Esteban Cichello Hübner es un personaje singular del ambiente de la educación y la cultura. También de las relaciones internacionales.
Nació en Córdoba… vivió casi siempre en Buenos Aires. Tuvo muchos oficios: fue cadete, repartidor, botones de un hotel porteño, y se fue abriendo paso en la vida con el desarrollo personal y el estudio.
De origen judío, Esteban estudió Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Lingüística Aplicada y Educación en la Universidad de Oxford (Reino Unido), donde hoy él es profesor. Periodistas argentinos (incluido este cronista) que en 1991 cubrieron la primera visita de un presidente argentino a Israel, misión que cumplió Carlos Saúl Menem, lo conocieron en esa ocasión, cuando tenía unos 23 años.
Servicial, algo entrometido, entrador, se acercó a la delegación nacional y hasta se dio el lujo de pegarse a Menem y acompañarlo un buen rato cuando el riojano y su comitiva inauguraban la escuela República Argentina en la ciudad de Jerusalén. Proporcionalmente, charló más él con el mandatario que otras personas presentes.
Con los años perdimos contacto con Cichello y volvimos a saber de él en 1995 cuando el movedizo cordobés llevó nada menos que a Diego Armando Maradona a disertar… a la Universidad de Oxford, donde estudiaba. Fueron 27 minutos de charla y el número 10 se vistió con la toga y el birrete, emblemas de esa institución académica, y fue ovacionado por la juventud presente.
Cichello Hübner lo había conocido a sus 14 años cuando el jugador llegaba con el equipo de Boca Juniors a concentrarse en el Hotel El Conquistador, de la ciudad de Buenos Aires, y con su habitual desparpajo el adolescente, que era botones del establecimiento, se ofrecía a llevarle bolso, a lo que el astro se negaba pero siempre le regalaba caramelos Media hora.
Pero ese suceso del futbolista en la universidad británica no está contenido en el libro "Las llaves de Raquel", que llegó a los lectores a fines del año pasado. La historia se frena antes cronológicamente y continuará.
La obra narra los avatares de este profesor universitario (hoy enseña lenguas modernas), que tuvo una infancia y parte de la adolescencia muy desventuradas, viviendo con su madre en la fría y gris miseria del conurbano bonaerense. Pero el muchacho se había propuesto superar las dificultades que la vida le imponía y a fuerza de trabajar (incluso se desempeñó como bellboy -recepcionista- en el Hotel Sheraton de Buenos Aires y posteriormente en Las Leñas, Malargüe).
La narración termina cuando el joven que ahora enseña en Oxford llega por primera vez a Israel y realiza la vista al Muro de los Lamentos. En esa instancia viene a su mente su abuela Raquel (que da el título a la obra), que imaginariamente le entrega un manojo de llaves para continuar abriendo futuras puertas. “Fin, pero esto continúa”, concluye el relato del autor en la página 248.
