lejanía que existe en relación con un punto de origen que se toma como referencia; las sociedades históricas habían sancionado esto, con las fronteras, que distinguían entre los otros y nosotros. Con la globalización ha desaparecido dramáticamente lo que le pasa en el mundo a  los otros y lo que nos pasa a nosotros.

Frente a la pandemia global las tecnologías se han mostrado muy apropiadas para resolver muchas de las funciones sociales: homework, educación, desarrollo de instrumental por impresiones 3D, vinculaciones personales y grupales, comunicación, etc. Y para la cooperación en materia de el uso de la investigación y divulgación del conocimiento sobre los múltiples aspectos de la problemática.

Han sido las tecnologías las que facilitaron la  continuidad en alguna de las actividades de empresas, comercios, servicios; y actuar local y globalmente de un modo no imaginado pocos años atrás.

Hoy hay que reconocer su contribución y pensar en cuanto más podrán aplicarse en el futuro inmediato. Ya Horacio Godoy en su libro “Socialware” preveía el potencial de las tecnologías para facilitar y enriquecer las funciones sociales, al mismo tiempo que advertía sobre el Síndrome USTED, acrónimo de Uso Subdesarrollado de Tecnologías Desarrolladas.

Pero, aplanar la pandemia, en muchos países, requirió un distanciamiento social. Con las excepciones de actividades necesarias para la supervivencia todos sufrimos la obligación de extremar la distancia física respecto a los otros. Mas allá de las relaciones virtuales que se incrementaron cabe preguntarnos cuanto nos necesitamos unos a otros. La respuesta no es la misma para cada uno, para cada estrato de edades, ni para cada sociedad. El sociólogo Ezra Klein advierte que el distanciamiento social implica “un colapso en el contacto social que es para más vulnerables al aislamiento y la soledad: los adultos mayores y personas con discapacidades o condiciones de salud preexistentes”.

Algunos comentarios sobre la cuarentena  dijeron que se tomó la decisión con extraordinaria frivolidad, subestimando el impacto las clases bajas. Porque hay que conocer la población y el territorio sobre el que se reglamenta y obviamente para quedarse  en casa  primero hay que disponer de una casa y de un ámbito sociocultural que te facilite aislarte en ella. Lo que me hizo recordar lo sucedido en Chicago en 1995: una ola de calor, en la que murieron casi 800 personas; la mayoría eran ancianos que vivían en barrios pobres y segregados con poco contacto social , sin embargo, adultos mayores que vivían en comunidades igualmente pobres y plagadas de delincuencia, pero que tenían acceso a una “infraestructura social”, una red de calles, tiendas, instalaciones públicas y organizaciones comunitarias que ponen en contacto con amigos y vecinos, tuvieron mayor posibilidad de sobrevivir.

Porque mas allá de lo necesario para la subsistencia, buena parte de los intercambios sociales surgen del amor, de la familiaridad, la amistad o el simple compañerismo; todo ello escapa de la economía monetizada. Frente a un problema se impone la acción, la que requiere previa evaluación, o análisis de riesgos. No basta el mero voluntarismo.

También me parece necesario reconsiderar otro hecho: las ciudades en el desarrollo económico mundial muestran dos tendencias concurrentes, al tiempo que aumenta la urbanización y se incrementa la importancia económica de las ciudades, se reduce la de los países. En 2011, se afirmaba “Las ciudades son los bloques de construcción reales de la humanidad debido a su tamaño económico, densidad de población, dominio político y ventaja innovadora. Son ‘hechos reales’ reales, casi inconmensurables, más significativos para la mayoría de las personas en el mundo que las fronteras nacionales invisibles”.

Han devenido en eje centrales del nuevo capital global, y son los nuevos espacios de proximidad donde concurren: masa crítica de capital, inversión y conocimiento. ¿Pero que representan para la gente, para toda la gente?

Nuestro país, ha tenido que vivir grandes cambios en las últimas semanas, pero en medio de la agitación y la angustia, hay razones para pensar que podemos salir de la crisis con nuevas y mejores capacidades humanas e instituciones mejoradas, con un reconocimiento acabado de la diversidad que conforma nuestra totalidad nacional.

* Dirige el Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva.

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