Escenificando su pugna por espacios de influencia en América Latina, los mandatarios de China, Rusia y Japón han recorrido en las últimas semanas esta región rica en recursos naturales, atractiva para las inversiones y deseosa a su vez de aprovechar su creciente autonomía de Washington.
El último en desembarcar ha sido el primer ministro japonés, Shinzo Abe, quien aterrizó el viernes en México para una visita marcadamente comercial en la segunda economía latinoamericana, tras la cual viajará a Trinidad y Tobago para una reunión con la Comunidad del Caribe (Caricom), así como a Colombia, Chile y Brasil.
La llegada de Abe al continente prácticamente coincidió con la salida del presidente chino, Xi Jinping, quien estuvo en Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba firmando más de 100 acuerdos con los que busca afianzar su imparable pujanza regional.
“Con dos o tres años más, China desplazará a la Unión Europea como segundo gran socio comercial de la región, sólo superado por Estados Unidos. Eso explica probablemente la visita del primer ministro Abe. Para Japón y Corea es importante contrapesar ese mayor vínculo que la región muestra con China”, dijo Osvaldo Rosales, director de la división de Comercio Internacional e Integración de la Cepal.
A pesar de que los países visitados por Xi encabezan el rechazo al “imperialismo” norteamericano en América Latina, Rosales considera que el objetivo de su gira fue “meramente económico”.
“China necesita recursos naturales que permitan sostener una tasa de crecimiento a largo plazo de 5% a 7%. Es el principal consumidor de muchos de los productos donde países de la región son primeros o segundos exportadores. China quiere asegurarse el abastecimiento a largo plazo de esos productos”, señala el economista chileno.
La segunda economía mundial puso un nuevo pilar de su presencia en la región con el Nuevo Banco de Desarrollo anunciado por el grupo de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), percibido en América Latina como una alternativa a las instituciones financieras internacionales dominadas por Estados Unidos.
Xi también cerró pactos sobre petróleo, minería y agricultura en Venezuela, que ahora es su séptimo abastecedor de crudo.
En La Habana, Xi abordó la importación de níquel y la exploración petrolera en aguas cubanas del Golfo de México.
Cuba es punta de lanza regional contra Estados Unidos, que mantiene un embargo económico sobre la isla desde 1961, y el arribo de grandes competidores de Washington es un claro ejemplo de la “mayor autonomía decisional” latinoamericana, indica Rosales.