Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de a poco van siendo internalizadas por los distintos actores políticos para de ese modo ir cumpliendo el verdadero motivo por el cual fueron promovidas.
Con las mismas se pretende que las internas partidarias tradicionales, que han perdido credibilidad por la opacidad que las acompaña, no impidan que los electores puedan participar en la vida de los partidos, frentes o coaliciones armando ellos las ofertas finales que los mismos deben presentar. Ya que eso contribuye a fortalecer la democracia que de ese modo no se limita a elegir entre candidatos impuestos a dedo por las cúpulas partidarias o en internas amañadas.
No obstante, en sus primeras aplicaciones concretas, las PASO no cumplieron con esa función ya que la mayoría de los partidos presentaba un solo candidato para las mismas o como mucho postulaba una lista fortísima acompañada de otras de tipo testimonial, en el mejor de los casos, en todo caso pensadas para dar el mínimo marco de una contienda.
De ese modo las primarias devenían apenas una gran encuesta o símil censo que jugaba a modo de una primera vuelta electoral y transformaba la elección general en una segunda vuelta. El colmo es cuando las PASO preceden a comicios con balotaje en donde las mismas pierden todo sentido al tener que votar a los mismos candidatos la friolera de tres veces consecutivas.
No obstante, de a poco, tímidamente, las PASO están haciendo renacer la vida interna de los frágiles y cuestionados partidos políticos a partir del momento en que candidatos con chances similares se animan a hacer valer sus condiciones presentándose a primarias en serio.
El ejemplo más concreto que tenemos a mano es el que esta ocurriendo este año en nuestra provincia, ya que en los dos principales frentes electorales, el hegemonizado por el radicalismo y el hegemonizado por el partido justicialista, se presentan candidatos competitivos frente a los cuales el voto de la ciudadanía es determinante para elegir los que seguirán en carrera.
Las PASO tienen la gran ventaja de que en ellas las estructuras partidarias pesan bastante menos que en una interna tradicional, donde quien posea el aparato corre con una ventaja enorme. En las primarias abiertas, en cambio, un buen candidato que sea así visto por la ciudadanía puede superar a los postulados por las cúpulas, a pesar de que éstas manejen todos los aparatos.
En la coalición Cambia Mendoza, el candidato radical y el candidato del PRO cuentan ambos con posibilidades de librar una lucha electoral pareja. Lo mismo ocurre en el frente peronista donde tanto el candidato del sector de los intendentes y la correspondiente a los grupos kirchneristas, también pueden competir de igual a igual.
De ese modo, gane quien gane, nadie podrá negar que fue la ciudadanía en pleno quien armó las fórmulas de los partidos mayoritarios, la cual luego podrá elegir entre candidatos puestos por ella y no por las superestructuras.
De continuarse con estas actitudes, ha de ocurrir de aquí en más que aquellos partidos que presenten candidatos competitivos para las PASO, corran con cierta ventaja frente a los demás partidos que se limiten a presentar un solo candidato, ya que el debate interno realizado a través de una primaria donde pueden votar todos los ciudadanos, hace que el triunfador sea el resultado de un debate y no de una imposición.
En síntesis, bienvenido el instrumento de las PASO si con el mismo se puede aumentar la participación ciudadana en nuestra democracia.