Las onomatopeyas - Por María del Rosario Ramallo

Las Onomatopeyas establecen una relación imitativa respecto de los sonidos naturales que intentan reproducir.

Las onomatopeyas - Por María del Rosario Ramallo
Las onomatopeyas - Por María del Rosario Ramallo

Hay quienes tienen la costumbre de averiguar el significado de un término a partir de su etimología; así, cuando escuchamos la palabra 'onomatopeya', nos remitimos al griego y armamos el valor significativo con las dos partes del vocablo: "ónoma" = nombre y "poiéo" = hacer; así, es posible entender las definiciones y ejemplos que figuran en el diccionario: "Formación de una palabra por imitación del sonido de aquello que designa", como en "Muchas palabras como 'quiquiriquí'  han sido formadas por onomatopeya" y  "Palabra cuya forma fónica imita el sonido de aquello que designa", como en 'runrún'.

Al respecto, la Academia nos dice, en su publicación El buen uso del español (2013): "No constituyen, en realidad, una clase de palabras en el sentido de los sustantivos, adjetivos o verbos, sino que se trata de manifestaciones del simbolismo fónico que establecen una relación imitativa respecto de los sonidos naturales que intentan reproducir".

Las onomatopeyas se acercan a las interjecciones por sus caracteres fonéticos y por su carácter convencional; sin embargo, a diferencia de ellas, no connotan ni emociones ni sensaciones.

Es preciso ver de qué fuente proviene una onomatopeya: de personas, de animales o de cosas. Las que son producidas  por personas, ya voluntaria, ya involuntariamente, pueden ser las que evocan un estornudo ('atchís'- también, 'achís', 'chus' y 'achús'-, la charla incesante ('blablá'), la risa ('ja', 'je' y 'ji'), el llanto ('bua'), el beso de saludo ('muac'), el acto de deglutir ('glu'); las que provienen de animales, fijadas convencionalmente: 'guau', 'miau', 'be' o 'bee', 'cua' o 'cuac', 'mu' o 'muuu', 'pío', 'clo' y 'quiquiriquí', entre otras; finalmente, se dan las onomatopeyas producidas por cosas y fenómenos naturales o como resultado de acciones bruscas o violentas, como 'bang' (proveniente de un tiroteo); 'bum' o 'bun' (asociados con un golpe o una explosión); 'paf' (ruido de algo al caer o chocar); 'crac' (relacionado con el quiebre de un objeto); 'tictac' (ruido acompasado del reloj); 'plas' (golpe, sobre todo de un líquido).

La obra académica mencionada nos dice cómo se eligen ciertas combinaciones gráficas para transcribir las onomatopeyas. Así, por ejemplo, se unen en una sílaba las consonantes "p", "l" y "s" si lo que se desea es indicar el contacto violento de un sólido y un líquido, como en 'plas'; se combinan las nasales "m" y "n" con oclusivas como "b", "g", "c", para señalar sonidos metálicos, como en 'ring', 'bang' o 'clanc'; otras veces, se hace terminar la onomatopeya en '-um', para describir explosiones o acciones que producen estrépito, como en 'bum' o 'cataplum'.

A veces, se hace terminar la sílaba con "f" para designar un golpe contra una sustancia blanda o poco compacta, como en 'plaf'; si se desea indicar un sonido continuado se puede repetir la consonante, como en 'brrr', que señala el temblor por frío, o alargar la vocal, como en 'muu' (originalmente, 'mu'), para aludir a la prolongación del mugido.

No todas las onomatopeyas quedan asentadas en la lengua del mismo modo: existen las que han quedado como formas fijas recogidas en los diccionarios, tales como 'tararí' (onomatopeya que puede referirse al toque de la trompeta, pero que también, usada con valor de interjección, sirve para expresar burla o indicar total disconformidad respecto de lo que ha propuesto otro); 'guau' (onomatopeya del ladrido del perro y, como interjección, para expresar alegría, admiración o sorpresa, como en "Guau, ¡qué elegancia!";  'bla' (onomatopeya que señala el ruido del habla ininterrumpida y previsible); 'talán' y 'tilín' (onomatopeyas respectivas de la campana y de la campanilla); 'clic' (onomatopeya que pretende reproducir ciertos sonidos, como el que se produce al apretar el gatillo de un arma, al pulsar un interruptor o, metafóricamente, al activar un proceso mental).

Existe un segundo grupo que no aparece en el diccionario, pero que todos entendemos por su uso frecuente, como 'ra-ta-ta-ta', para indicar el sonido de la ametralladora;  también, el sonido de un timbre se identifica con las onomatopeyas 'ding-dong' y 'ring'.

Seguramente, cuando leemos historietas o al escuchar relatos infantiles, advertimos el uso de onomatopeyas de creación espontánea ya que ellas sirven al criterio siempre vigente de la economía lingüística: con el mínimo de esfuerzo se produce un amplio rendimiento.

El criterio para la escritura de las onomatopeyas no es siempre el mismo: si se pretende imitar o evocar un sonido mediante la repetición de una o más sílabas, se recomienda escribir cada elemento aislado y separado por comas: "En esta campaña, cada candidato promete cosas magníficas, con su cansador bla, bla, bla". También, nos señala la Academia, se admite, no de forma obligatoria, el uso de guiones si la repetición de elementos es una sucesión continua que constituye una unidad: "Oía por mi ventana el rítmico accionar de los podadores, con el chas-chas-chas de sus tijeras".

Por último, puede darse el caso de la formación de una palabra integrada por dos o tres sílabas iguales repetidas: "Su carcajada sonora, con su jajajá inconfundible, alegró la reunión" y "Escuchábamos el gluglú del agua al ir llenándose la botella".

Este concepto visto como 'onomatopeya' se amplía cuando ya no se va a limitar a calcar en el significante el ruido de una persona, animal o cosa, sino que va a abarcar sustantivos, adjetivos y verbos que permitan, a través de su significante, adivinar su valor significativo. Entonces, estaremos ante onomatopeyas primarias y secundarias.

La diferencia entre unas y otras estará dada por el sentido que se vea implicado en ellas; así, entonces, serán PRIMARIAS cuando el significante transparente un significado que se perciba a través del sentido del oído: balbuceo, murmullo, susurrar, bisbisar, cacareo.

En cambio, serán SECUNDARIAS cuando el significante transparente un significado que se perciba a través de los otros sentidos: tiritar, palpar, zigzagueo, chapoteo, parpadeo.

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