A medida que se acerca la fecha de elecciones la confusión se profundiza porque lo que en un principio se estableció a los efectos de que toda la ciudadanía pudiera participar en las internas partidarias ha terminado generando mayor confusión como consecuencia de la actitud de algunos políticos para aprovecharse de algunos resquicios legales y aparecer en distintas listas.
Si hubo algo que distinguió a la actual gestión gubernamental, ello se centró en las “habilidades” que adoptaron algunos dirigentes durante la época de elecciones. Aparecieron las denominadas “colectoras”, que permitían llevar a un solo candidato en distintas listas y, ante las críticas que surgieron de parte de la ciudadanía, apareció luego la “novedad” de las listas espejo.
A todo ese problema se sumaba otro no menos importante, como es el hecho de que la ciudadanía debía votar por aquellos candidatos propuestos por los partidos, en muchos de los casos designados a dedo por el líder de turno.
Esos problemas intentaron ser solucionados por la ley 26.571, de 2009, que estableció el régimen de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que definen básicamente dos cuestiones: cuáles son los partidos que están habilitados para presentarse en las elecciones nacionales, fijando que son aquellos que obtengan al menos el 1,5 por ciento de los votos válidamente emitidos, mientras paralelamente quedará definida la lista que representará a cada partido político.
De esa manera la ciudadanía participa directamente en las elecciones internas de las agrupaciones políticas para la selección de candidatos.
Si bien la norma legal fija las situaciones para las elecciones nacionales, la Provincia decidió adherir a la ley y las estableció para los cargos provinciales y municipales.
Es en este último aspecto en el que han surgido los problemas porque muchos dirigentes aprovecharon algunas debilidades de la ley para “trasladar” aquellas colectoras al plano más doméstico. Se dan situaciones inconcebibles, como es el caso de que un candidato a intendente de Guaymallén va con 12 (sí, doce) colectoras, mientras otro, de la oposición, también aparece, aunque con sólo cuatro colectoras.
Otro de los candidatos, en el mismo departamento, va con una sola lista de concejales, pero apoyando a los tres candidatos a gobernador en la interna partidaria, por lo que aparece en tres listas.
Según se afirma, el votante que ingrese a un cuarto oscuro en Guaymallén se encontrará con la nada despreciable cantidad de 48 (sí, cuarenta y ocho) listas como opción. Cabría preguntarse qué puede pasar con la mesa de recepción de votos, si cada una de ellas designa a un fiscal para controlar.
La situación se presenta, aunque con menor cantidad de listas en el cuarto oscuro, en San Rafael, donde el candidato del oficialismo a intendente aparece apoyando a los tres candidatos a gobernador en la interna partidaria.
También debería señalarse lo que sucederá en Luján de Cuyo, donde un candidato a intendente del Partido Demócrata irá en una lista sin candidato a gobernador, por una determinación judicial, lo que obligaría a los votantes a cortar boleta si su intención es acompañar al candidato a intendente con otro a gobernador.
Frente al panorama señalado, surge la necesidad de que en el lapso comprendido hasta las elecciones, tanto el Gobierno como los propios candidatos se enfrasquen en la tarea de esclarecer a la ciudadanía sobre cómo actuar -y votar- en el cuarto oscuro a los efectos de, al menos, suavizar las posibles confusiones. Además, por supuesto, de las correspondientes y necesarias propuestas para captar el apoyo de la ciudadanía.
