"Vamos a tratar de reconstruir lo que tanto nos costó hacer y el fuego destruyó tan rápido", contó Miguel Soler, de la Obra Corazón y Voluntad, que sufrió un incendio en la zona de los consultorios médicos. Ahora, deberán evaluar si la estructura edilicia no se resintió y ver si hay que demoler algo para volver a levantar el lugar, que asiste a diario a cientos de niños y jóvenes.
Se trata de los consultorios de la Obra Corazón y Voluntad, ubicados en la calle Ortubia al 1.600, en el distrito sanrafaelino de Las Paredes. El siniestro ocurrió la noche del viernes, cuando ya no quedaba nadie en las instalaciones.
Un vecino dio el aviso a la policía y a los bomberos cuando vio las llamas salir de la casa. Varias horas de trabajo necesitaron los bomberos para apagar el fuego. Soler y sus hijos se quedaron en la noche por si se reiniciaba, haciendo una guardia de ceniza, para evitar que el incendio se reavivara.
Las pericias de los bomberos determinarán las causas del incendio, pero aparentemente una estufa que quedó prendida habría sido el inicio del mismo.
Las pérdidas son casi totales, ya que se quemó todo lo que se encontraba en el interior como escritorios, sillas, camas, mesas. ropa, una biblioteca con gran cantidad de libros. DVD, y varias computadoras entre otras cosas. Además se perdió documentación importante sobre los niños y adolescentes que reciben atención médica allí.
"Confiamos en que mucha gente nos va a ayudar, porque esta obra nació y creció así, con la colaboración de todos", expresó Soler, neurólogo infantil que junto a su esposa, María Luisa Di Chiara, emprendió este sueño hace más de 30 años, cuando se casaron y pensaron algún día en adoptar varios niños.
"El arquitecto va a evaluar todo y ver si necesitamos demoler o si todavía podemos salvar parte del edificio", afirmó el médico. "Recién ahí vamos a saber qué se precisa".
Las llamas devoraron el cielorraso, los rollizos y todo lo que encontraron a su paso. El lugar con sus paredes, techos y pisos negros de hollín, impregnado de olor a quemado, da una imagen de desolación que el espíritu emprendedor y entusiasta de Soler hace que sea más leve. "Somos optimistas y pensamos que vamos a reconstruirlo como se levantó, con la ayuda de la gente y de Dios", aseveró Soler.
"Acá se hacían reuniones, se daba atención médica y psicológica además de otras actividades", explicó Soler quien señaló que desde hace unos años con su esposa ya no se dedican a albergar niños carenciados o con dificultades,-aunque tienen dos chicos adoptados, uno de ellos con parálisis cerebral- sino que están abocados a la parte educativa.
Es que en la casa junto a la escuela Santa Teresita (que comenzaron Soler y su esposa y luego entregaron al Obispado de San Rafael), se realizaba una importante tarea con chicos sin recursos suficientes para acceder a los beneficios de salud.
Allí se ofrece apoyo sanitario con un enfoque social con el objetivo de ayudar a los niños y jóvenes en su desarrollo personal integral y el fortalecimiento de la familia como base del mejoramiento de la sociedad.
Por la obra que hizo durante décadas y que recibió a unos 400 niños a lo largo de su historia, tanto el mismo día como los siguientes al incendio, gran cantidad de jóvenes se acercaron a ayudar a limpiar y retirar los escombros. Si bien todavía no tienen una lista de los materiales que necesitarán para reconstruir el lugar, quienes deseen colaborar pueden comunicarse al 0260-154633166.
