Las personas del "Lobo" pudieron más que la gente de Talleres

La superioridad institucional de Gimnasia también le ganó a la masividad inconducente de Talleres de Córdoba.

Las personas del "Lobo" pudieron más que la gente de Talleres
Las personas del "Lobo" pudieron más que la gente de Talleres

Gimnasia y Esgrima está en la Primera B Nacional. Así de fácil suena y también así de fácil lo escribo, pero el camino que tuvo que desandar para obtener este merecido presente fue algo más complicado y comenzó bastante tiempo atrás, cuando los responsables de este histórico logro aún ni se imaginaban la hazaña, mucho menos el contexto ni el escenario de la misma.

El “Lobo” se plantó en un Kempes desbordado por hinchas de Talleres (más de 40 mil) y demostró que en el fútbol de hoy no se gana con la hinchada, con la popularidad ni con el aliento, como tampoco con la historia o los recuerdos.

Todos esos "valores" que actualmente rodean al equipo cordobés sucumbieron ante el orden y la profesionalización que Gimnasia viene evidenciando en los últimos años, más precisamente desde la llegada de Fernando Porretta a la presidencia del club.

El exitoso empresario supo darle su impronta a una institución que sufría el letargo de conducciones desgastadas por el trajinar de los torneos y que pedía a gritos un cambio, una renovación y Porreta fue el enviado que los “ángeles blanquinegros” tenían destinado para Gimnasia.

Estrechamente ligado al ámbito de la construcción y con los recursos para poder llevarlo a cabo, la gestión del joven presidente revitalizó el estadio Víctor Legrotaglie con diversas reformas, devolviéndole al reducto de calle Lencinas la distinción que supo tener en sus mejores años. Hoy, sus tribunas comienzan a descreer que todo tiempo pasado fue mejor.

Desde la vuelta de la familia a la cancha, pasando por la refundación de las divisiones inferiores hasta llegar a la recuperación del espacio social en distintas disciplinas, Fernando Porreta nunca desvió la mirada del fútbol grande y allí fue donde se apoyó en Gustavo Giménez, el "artífice silencioso" de este ascenso.

Giménez lleva varios años como dirigente del “Lobo” y en el último tiempo se lo pudo reconocer como la cabeza visible en las decisiones del fútbol profesional, por lo que tiene gran responsabilidad en el armado de este histórico equipo, más allá de su escasa publicidad.

Por supuesto, en su camino como dirigente encargado de algo tan impredecible como el fútbol, él y su grupo de trabajo supieron cometer errores en las conformaciones de algunos planteles, contrataciones de jugadores o directores técnicos, pero ante tamaña consagración, es innegable la evolución de Giménez y de todos los directivos que se ocupan de esta particular área en la vida del “Pituco”.

Siguiendo una verticalidad en la organización de este Gimnasia ejemplificador, es imposible evadir la persona de Sergio Arias, el DT.

El “Toti”, producto genuino del fútbol mendocino, llegó desde las inferiores del club a la primera del entonces Argentino B, para demostrar que la época de técnicos foráneos con sus espejitos de colores había terminado.

Arias, de perfil bajo, adepto al trabajo y comprendiendo su rol en la aceitada organización “mensana”, guió a sus jugadores en dos ascensos consecutivos (del Federal B al A y de éste a la Primera B Nacional) con un marcado estilo de juego ofensivo que fue puliendo según trascurrió su crecimiento como DT.

Sin dudas, Arias respondió con creces a una decisión de política deportiva en el club y luego al respaldo en su proceso, algo que tan difícil parece ser en el fútbol de hoy. El “Toti” quedará marcado a fuego en la memoria del pueblo “Caracol”, a la vez que ya se ganó un lugar en la historia del fútbol mendocino.

Más arriba se mencionó al cuerpo técnico y como esta columna pretende hacer foco en algunos protagonistas (claves) en la conquista de Gimnasia, aparece la figura del preparador físico Pablo Bertani.

El “Profe”, de los mejores en la provincia, fue vital en este proceso y enseñó y contagió esa vitalidad a los planteles que le fueron confiados para su preparación física.

Luego de una gran campaña junto a Andrés Villafañe en el Deportivo Guaymallén donde hicieron “milagros” con un plantel cortísimo pero eficaz, Bertani llegó al “Lobo” para compartir sus métodos de trabajo y hacer que el equipo manifieste una considerable diferencia física con respecto a los demás.

Con alma de jugador y fundamentos en su especialización, Bertani es sin dudas otra de las personas que pudo más que las 40 mil gargantas del Mario Alberto Kempes.

Finalmente llegamos a otra de las patas de la mesa donde se sirvió el ascenso para el “mensana” y son los jugadores. Ellos son los actores principales de esta película que quiere ser vista una y otra vez en calle Lencinas.

Por el espíritu de esta columna nos vamos a quedar con los ejemplos de Matías Alasia y Sergio Oga, pero sin dejar de reconocer el mérito de todo el plantel ya que en un deporte colectivo un jugador jamás podrá conseguir el objetivo por su única intervención.

¿Que más se puede decir de Alasia que un penal atajado en cada final no diga por sí mismo? Además, cabe recordar que fue clave en la definición desde los doce pasos ante Unión, por lo que Alasia ha sido descomunal, casi inclasificable.

El oriundo de Corral de Bustos, pese a su altura promedio, se convirtió en un gigante de los tres palos y se mostró infranqueable cada vez que la circunstancia lo ameritó. Más Deportes lo calificó en tres oportunidades con puntaje de 10, no hay mucho más para decir.

La última persona más potente que cuatro costados de un estadio cantando en contra es Sergio Oga, quien recibió el título de "Mago" y, lejos de pesarle, eligió hacer gala de su apodo.

Con la 10 en la espalda desde el primer partido, Oga vino a llenar el paladar “mensana” que, saludablemente, aún exige buen juego además de resultados. Difícil distanciarse del “Toque, Lobo, Toque”.

El talentoso volante mostró la fortaleza de su personalidad y se hizo cargo de su rol de conductor en todo momento, prevaleciendo siempre el camino del buen juego, de la pausa y del pase criterioso y certero.

Ante la exposición de estos ejemplos no cabe duda de que Gimnasia justificó sus logros y merece estar en el lugar que hoy ocupa porque, a diferencia de Talleres, supo despegarse de su rica historia, de sus amarillos recuerdos y jugó con una ambición original, como si no tuviera pasado.

Pero lo más importante fue que apostó y centró todas sus energías en las personas, en los individuos, en los actores principales de la cotidianeidad del club y no en la hinchada, en el “aguante” o sólo en la gente, como pareció que hizo la “T” en esta instancia final.

Porque en definitiva, la popularidad en el fútbol no gana títulos, no consigue ascensos ni salva descensos, como sí lo hace el trabajo proyectado con seriedad, orden y profesionalismo. El resultado está a la vista y los mendocinos podemos disfrutarlo con un nuevo representante en la antesala del fútbol mayor.

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