El informe sobre empleo durante el primer trimestre de 2019 que difundió el Indec mostró que las mujeres y las personas jóvenes son las más afectadas por el desempleo. Si se es alguien perteneciente a ambos segmentos, mucho peor.
Los datos que se dieron a conocer hace unos días mostraron un deterioro general respecto del primer trimestre de 2018. Pero en cuanto a estos dos grupos particulares expresaron que se profundiza una tendencia que ya se venía apreciando: son quienes tienen más dificultades para conseguir trabajo.
La situación de las mujeres en Mendoza es mucho peor que la de sus pares de la región, aunque mejor que la del promedio del país.
Una de cada diez mujeres que está buscando trabajo en el Gran Mendoza no lo consigue (9,8%). Esto es más del triple que en San Juan y casi 10 veces más que San Luis. En el Gran San Juan la tasa de desocupación en mujeres es de 2,8% mientras que en el Gran San Luis es de 1%. Los bajos indicadores de las provincias vecinas hacen descender el promedio de la región y lo posicionan en 6,8%. Por otra parte la desocupación alcanzó a 7,3% de los varones locales, lo que denota la brecha.
Aunque Mendoza se acerca, aun así está lejos del promedio nacional para las mujeres que es de 11,2%.
Como parámetro hay que tener en cuenta que la desocupación general en el país aumentó un punto en ese lapso y se ubicó en 10,1% mientras que en Mendoza se registró 8,4%.
Comienzo difícil
El mercado laboral también está resultando hostil para los jóvenes, a los menores de 29 es a quienes más les cuesta conseguir empleo desde hace varios años. De los varones de esta franja etaria, 13,2% no tenía trabajo en el primer trimestre de 2019 mientras que entre las mujeres eran 13,9%. La brecha con los mayores es notoria: 5 y 9% respectivamente.
A nivel nacional el indicador del grupo de jóvenes aumentó poco más de dos puntos para las mujeres (23,1%) y superó los tres puntos para los varones (18,5%).
"Los grupos de población que han demostrado un mayor dinamismo en el crecimiento de la tasa de desocupación son (…) los varones jóvenes (14 a 29 años) y las mujeres del mismo rango etario", resume el informe.
En parte, el contexto económico que ha licuado el poder adquisitivo del salario ha empujado a miembros de las familias al mercado laboral para compensar ingresos y gran parte pertenece a estos dos grupos, con poca experiencia y herramientas, tal cual analizó la economista Carina Farah. "Muchos jóvenes que antes estudiaban han tenido que salir a buscar trabajo para apoyar los ingresos familiares y no los encuentran", destacó.
Sin oportunidades
Este escenario no sorprende demasiado a los analistas ya que se trata de la profundización de algo que ya se aprecia desde hace tiempo. Influye por un lado el contexto económico actual con una reducción de la actividad económica que claro, se cobra puestos de trabajo. En este marco, son aquellos más precarios, informales, eventuales los primeros que se pierden y son justamente estos sectores los que concentran mayor cantidad de jóvenes y mujeres. Simplemente porque es a lo que pueden acceder.
Pero además, hay otras variables a tener en cuenta y que condicionan las oportunidades de estos grupos.
"Encontramos que muchos jóvenes, sobre todo de 18 a 30 años, desgraciadamente no han tenido aun su primer trabajo formal, esto implica que no han tenido oportunidad de incorporar una cultura laboral que es bien distinta de aquella que se tiene en tareas transitorias", explicó Mario González, director de Master Consulting, una consultora de recursos humanos.
González señaló que les está faltando aprendizaje, control, responsabilidades en las tareas y una serie de habilidades y actitudes que los hagan competitivos, con cierto grado de empleabilidad. Detalló que las empresas quieren personas con ciertas herramientas ya que no tienen tiempo ni dinero para invertir en su formación. Por otra parte advirtió que desde hace unos diez años el mercado laboral viene restringiéndose y no se generan nuevos puestos de trabajo.
Así, pasan los años y crecen. "Es gravísimo que un joven de unos 28 años no estudie ni consiga trabajo, termina de changarín, hace un trabajo hoy y otro mañana, trabaja tres días por semana, porque busca cualquier cosa para tener un ingreso pero eso no le da estabilidad", consideró.
Triple jornada
Como suele suceder en contextos económicos adversos muchas mujeres salen al mercado laboral para sostener el hogar. En muchos casos es un ingreso que se suma, en otros, tienen parejas desocupadas. Pero esto colabora en desnudar las dificultades de acceso que encuentran. Están asociadas a los roles domésticos, como cuidado de los hijos, personas dependientes y tareas hogareñas que suelen ser mayormente su responsabilidad. Probablemente por ello no accedieron antes al mercado o no desarrollaron ciertas habilidades que este valora.
Ante esto, muchas suelen terminar en trabajos más precarios, los más flexibilizados, peor remunerados y que primero se destruyen, tal como explicó Érika Márquez, miembro del Espacio de Economía Feminista de la Sociedad de Economía Crítica.
"El ajuste tiene una incidencia mayor en las mujeres asalariadas que tienen una tasa de precarización más alta, siendo la variable de ajuste", explicó. "Aquellas y aquellos que tiene un trabajo no registrado son los primeros en perder el trabajo en un contexto de crisis, son a las y los que menos les aumentan el salario porque ni siquiera pueden estar sindicalizados y entonces las paritarias no les rigen", agregó. Esto aumenta su situación de vulnerabilidad.
Una prueba de ello es que en esta última medición del Indec, pese a la retracción de la actividad económica el trabajo doméstico aumentó 0,7%, un rubro altamente feminizado. Pero por otra parte, "el mercado nos deja afuera por la maternidad y prefiere a los varones", dijo Farah. Al mismo tiempo señaló que se habían logrado avances en la registración del servicio doméstico pero se ha revertido el último tiempo.
Consideró que el sector textil también puede explicarlo: "Es uno de los que resultan más afectados por la recesión y uno de los que más emplean mujeres".
Del piso pagajoso a la escalera rota
Varios nombres se les ha dado a los diferentes problemas y obstáculos que las mujeres sufren en su acceso y desarrollo dentro del mercado laboral. Estos están asociados a las inequidades, discriminaciones y roles socialmente asignados que sobrecargan en ellas las tareas domésticas y de cuidado.
El "piso pegajoso" es ese que deja a las mujeres limitadas para acceder al mercado laboral, porque tuvieron hijos y quedaron relegadas a lo doméstico, porque las tareas hogareñas se les asignan aunque no los tengan. Si son jóvenes no logran avanzar en su formación académica lo que les impide, en caso de intentarlo, acceder a trabajos más calificados y estables. La "escalera rota" hace referencia a aquellas mujeres que "se caen" de su carrera laboral, porque el cuidado de los hijos o personas dependientes les demanda tanto que reducen su dedicación horaria o no pueden responder por falta de tiempo a las exigencias laborales. Su crecimiento en el trabajo y en sus carreras se trunca y llega incluso a toparse con el "techo de cristal". Así se ha llamado al límite superior con el que se golpean y por el cual no sólo no pueden avanzar sino que fundamentalmente no pueden acceder a jefaturas y cargos jerárquicos.