Los socorristas japoneses luchaban contrarreloj ayer por rescatar a las personas afectadas por las inundaciones que provocaron unas lluvias excepcionales que siguen golpeando una parte del oeste de Japón y que dejaron 60 muertos, según un balance oficial provisional.
“Los rescates, salvar vidas y las evacuaciones están en una carrera contrarreloj”, declaró Shinzo Abe durante una reunión de crisis en Tokio con los principales ministros, mientras que el portavoz del gobierno también anunció la desaparición de varias personas.
La cadena pública NHK dio un balance aún mayor, de 68 muertos y 56 desaparecidos.
Un centenar de habitantes de las regiones más afectadas resultaron heridos, según informó la Agencia de Gestión de Incendios y Catástrofes Naturales.
El estado de alerta máxima se levantó en todas partes pero se mantienen las advertencias.
En la ciudad de Mihara, cerca de Hiroshima, la lluvia paró ayer y los habitantes empezaron a constatar la magnitud del desastre.
Masanori Hiramoto, de 68 años, se quedó sin palabras al ver el estado de su vivienda. “No sé ni por dónde comenzar la limpieza”, dijo este agricultor de esta localidad donde se cultiva arroz.
Los caminos son ríos fangosos que dejan ver de un lado o de otro vehículos abandonados. “Esta área se ha convertido en un océano y me preocupa porque no sé cuánto tiempo permanecerá así”, lamentó Nobue Kakumoto, un anciano de la zona de 82 años de edad.