El 21 de enero de 2017 asumía Donald Trump como 45° presidente de los Estados Unidos. Hoy la elección en la que resultó ganador es cuestionada por haber sido supuestamente ayudado por miles de trolls rusos que perjudicaron a la candidata demócrata Hillary Clinton y por haber contratado a la empresa británica Cambridge Analytica que recopiló millones de datos de usuarios de Facebook, la mayoría norteamericanos que fueron utilizados para interferir de la misma manera los comicios y volcar el resultado a favor del Republicano
Este fin de semana pasado el mandatario desistió de asistir a la VIII Cumbre de las Américas que se realizó en Lima, Perú. El justificativo de la Casa Blanca para su ausencia fue que debía tratar temas de mayor jerarquía como es la situación en Siria tras el supuesto ataque con productos químicos de parte del gobierno de Bashar al-Assad contra los rebeldes en la ciudad de Duma.
El viernes por la noche el mundo se enteraba en directo de los ataques de aviones norteamericanos, británicos y franceses contra bastiones rebeldes en la capital siria.
Esta decisión del mandatario marca una vez más la política beligerante llevada a cabo por Estados Unidos y sus aliados. De esta manera Trump pondrá de nuevo en marcha la maquinaria armamentista, una industria que dio importantes ganancias al país del norte durante el siglo XX, y podrá solucionar un poco la crisis económica que afecta a Estados Unidos.
Sin su presencia en la Cumbre de las Américas -la mayor reunión de mandatarios del continente- se trataron, pero con menos fuerza, temas realmente importantes para la región. La convocatoria a la misma analizó la gobernabilidad democrática frente a la corrupción. Como así también las perspectivas económicas sensiblemente afectadas por la situación mundial.
Por eso es de considerar que las decisiones adoptadas en esta devaluada Cumbre no lograrán el poder que sí hubiesen tenido si contaba con la presencia del mayor líder de Occidente.
Está claro que con estas decisiones el país del norte minimiza la situación en el continente americano y prioriza la actividad bélica en el Medio Oriente.
Sabiendo que el gobierno sirio es un aliado al presidente ruso, Vladimir Putin, y tropas de este país actúan contra el terrorismo como lo hacen también las norteamericanas, cualquier error en los ataques generaría un enfrentamiento entre ambas potencias.
Hoy los misiles ya llovieron sobre Siria, no sabría explicar si la decisión fue correcta o no. Pero el resultado es el de siempre muerte y más muerte.
De ahora en más habrá que esperar cuál será la próxima prioridad de Estados Unidos, será Corea del Norte, China. Lo único que espero es que sea lejos de nuestra Argentina.