Las monjas sabían que López iba a ir al convento

En su declaración ante la Justicia, coincidieron en que la madre superiora les había avisado que “el señor José” las visitaría. Pero ya se habían ido a dormir cuando llegó.

Las monjas sabían que López iba a ir al convento

Las dos religiosas que estaban en el convento la noche en que detuvieron a José López responsabilizaron a la nonagenaria hermana Alba por la decisión de hacer entrar al ex funcionario en el monasterio, aunque se enfrentaron en un careo por diferencias sobre el momento en que vieron el arma que llevaba el ex secretario de Obras Públicas kirchnerista.

Además, las dos aseguraron que no supieron inmediatamente lo que contenían los bolsos con dinero que López intentó dejar en ese lugar, sino que recién se enteraron cuando les informó la policía.

Así se desprende de la declaración que desde las 11 hasta casi las 16 prestaron las hermanas María Antonia Casas (76 años) y Marcela Estefanía Albin (38), del Monasterio Nuestra Señora del Rosario de Fátima, de General Rodríguez, donde fue arrestado López con casi 9 millones de dólares en junio pasado.

Con el tercer piso de los tribunales de Comodoro Py blindado para que nadie pudiera verlas, las religiosas llegaron con sus hábitos religiosos y, de a una fueron pasando al juzgado de Daniel Rafecas para prestar declaración testimonial sobre lo que ocurrió el 14 de junio.

Allí las esperaban personal del juzgado, de la Oficina Anticorrupción (OA) y abogados patrocinantes.

María, monja de clausura desde hace 20 años, era la encargada de atender el timbre en el convento desde que la madre superiora Alba se enfermó, mientras que Marcela también era monja de clausura y asistía en las diligencias dentro del convento.

Según contó Marcela, a las 8 de la noche del 13 de junio, Alba les comunicó que iba a pasar “el señor José”, a quien había visto “dos o tres veces” junto a su esposa porque “visitaban tanto al monseñor (Rubén Di Monte) como a la madre Alba”, relataron fuentes judiciales.

“Esa noche la madre superiora sólo me dijo que 'llamó José’ y que ‘iba a venir', nosotras no pedimos explicación a la madre superiora. Se hacía tarde y después a eso de las 23 y las 0, la madre Alba nos dijo que 'no lo esperemos más a José', que nos fuésemos a descansar. A la madrugada, sonó el teléfono (...). Eran más o menos las 4 de la mañana”, dijo Marcela, según consta en su declaración oficial.

“La madre Inés me dijo que habían tocado el timbre de la casa de monseñor y bueno, miramos por la ventana y estaba el Sr. José, a quien reconocimos porque estaba iluminado. Abrió la puerta la madre Inés, José estaba ahí con unos bolsos. Y la madre Inés le abrió la reja primero y después la puerta, y él le dijo 'esto traigo para el monasterio'”, añadió.

Dijo que López “agarró los bolsos y la madre Inés lo ayudó a meterlos adentro de la casa” y señalo que “José y la 'Sra. Mari' (en alusión a Ana María Díaz, esposa del ex funcionario) a veces traían comida, té, fideos, arroz, también donó sábanas, ropa todo para nosotras”.

“Como creímos que eran comestibles, Inés le pidió a José que los llevara a la cocina y después de eso, él se fue a la habitación de la madre Alba. Mientras tanto Inés y yo esperamos en el comedor” aseguró la religiosa, quien aclaró que no vio el contenido de los bolsos.

Por su parte, María afirmó que “nunca” supo “quién era o a qué se dedicaba José o su mujer”, que la noche previa a la detención lo estuvo esperando por orden de la superiora hasta la medianoche y que a esa hora, creyendo que ya no iba, “me fui a acostar a mi celda, cerré la puerta y me fui a dormir”.

“Después me llama la hermana Marcela, me golpea la puerta, y me avisa que había policía afuera del monasterio, no recuerdo la hora; me asusté porque no entendía por qué motivo estaba la policía en el monasterio, me levanté, me fui al torno, y atendí el portero eléctrico, entonces ahí el policía me explica que el vecino de enfrente había visto a un hombre que había saltado el portón con bolsos para adentro”,dijo.

Añadió que entonces le avisó a la hermana Alba, quien le ordenó “que abra el portón 'porque José se va'. Ahí me enteré yo que estaba José en el interior del monasterio. Abrí el portón y quedó abierto. Todo lo que pasó cuando entró la policía yo no lo sé porque yo me quedé en el interior del monasterio”.

La hermana Inés -Celia Inés Aparicio-, es la tercera monja involucrada y fue llamada a declaración indagatoria para el próximo 1 de agosto, por encubrimiento. En tanto, el Cuerpo Médico Forense hacía exámenes a la hermana Alba -Alba Día de España, de 95 años-, pero el juez ya dijo que no estaría en condiciones de declarar.

El arma obligó a hacer un careo entre las hermanas

Las monjas Marcela y María, del convento de General Rodríguez, se enfrentaron en un careo por sus diferencias sobre el momento en el que cada una vio el arma que llevaba José López en la madrugada de su detención.

Según surge de las actas de las testimoniales que brindó cada una ante el juez Daniel Rafecas, Marcela había declarado que recién vio el arma cuando se la mostró la policía, pero María había dicho que su compañera la había llamado a ver lo que había en la galería.

“Me dijo la hermana Marcela venga a ver lo que hay acá en la galería, asomé la cabeza, era un arma, tuve miedo, me asusté mucho y me fui a mi habitación”, dijo la religiosa de 76 años.

Como no quedaba claro cuándo vieron el arma, la hermana Marcela aclaró que invitó a María “a que vea el arma que estaba en la galería, arma respecto de la cual me alertó previamente el policía que estaba afuera”.

Y María acotó: “Yo también me mantengo en mis dichos, pero puede ser que yo no haya visto al policía, yo sólo saqué la cabeza y vi el arma, puede ser que estuviera ahí y yo no lo haya visto”.

Rafecas ordenó "blindar" su piso en Tribunales

El juez federal Daniel Rafecas ordenó "blindar" un piso del edificio de Comodoro Py 2002 para tomar declaración testimonial a dos de las monjas que viven en el monasterio en el que fue detenido el ex secretario de Obras Públicas José López.

El juez impartió “expresas directivas” al subcomisario Diego De la Fuente, encargado de la seguridad de los tribunales federales porteños, “en relación a la citación de las comúnmente conocidas hermanas María y Marcela con el fin de recepcionarles declaración”.

Rafecas “expresamente ordenó blindar el sector del piso 3 donde se encuentra la sede del magistrado, especialmente el sector frente a los ascensores y escaleras por las cuales se acceden a dicho sector”.

Además, dispuso una escolta para las monjas “desde el ingreso al predio hasta el ingreso a las instalaciones del juzgado procediendo de idéntica forma al salir del mismo”.

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