Es un clásico de la economía mundial globalizada. En cuanto estalla una crisis como la del coronavirus, sus efectos se hacen sentir en casi todo el mundo. Esto ocurre porque hay cada vez menos países que no estén vinculados entre sí desde el punto de vista económico y financiero. Por eso, la epidemia que se generó en China ya está causando un fuerte impacto en las monedas de los países emergentes, tanto de aquellos que son vecinos de la gran potencia asiática, como de los que exportan hacia ese mercado desde otras latitudes. Tal el caso de la Argentina y el resto de América del Sur.
Definitivamente, el año comenzó muy mal para los mercados cambiario. Lo que todos temen no es una pesadilla del mejor cine catástrofe, sino que tiene un antecedente muy real: la epidemia de fiebre aviar que se desató, también en China, en 2003 y que generó ingentes pérdidas a los productores de los commodities que el gigante asiático les compra. De hecho, el índice Bloomberg de materias primas perdió un 10% de su valor en el momento del estallido del SARS (las siglas por las que también se conoció a este brote).
Por eso ahora la amenaza de un gran parate económico en China es muy tenido en cuenta en el resto del mundo emergente. Por citar algunos ejemplos, desde principios de enero, el real brasileño, el peso chileno y el rand sudafricano se depreciaron más de un 5% contra el dólar, mientras que el bath tailandés lleva perdido un 4,5%.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, confirmó que, para el organismo, el coronavirus es "un problema muy grave", lo que llamó la atención de todos, porque es muy poco frecuente que la Fed haga comentarios de este tipo, salvo en momentos de crisis profundas.
En orden de cuantificar en qué medida el coronavirus puede afectar de manera significativa el tipo de cambio de las economías emergentes, hay que prestar atención a dos aspectos: cuánto puede llegar a durar la epidemia hasta que sea controlada (en el caso del SARS fueron ocho meses) y en qué medida cada una de estas economías es más o menos dependiente del mercado chino de manera directa, y mundial de manera indirecta. El ejemplo de Tailandia es muy elocuente en ese sentido.
"El bath tailandés es mucho más vulnerable que otras monedas de la región por el peso que el turismo tiene sobre la economía del país", expresó un informe del Banco Nomura. Para el país, una epidemia descontrolada sería una catástrofe: diez millones de turistas chinos visitaron Tailandia en 2019, y el turismo pesa por un 8% de su PBI, contra un 6% en Singapur y Malasia. Es un país que va a sufrir por la desaceleración china, pero también por los miles de turistas de otras partes del mundo que ya están cancelando sus vacaciones allí por miedo a contraer el virus.
Por otra parte, existe la incógnita de cuánto se va a desacelerar la economía china, algo que afecta mucho más a países como la Argentina, Brasil y Chile, por sus exportaciones de commodities. Cuando fue la gripe aviar, el producto bruto chino cayó dos puntos porcentuales entre el primero y segundo trimestre de 2003. Pero para los analistas de Nomura, "el impacto podría ser mayor esta vez, y el crecimiento, del 6% interanual en el último trimestre de 2019, podría caer de manera significativa durante el primer trimestre de 2020".
SIN POLÍTICA MONETARIA EFICAZ
El problema para los emergentes es que esta vez ya no disponen de la política monetaria expansiva para relanzar las economías que se están contrayendo, tal como refleja el banco japonés en su informe sobre Tailandia: "La vulnerabilidad de su moneda crece en la medida en que el Banco Central está dispuesto a tolerar una cierta depreciación de su divisa y que podría reducir las tasas de interés en 25 puntos básicos en los próximos días".
Como sucedió en los países desarrollados, las bajas de las tasas de interés ya no sirven para impulsar las economías como antes. "Tradicionalmente, las monedas emergentes avanzaban cuando las tasas de interés bajaban, con la expectativa de que el crecimiento rebotara. Esto no fue el caso en 2019, y estas divisas no se beneficiaron con la suba de los mercados de deuda emergente", explicó David Bloom, responsable de la estrategia global de divisas del banco HSBC.
Por eso, el especialista advierte del riesgo de profundizar aún más las bajas de tasas: "Si siguen con las mismas políticas, los inversores van a encontrarse con rentabilidades similares a las de los países desarrollados pero asociadas a riesgos emergentes".
Una alternativa pasa por dejar caer el tipo de cambio, una manera de ganar competitividad en el corto plazo para sostener la economía a través de mayores exportaciones. Esto lo vienen haciendo varios países asiáticos, pero siempre está el riesgo de que Donald Trump los señale con el dedo desde su cuenta de Twitter.