Finalizada la cosecha de uvas, las expectativas agrícolas se centran en lo que pueda llegar a ocurrir con la olivicultura. Sucede que para la provincia el aceite de oliva y las aceitunas elaboradas constituyen una importante fuente de ingresos, a lo que debe sumarse que distribuye ganancias en distintos estamentos, aun a pesar de que, como señalan los propios actores del sector, en los últimos tiempos han cerrado muchas fábricas.
Mendoza ocupa el cuarto lugar en cantidad de hectáreas implantadas con olivares en el país. En su momento se ubicó a la cabeza del ranking, pero la erradicación indiscriminada de plantas como consecuencia de la caída en las ventas, sumadas a las desgravaciones impositivas de provincias vecinas, han determinado que sea Catamarca, con un 27% del total, la primera productora, seguida por La Rioja, con un 26%, San Juan, con un 24,6% y Mendoza con el 16,8%.
Eso en lo que a cantidad se refiere, ya que en lo relativo a la calidad, Mendoza se ubica en primer lugar con comodidad. Sucede que nuestra provincia cuenta con condiciones climáticas ideales -con una importante amplitud térmica entre el día y la noche, que favorece la maduración- a lo que debe sumarse la calidad de los terruños.
Para que un aceite de oliva sea calificado de extra virgen, debe cumplir con valores de entre 58 y 80 de ácido oleico y Mendoza supera con amplitud los 60, mientras en el resto de las provincias los valores se mueven en torno de los 43 a 45. Esa calidad motivó que la Legislatura provincial dictara una ley de denominación de origen del producto mendocino y también que muchas firmas extranjeras pusieran la mira en el aceite mendocino, como sucedió con Italia cuando, por la caída en su producción, los empresarios del sector se interesaron en Mendoza para adquirir el producto a granel.
Debe señalarse además que en su momento la Argentina supo ocupar un lugar entre los 10 primeros exportadores, en una lista que es encabezada por España y seguida por Italia.
Debe consignarse también que se está produciendo un consumo creciente a nivel internacional, especialmente porque países como Estados Unidos y Japón utilizan aceite de oliva en su gastronomía, y que China y la India se han sumado al mercado. En lo referido al consumo interno el producto pudo superar una fuerte campaña de desprestigio que se inició años atrás y se está produciendo una curva creciente.
Representantes de la industria coincidieron en señalar días pasados que la situación señalada respecto del consumo interno, obliga a que la Argentina deba exportar un 70% de lo que produce, en un mercado mundial altamente competitivo en razón de que debe enfrentarse a un mercado subsidiado como consecuencia de la decisión de la Unión Europea de garantizar la rentabilidad al sector hasta 2020. "En la Comunidad Europea se subsidia hasta un 50% del valor, mientras en nuestro país se grava la actividad", dicen los empresarios, quienes agregaron que otro de los inconvenientes se plantea con el transporte, porque posicionar un contenedor en el puerto de Buenos Aires o de Valparaíso tiene un costo de 2.400 dólares, mientras llevarlo desde allí hasta un puerto europeo sale 800 dólares.
Lo que sucede con el aceite de oliva no difiere mucho de lo que ocurre con los vinos y con otros productos de las economías regionales.
De allí que resulte necesario que el Gobierno provincial y los representantes locales en el Congreso actúen sobre los organismos correspondientes a los efectos de lograr una mayor rentabilidad, vía mejoras en las retenciones u otras medidas, más aún cuando se anticipa una caída en la producción europea, que ya venía en baja y que abre las posibilidades a otros nichos en el mercado internacional.