La aplicación de la medida, con la que la Provincia adaptó a la ley nacional de las PASO, que rige desde las últimas elecciones presidenciales, fue fundamentada en el debate legislativo como una respuesta de la dirigencia mendocina a una fuerte demanda de amplios sectores de la sociedad interesados en una más clara selección de los candidatos a cargos electivos. Con justeza se la definió en ese momento como "una necesidad expresa de la ciudadanía".
En la misma aprobación legislativa se dejó en marcha un interesante avance en lo relativo a la transparencia de los fondos para el financiamiento de los partidos políticos y en la paulatina implementación del voto electrónico, disposiciones y mecanismos que, sin duda, conducen a una mejor calidad en el ejercicio de la democracia.
Resultaba muy satisfactorio para la gente ver cómo sus dirigentes políticos, traspasando intereses personales y partidarios, avanzaban en la puesta en práctica de proyectos destinados a mejorar e incentivar su participación, como parte de una reforma política que se debe la Provincia pero que por una u otra circunstancia tiene un avance extremadamente lento.
También en esa oportunidad, el gobernador de la Provincia, Francisco Pérez, hizo pública su satisfacción por el avance de la implementación de las PASO en nuestro ámbito y felicitó a toda la dirigencia partidaria por el entendimiento que permitió la sanción de esa ley.
Sin embargo, varios meses han pasado desde aquella aprobación en la Legislatura y la puesta en práctica de las primarias abiertas mendocinas sigue siendo una incógnita. La demora en la reglamentación de la ley por parte del Poder Ejecutivo generó las primeras sospechas de que "del dicho al hecho hay mucho trecho", como suele decir el sentir popular para ejemplificar aspectos de la vida cotidiana que por lo general quedan en meras expresiones de deseo.
Por el momento no hay nada que lleve a pensar que el entusiasmo inicial por la ley se traslade a su aplicación. Ha habido voces desde la oposición opinando sobre el cuadro de situación sin que tampoco permitan avizorar una real preocupación por lo que pueda llegar a suceder el año que viene con las PASO locales.
Lamentablemente, las versiones periodísticas recientes dan cuenta de muchas especulaciones, tanto en el oficialismo como en algunos sectores de la oposición, sobre la real conveniencia de la aplicación del nuevo sistema, priorizando una vez más las intenciones y apetencias de agrupaciones partidarias o de puntuales precandidatos por sobre el interés de la población.
Las primarias abiertas locales parecen depender hoy de las expectativas electorales. Así va quedando relegada la premisa de tender a una mejor selección de candidaturas a través del voto de la gente, como una forma de superar acuerdos de tradicionales internas partidarias cerradas que por lo general se consuman de espaldas al interés general. Es de esperar que en un breve lapso exista una definición de qué quieren hacer los políticos mendocinos con nuestro sistema electoral.
