Si hay una disciplina artística que parece exclusiva de los hombres es el malambo y sin embargo, de un tiempo a esta parte también la mujer comenzó a zapatear. Y zapatea fuerte.
El malambo femenino toma cuerpo en todo el país y también en Mendoza. Igualdad de condiciones, nuevo posicionamiento de la mujer en la danza y la apertura de miradas respecto al género son conceptos que esbozan referentes del folclore cuyano. Pero en cualquier caso, los maestros de la danza no se ponen de acuerdo. Están los que enseñan tal como si la bailarina fuese un varón, y los que se abocan a desarrollar el malambo desde la delicadeza y la elegancia de la mujer.
La Fiesta Nacional de la Vendimia 2018, "Constelación del vino", tuvo una incursión en el malambo femenino que causó sensación cuando salió a escena Florencia Álvarez (23), pionera de la disciplina en Mendoza. En 2015 Florencia fue Reina de la Vendimia de Rivadavia y por estos días se encuentra en China, donde llevó su talento malambero surgido en la infancia.
Florencia está en gira con la compañía Bravas, integrada por mujeres apasionadas como ella por las boleadoras y los bombos. De hecho, otra mendocina, Gisela Ortiz, forma parte del mismo elenco. "Se está generando un efecto contagio por el malambo femenino. La cuestión de género que invade las redes sociales y los medios de comunicación provoca ganas entre las mujeres que no se animaban o a las que le dijeron que no", dijo Florencia Álvarez en una nota reciente con Los Andes.
Pamela Angulo, bailarina folclórica y referente del género en la provincia, inició su relación con el malambo hace algunos años, cuando formaba parte del ballet Raíces Cuyanas. "Teníamos un maestro, Juan César Álvarez, que bailó con el Chúcaro (Santiago Ayala) y que fue pionero en Mendoza en eso de armar cuadros de malambo como show, sean de mujeres o varones", relata la artista, hoy parte de la compañía Etnia, única en la región dedicada al malambo femenino.
Femeninas
El elenco es dirigido por los hermanos Pablo y Águeda Mansilla y en tan solo un año duplicó su número y así, de ocho malambistas pasó a 16. "Trabajamos el malambo show; es muy fuerte bailar una disciplina que siempre ha estado relacionada con el hombre, con la figura del gaucho", reconoce Pamela y sigue: "Ponemos en valor a la mujer zapateando pero que no deje de ser mujer. Apuntamos a eso, a que sean mujeres haciendo malambo". Este año y por primera vez, San Rafael fue sede del Campeonato Nacional de Malambo y el grupo Etnia abrió el certamen.
"Esto abre un abanico de aprendizaje para muchas bailarinas que quieren incursionar en el malambo", afirma la bailarina. Tanto ella como sus compañeras desean poder pisar escenarios míticos del malambo como el Festival Nacional que históricamente se desarrolla en Laborde (Córdoba) y que ya abrió una pequeña ventana a la participación femenina. También en la edición pasada del Pre-Cosquín, en el certamen de Conjunto de Malambo se presentó un grupo de chicas salteñas llamado Supay Malambo, que marcó un precedente en ese lugar tan representativo del folclore nacional.
El director de Etnia, Pablo Mansilla comenta que su compañía es de formación académica. "Enseñamos todo desde la base, desde cómo tomar una boleadora hasta hacer un repique", detalla y coincide en que la preparación física es fundamental. "Para una bailarina de árabe o contemporánea, por ejemplo, es un lenguaje nuevo que exige resistencia física, sobre todo en las piernas; hay que conjugar esa fuerza del malambo y a la vez ese movimiento y cadencia propios de una mujer".
El maestro Mansilla retrocede el tiempo para hablar sobre los orígenes del malambo. "El Chúcaro fue el generador de todo esto, jugando con elementos para formar un verdadero show de malambo que él y su compañía llevaron a Europa y Estados Unidos.
Después el malambo empieza a transformarse, tiene cada vez más argumentos y sostén visual”, comenta.
Fue durante el montaje de una "coreo" de vendimia que Pablo y su prima Pamela (Angulo) comenzaron a "soñar" con lo que hoy es la compañía femenina de malambo Etnia. "Vimos la necesidad de tener un espacio para el malambo femenino, sin portar una bandera política o feminista, simplemente visibilizar las inquietudes de las nuevas generaciones de bailarinas mendocinas", cuenta el director y coreógrafo, quien para su elenco tiene la misión de "no ser una imitación del malambo de los varones, queremos tener una impronta original para el malambo femenino".
Por su parte, Golondrina Ruiz, máximo referente del folclore cuyano, tiene su opinión sobre el tema: "Toda expresión artística es válida, aunque sea transgresora; pero si lo volcamos a lo cultural, el malambo femenino no lo es. Lo acepto como arte pero no es una expresión cultural. Aporta a un show pero no a la idiosincrasia de un pueblo".
Aclara que esto no significa estar en contra del interés de las bailarinas por el zapateo.
"El tema de buscar un posicionamiento social y cultural hace que la mujer se empodere en muchas cosas que antes se consideraban actividades exclusivas del hombre. La mujer está probándose como género para ver si es posible hacerlo desde su condición femenina", considera el director de vendimias.
“El sexo femenino ya está visto que es fuerte, desde siempre, primero porque es el sostén de una familia y por ende el sostén de una sociedad. El patriarcado quedó en el Medioevo. Lo veo en experiencias propias, he visitado mucho el campo por ejemplo y aunque el rostro es el del gaucho, las mujeres son las que toman algunas de las decisiones cruciales, desde poner el precio del chivo por ejemplo, hasta mandar a sus hijos a la escuela”, cierra.
Luján de Cuyo se abre a la experiencia
El municipio de Luján de Cuyo, a través de su Escuela Municipal de Arte (que pronto se denominará Usina Municipal de Arte-UMA), ofrece un espacio destacado al malambo femenino.
No sólo dicta clases que cada semana encuentra más adeptas, sino que también formó una delegación para representar al departamento en el Nacional de Malambo Femenino que se realiza en Carlos Paz, Córdoba, y que el año pasado tuvo como campeona a la rivadaviense Florencia Álvarez.
Esa delegación folclórica lujanina que compitió hace dos semanas en la localidad cordobesa tuvo a cuatro bailarinas malambistas entre sus filas: Rocío Morales, Andrea Oyola, Agostina Torres y Agustina Prado. “Esta participación que tuvimos en el certamen nacional es una muestra más de la ruptura que estamos viviendo de ese preconcepto de que el malambo como disciplina dancística es exclusivo de los hombres”, argumenta Yesica Mendoza, bailarina y profesora de danza e integrante del cuerpo de Cultura de la Municipalidad de Luján de Cuyo.
Yesica destaca que el malambo en las mujeres requiere cierta exigencia física y musical. “Hay que tener oído, seguir el ritmo del bombo y acompañarlo con las piernas, es un lindo desafío”, dice y aclara que, en su visión de la enseñanza, “no hay diferencias en el proceso al aprendizaje de un bailarín” así como tampoco ve diferente un malambo masculino a uno femenino.
Sobre la competencia en Carlos Paz, la también directora del ballet Gualey afirma que “fue una primera y enriquecedora experiencia para el municipio de Luján, el intercambio fue hermoso, las chicas estaban súper entusiasmadas y nos preparamos durante un mes para estas actuaciones”. “Siempre el malambo ha sido de hombres y esto se presentó como una oportunidad para romper con ese paradigma”, remata.
Vendimia 2020
El director de la Fiesta Nacional de la Vendimia 2020, Rafael Golondrina Ruiz, anticipó a Los Andes que la esperada escena final del malambo reflejará el rol actual de la mujer en esta danza .
"Sinfonía azul para el vino nuevo" destacará una coreografía de malambo femenino, con boleadoras incluidas, que será especial. "No será como expresión cultural, sino como un lenguaje artístico y coreográfico de una fiesta que involucra muchos otros lenguajes", y detalla: "Estará en el último cuadro, pero no será el final del espectáculo como suele pasar en las Vendimias con el malambo". Es que la propuesta del experimentado hacedor vendimial apunta a las emociones.
“Vamos a cerrar con un cuadro intimista, porque en medio de la exaltación de luces y fuegos artificiales queremos que la gente se lleve otra cosa. Nuestra pretensión es emocionarlos, unirnos todos en la emoción, reencontrarnos en esa manifestación del espíritu que se ha perdido. Suena hippie pero es nuestro objetivo. Veremos si nos sale”.