La intentona del radicalismo para frenar las PASO “improductivas”, aquellas en las que no hubiese internas para dirimir entre fórmulas o listas, fue uno de los temas políticos de la semana que pegó fuerte en Mendoza ya que la iniciativa partió del gobernador Cornejo en su condición de líder de la UCR. Pero quedó rápidamente en la nada. La iniciativa, presentada en el Congreso por legisladores nacionales de la UCR en su mayoría mendocinos, tropezó con la falta de tiempo necesario para lograr un mínimo margen de discusión en busca de consensos.
La idea había sido lanzada por el macrismo con comentarios de varios de sus dirigentes más conocidos argumentando que el costo de las primarias es demasiado elevado para no dirimir nada y transformar una vez más la convocatoria en una gran encuesta. De ese y otros argumentos se valió Cornejo para movilizar a los suyos en una misión que desde su arranque tuvo resultado incierto.
La proximidad de las PASO de agosto y la dificultad que supone reunir al Congreso para un tema tan picante, justamente, en pleno período electoral resultaron aspectos decisivos para las aspiraciones del radicalismo. Por otra parte, de ningún modo se trataba de una situación de emergencia, lo cual apuntaló en parte el argumento de quienes en el propio oficialismo, o en el “neo” oficialismo, como Pichetto, dudaron desde un principio del momento elegido para la propuesta. Quedó un poco más a salvo el macrismo, que planteó el debate pero no participó de la movida que llegó al Congreso.
Si la iniciativa surgida en nuestra provincia prosperaba, no se hubiesen realizado las primarias nacionales en agosto en Mendoza, no sólo porque las elecciones presidenciales no dirimen internas; tampoco se hubiese votado por las cuatro listas únicas para diputados nacionales inscriptas aquí, trasladando a octubre la incógnita sobre cómo puede influir en la intención de voto hacia el oficialismo local la decaída imagen presidencial, más allá del eventual repunte que muchos analistas advierten como consecuencia de la estabilidad cambiaria y la merma inflacionaria que comienza a advertirse mensualmente. ¿Interesaba esa especulación a Cornejo? Tal vez, pero muchos aseguran que el margen favorable que le sigue otorgando la imagen de su gestión provincial mantiene las chances para Cambia Mendoza.
Seguramente, el debate sobre la utilidad de las PASO quede pendiente para un año no electoral. Es lo que corresponde. Entre los mismos radicales que movilizaron la iniciativa hay coincidencias en tal sentido, porque no dudan de la utilidad del sistema siempre y cuando responda a los fines para los que fue creado.
Mientras tanto, a nivel provincial se planteó una pulseada fuerte entre el oficialismo y el PJ por el pedido de endeudamiento hecho por el Gobierno para la realización de cuatro obras públicas.
En el oficialismo tienen apuro. Pretenden tener todo sancionado en julio. Cornejo dijo el viernes que si hay que ir votando proyecto por proyecto para agradar a la oposición y disipar dudas esa será la postura. Mañana el radicalismo intentará retomar el diálogo en Diputados. Creen que la estrategia justicialista de máxima era que el tema terminara en el archivo, pero por la repercusión que tuvo la negativa (respaldo de sectores empresarios y de la producción) esperan reflexión y cambio de postura.
Desde el justicialismo, por su parte, señalan que están dispuestos a analizar proyecto por proyecto con sus equipos técnicos y admiten que “todo es posible”, en alusión a un eventual acuerdo para las iniciativas presentadas por el Gobierno. Y recuerdan que, salvo el último pedido de roll-over, el justicialismo ha venido respaldando todas las autorizaciones de endeudamiento que pidió el cornejismo en tres años y medio.
En este pedido puntual hay un reconocimiento desde el PJ a la seriedad del BID y, por lo tanto, a la conveniencia de acordar con dicho organismo de crédito, pero aducen que el escenario cambiario aún no da la fiabilidad suficiente como para liberar el aval que reclama el Ejecutivo.
En segundo lugar, hay que recordar una vez más que los cinco intendentes justicialistas han venido manteniendo con Cornejo una relación tensa, que tuvo su mayor pico con el decreto del Ejecutivo reglamentando la limitación al re-reeleccionismo a nivel departamental. Fue para los “caciques” peronistas la mayor expresión de enemistad del jefe del oficialismo hacia ellos. Los intendentes del PJ dicen que, en realidad, la relación institucional con el Gobierno nunca fue buena durante la actual administración provincial y atribuyen esa situación a una especie de destrato de parte del titular del Ejecutivo. A su vez, Cornejo y su entorno consideran que muy pocas veces los jefes departamentales peronistas se mostraron predispuestos a incidir para una mejor relación en la Legislatura en lo que se refiere a consensos.
Al margen de los planteos del justicialismo al financiamiento del nuevo plan de obras de Cornejo, también parece salir a la superficie la no del todo resuelta situación interna del principal sector de la oposición. Desde el Gobierno pueden haber advertido en su momento un marco de división entre los dos bandos del PJ que dirimieron la reciente interna en primarias. Hubo un gesto de conformidad de parte del espacio identificado con la ahora candidata a gobernadora, Anabel Fernández Sagasti, para respaldar el nuevo endeudamiento pretendido. Pero posiblemente ni en el oficialismo ni en el camporismo hayan calculado que desde la más ortodoxa estructura de los intendentes brotaría la resistencia que pudo ponerle freno, al menos por ahora, a la iniciativa oficial.
Expertos conocedores de gestos y actitudes políticas, los jefes departamentales encontraron la forma de retrasar al cornejismo a un nuevo triunfo legislativo y por eso trabaron las negociaciones. También es una señal hacia adentro del peronismo provincial luego del batacazo camporista en las PASO, como pretendiendo dejar en claro que aceptar un resultado en las urnas y ceder iniciativas en la conformación de listas de candidatos no necesariamente implica resignar fácilmente protagonismos.
Tuvo una diferente predisposición el justicialismo con el aval al acuerdo para recibir de la Nación 1.000 millones de dólares en 5 años para hacer posible la construcción de Portezuelo del Viento. El voto a favor se produjo en la misma semana de la negativa al pedido de endeudamiento para cuatro obras públicas en distintas zonas de la provincia.
¿Cómo oponerse al aporte para el financiamiento de un emprendimiento de tremenda magnitud cuyo desarrollo e inauguración se producirá durante futuras administraciones provinciales?
Pero, además, cómo podía negar la oposición su consentimiento para dicho asunto si se trata de una promesa incumplida, en compensación de perjuicios por la promoción industrial en provincias vecinas, surgida durante la gestión presidencial de Néstor Kirchner, cuando aquí gobernaba Julio Cobos y se gestaba la "transversalidad" que derivaría en la fórmula presidencial que el mendocino compartió con Cristina Fernández.
El justicialismo local corre electoralmente con la ventaja que otorgan los problemas económicos nacionales y el arrastre de su fórmula presidencial. Pero debería ajustar su estrategia contra la estructura del cornejismo.