Proclaman a la sociedad su estado de emergencia. Miembros de la comisión directiva de la biblioteca popular José Adriano Pujadas, de Lavalle, comunicaron que las lluvias están afectando gravemente el edificio donde se alojan más de 12 mil libros y que un centenar, debido a esto, ya no puede utilizarse.
Pegado al edificio municipal, se encuentra esta institución que tiene más de 40 años en el departamento lavallino -fue inaugurada en 1971 y hace 20 que está en la actual locación- que es sede de numerosas prácticas culturales, una radio y de los estudiantes de la zona que habitualmente van a este lugar.
“La estructura se sigue debilitando y las últimas lluvias no han ayudado. Las filtraciones suceden porque la construcción del edificio no se encuentra terminada. Lo que pasa es que el techo no estaba pensado para esa función, sino que era la base del primer piso, una idea del proyecto original que nunca se concretó”, explicó Gabriela Pérez, de la biblioteca popular.
Continuando, indicó que la única forma de solucionar este problema es terminar el proyecto mencionado anteriormente y, provisoriamente, generar una estructura de chapa o paredes de durloc sobre el edificio actual, a modo de sobre techo, hasta conseguir los recursos que necesitan, calculado en unos 20 mil pesos.
Lo que puede verse en el lugar es una fiel imagen del relato que hacen los miembros de la Pujadas. Paredes que muestran las huellas del agua, techos descascarados, cielorasos ausentes, libros separados que ya no volverán a leerse, nylon en el techo y sobre las encuadernaciones y la voluntad atenta de las personas que allí trabajan sin cobrar un centavo.
Por contrapartida, a no más un kilómetro, desde la plaza departamental, se encuentra la biblioteca pública inaugurada por Francisco Pérez y el intendente Roberto Righi en el contexto de otros 18 edificios levantados a nivel provincial. Este edificio tuvo un costo aproximado de 3 millones de pesos, según consta en el sitio web municipal.
Si bien los lavallinos celebran este hecho -el de la existencia de más bibliotecas- también advierten que la voluntad política ha desatendido “caprichosamente” la necesidad de este espacio, de gran valor para la comunidad.
“Acá hay libros que son el reflejo del patrimonio cultural de Lavalle, muchos de ellos ejemplares únicos, que corren el riesgo de que se mojen y que hemos tenido que reubicar. Pero si seguimos así, con estas lluvias constantes, vamos a tener que cerrar”, se lamentó Pérez.
El proyecto
La idea de los miembros de la biblioteca es construir un primer piso donde se ha planificado un salón de usos múltiples con baños, vestuario y un ascensor hidráulico para el acceso de personas con movilidad reducida.
Este salón podrá ser utilizado por cualquier persona de la comunidad que solicite su uso, como siempre se ha usado el edificio actual, contemplando a instituciones educativas, asociaciones civiles, grupos o movimientos culturales, vecinos e instituciones gubernamentales que necesiten el lugar para desarrollar su actividad.
“Hemos presentado el proyecto de construcción a principios de año en la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares), pero nos faltaban algunos detalles”, indicó Pérez, y agregó que uno de ellos era que si bien el terreno les fue cedido legalmente, tienen que terminar una serie de trámites en Catastro con un agrimensor, a quien tampoco pueden costear por falta de dinero para costearlo. “Además hicimos los trámites para que las empresas que nos ayuden estén exentas de pagar ganancias”, agregó la bibliotecaria.
Por otra parte, destacaron que a nivel provincial también han solicitado ayuda a la Coprobip, pero que el subsidio recibido por este medio sólo les ha servido para cubrir los gastos del día a día. “Para poder realizar el edificio por nuestros propios medios necesitaríamos cerrar la biblioteca por años y eso no sirve”, agregó Fernanda Matilla, tesorera de la institución.
Cultura viva
La biblioteca comenzó a funcionar en 1971 en la terminal de ómnibus de Lavalle por iniciativa de un grupo de maestros de la escuela Juan Galo Lavalle. El nombre fue elegido en homenaje a un boticario del pueblo de quien la institución tomó el nombre.
Posteriormente, tuvo una transición de estado hacia la esfera pública, pero luego continuó bajo el formato de “popular”. Durante la dictadura militar permaneció algunos años cerrada y desde hace unos diez años es administrada por jóvenes que “abrieron” las puertas a la comunidad, convirtiendo a la Pujadas -según sus palabras- en una institución bulliciosa.
Aquí funcionan talleres de guitarra, percusión, yoga, portugués, inglés y teatro. Además, desde allí realizan sus emisiones los miembros de la radio comunitaria La Pujante, quienes también tiene problemas en sus estudios por el agua. Otras organizaciones que también funcionan o funcionaron en este edificio fueron: Tinkuy, Asamblea Popular por el Agua, UST, UNCuyo, OTRAL, Grupo de Alto Riesgo o Fundacion Solidaridad, entre otras.
“Hemos tenido que soportar los ruidos causados por las obras que están haciendo en la municipalidad durante todo el año”, explicaron desde la biblioteca y agregaron que la relación con el municipio es “complicada”. Ahora esperan que alguien los ayude para que puedan concretar un anhelo de años: tener el edificio de la biblioteca popular José Adriano Pujadas terminado.
Resta decir que desde el municipio aseguraron no haber recibido un pedido formal, vía mesa de entradas, para que se les pueda asistir y que sólo tienen constancia de una rotura, y su reparación, efectuada por los obreros de la ampliación del edificio municipal.