¿Pero de dónde viene ese Kolbeinn Sigthorsson, el que hundió a los ingleses en la Eurocopa-2016? Del Vikingur Reikiavik, club de un país formador de talentos, con entrenadores meticulosos con los chicos menores de seis años y terrenos techados para protegerlos de las heladas.
Ésas son algunas de las recetas del progreso del fútbol islandés, pero hay otras. Cuando el pequeño Kolbeinn llegó a los seis años, el club enseguida entendió que tenía una perla. “Era sólido y rápido. Siempre miraba al gol. Le encantaba anotar. Jamás había visto un chico de su edad con ese talento”, recuerda Thrantur Sigurdsson, entrenador de infantiles del Vikingur.
Vikingur se quedó diez años con Sigthorsson, antes de que hiciera su debut en segunda división con el Kopavogur y se marchara a los 17 años al fútbol de Holanda. Hoy juega en el Nantes francés.
Al igual que los mejores clubes islandeses, Vikingur ha hecho progresos enormes en la formación de jugadores estos últimos veinte años. Arsenal se dio cuenta e intentó en vano llevarse a Sigthorsson cuando jugaba en el Kopavogur.
Pero el adolescente se inclinó por el AZ Alkmaar holandés con la impresión que en el rico club inglés no iba a tener la misma calidad de instalaciones que las que abandonaba en Islandia.
Sin saberlo, fue casi una profecía, pues diez años más tarde los islandeses humillaban a los ingleses en los octavos de final de la Eurocopa de Francia 2016, a esa generación con estrellas como Vardy, Sterling o Kane.
Bjarki Mar Sverrisson, entrenador del Afturelding Mosfellsbaer, menciona el rebote de nivel del fútbol islandés antes de la competencia. “La Federación Islandesa hace un excelente trabajo para formar entrenadores. Hemos formado técnicos desde las categorías de menores de seis años hasta los de más alto nivel”.
De hecho, pocas ciudades del planeta probablemente tengan la misma densidad de técnicos recibidos que la aglomeración de Reikiavik, de donde son originarios más de dos tercios de los 23 jugadores que disputan la Eurocopa 2016.
Inscribirse en un club de fútbol o de balonmano local es natural desde hace bastante tiempo para los chicos islandeses. Se entrenan regularmente, vigilados, sin desplegar tanto la cultura del fútbol de la calle de los países más urbanizados, como los latinos.
Bjarki Mar Sverrisson se cruzó con el arquero Hannes Halldorsson, uno de los héroes islandeses de Niza, hace mucho tiempo. El arquero tenía 21 años y comenzaba en tercera división un recorrido particular, pues pasó por cinco clubes islandeses antes de recaer en Noruega a los 26 años.
Entrenador del Afturelding Mosfellsbaer hoy en día, Sverrisson pensaba, hace diez años, que Halldorsson tenía el potencial para atajar en la selección. “Sí, veía sus cualidades en aquel entonces. Ha trabajado duro”, comenta.
En este club de los alrededores de Reikiavik, el técnico hace trabajar a las futuras generaciones, repitiendo diez o quince veces la misma combinación de pases en equipo.
A lo lejos, las nubes del monte Esja. Imposible entrenarse en invierno en los terrenos al aire libre, por las heladas, los vientos polares y la baja temperatura. Eso fue una desventaja durante mucho tiempo, hasta que el país construyó una buena cantidad de canchas techadas.