Las nuevas modalidades laborales

Desde que se puso en marcha el nuevo paradigma tecnológico, las habilidades laborales debieron cambiar mucho para adaptarse a éste.

Las nuevas modalidades laborales
Las nuevas modalidades laborales

En la evolución de los sistemas productivos, debido a la influencia que ejerció el cambio tecnológico, las empresas comenzaron a cambiar sus requerimientos acerca de las competencias que pedían a los postulantes para ingresar a sus equipos de trabajo.

Lógicamente, el manejo de tecnologías en informática se transformó en un elemento crucial para todas las posiciones, cuanto más tecnología usa la empresa. Pero además, es requisito tanto para tareas técnicas como administrativas.

Las empresas con mayor nivel de desarrollo comenzaron hace más de 20 años a prestar atención a las denominadas  “habilidades blandas”, más vinculadas a la inteligencia emocional que, además, están en el centro de la atención actual. La formación técnica es valiosa pero lo que está definiendo el futuro está basado en estas habilidades.

Las mismas empresas o consultoras especializadas coinciden en que ya no es prioritaria la cantidad de diplomas que pueda presentar un postulante sino la capacidad demostrada en su manejo de estas habilidades, que no se instruyen ni se estudian en las universidades sino que son parte de un conjunto de valores de convivencia. Si el postulante falla en algún conocimiento se lo puede capacitar, si es que maneja esos valores.

Uno de los primeros cambios, muy importante, fue cuando las organizaciones cambiaron el concepto de “recurso humano” por el de “capital humano”. El primero se refiere a una consideración individual, a una calificación personal de los trabajadores. El segundo, a una asociación positiva de muchas individualidades. En esta consideración se valora que el equipo que funciona consigue resultados superiores a la suma algebraica de las individualidades.

Las aptitudes del trabajo en equipo son hoy muy valoradas. Las personas que se comportan como individualidades no son preferidas porque no tienen capacidad para sumarse a un equipo, a pesar de que su nivel de conocimiento pueda ser superior a la media, pero no sirve si no lo comparte.

Para trabajar en equipo se requieren otras habilidades, como la de comunicación,  para toda la organización y  para terceros. La iniciativa es otra cualidad requerida porque está conectada con la autonomía en organizaciones que se manejan por objetivos y con control de procesos. También juega un rol fundamental la flexibilidad de la persona para adaptarse  a otras tareas u otros equipos o a la interacción entre ellos.

Dentro de las aptitudes requeridas aparece la proactividad de la persona respecto de la propia capacitación para aportar a la organización: para quien trabaja en equipo  la capacidad de resolución de problemas se conecta con la autonomía.

En general, el problema que tienen la mayoría de los técnicos y profesionales es que no fueron formados en el desarrollo de estas habilidades. Ninguna figura en la currícula escolar o universitaria y hoy son una variable fundamental que define el futuro profesional de esas personas.

Muchas de estas habilidades se tienen por personalidad y se desarrollan normalmente sin que sus portadores puedan identificarlas a primera vista. Pero también esas habilidades pueden formarse y entrenarse.

El primer aprendizaje debe venir del hogar, que es donde se desarrollan los núcleos primarios de las conductas.

El segundo estadio es la escuela, donde se puede entrenar a los alumnos en varias habilidades y formarlos en otras.

Y el tercer plano es el de la universidad, donde este entrenamiento debe ser más profundo, porque una gran cantidad de conocimientos no suple la carencia de estos valores

En síntesis, la transformación de las demandas de las empresas por el avance tecnológico debe alcanzar también a los formadores y a las instituciones.

Es en su seno y con la guía de los formadores donde se pueden formar los jóvenes en estas habilidades.

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