Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
Si los números y especulaciones de las encuestas que se hacen públicas se aproximaran a la realidad, deberíamos admitir que a una semana de la elección presidencial estamos frente a un escenario de gran incertidumbre, que es el mismo que se prolonga desde las primarias del 9 de agosto.
El dato curioso es que los sondeos privados, esos que sólo llegan a los candidatos y sus equipos de campaña, tampoco permiten deducir certezas.
Desde lo político, todos están involucrados y tienen sus responsabilidades.
En primer lugar, parece increíble que esto le esté ocurriendo a un oficialismo que lleva doce años en el poder, durante los cuales se construyó con mano firme y miles de millones de pesos, el perfil de una gestión invencible porque tenía el respaldo de abrumadoras mayorías.
En el kirchnerismo se justifican diciendo que el candidato Daniel Scioli no es el mejor exponente de esa fuerza, pero es también una manera de reconocer que con toda su supuesta fortaleza, el denominado proyecto no fue capaz de producir una sucesión indiscutida.
De aquel casi 55 por ciento de los votos con que ganó su segunda presidencia Cristina Fernández, a este casi 40 por ciento que exhibe hoy el Frente para la Victoria, no sólo han pasado 4 años sino también una serie de excesos y errores jamás reconocidos.
Los otros
En la oposición, la ineptitud para buscar alternativas válidas y así canalizar el creciente descontento de la sociedad por el autoritarismo oficial, se tradujo en divisiones estériles, muchas veces alimentadas por egoísmos desmesurados y falta de visión política. Ese 60 por ciento del electorado que en las PASO no votó a los candidatos del gobierno, no encuentra tampoco una expresión totalizadora que evite la continuidad de lo que no desea.
Ni Mauricio Macri como el más cercano a forzar un balotaje, ni Sergio Massa restando votos al primero y al segundo, han mostrado aptitudes suficientes como para ser representantes de una opción clara. Por eso, desde la construcción política, las cifras que muestran las encuestas llegan a la última semana casi sin modificaciones.
Pero en una elección presidencial, el factor político es sólo una de las motivaciones del voto. Esa inmensa masa de ciudadanos que concurre a las urnas y no está vinculada a los avatares de la política, lo hace por intereses muy cercanos a su propia realidad y a la de sus familias. En los comandos electorales de los candidatos siguen con ansiedad la evolución de esos comportamientos, porque saben que serán los que van a definir la contienda.
Los especialistas evalúan que los votantes "partidarios" son un porcentaje casi inamovible en cada fuerza, y el resto se completa con las decisiones de último momento. Como en otras oportunidades, además del llamado voto útil también se visualiza que en esta elección tendrá presencia el "voto vergonzante", es decir, aquél que votará por un candidato pero dirá -antes y/o después de la elección- que lo hizo por otro.
Son los que ocultan su verdadera voluntad porque se sienten presionados por el entorno de amigos o compañeros de trabajo, que generalmente están más politizados o son militantes. Completan las categorías no definidas aquellos a los que les da lo mismo uno u otro candidato, porque no les interesa la política ni sienten que en ese acto de votar está en juego su futuro y el del país.
Ella va
Dispuesta a no ver debilitado su poder hasta el último día de su mandato, la Presidenta viene siendo una protagonista más de la campaña electoral, al punto de opacar en ocasiones a su propio candidato. Defiende desde el discurso la gestión de 12 años del gobierno y se focaliza en la provincia de Santa Cruz, donde su hijo Máximo va por una diputación nacional y su cuñada, Alicia Kirchner, aspira a la gobernación.
Con Scioli hay un contrapunto que todos intentan sin éxito disimular y es por donde se expresan los condicionamientos hacia el futuro si es que el bonaerense llega a la Casa Rosada. Las promesas de flexibilidad para las actuales políticas que lanza Scioli, contrastan con las réplicas de Cristina, mientras el Gobierno sigue encontrando límites judiciales. La inconstitucionalidad de la ley de subrogancias declarada por una jueza la semana que pasó, impedirá por ahora nombrar nuevos magistrados, como era su deseo.
Pero ni siquiera la delicada situación de las cuentas públicas y de la economía en general son hoy el centro de la preocupación oficial, y eso agrega más dramatismo a la incertidumbre electoral.