En los últimos tiempos, de convulsiones financieras y cambiarias, se habló mucho del Banco Central de la República Argentina (BCRA), sobre todo cuando se discutió la aplicación de las metas de inflación o la fijación de las tasas de interés.
El Banco es conocido como "autoridad monetaria" y tiene dos responsabilidades básicas: la preservación del valor de la moneda nacional, por una parte, y la Superintendencia de las Entidades Financieras, regulando el funcionamiento de todo el sistema financiero.
En su historia, el BCRA ha sido objeto de diversas regulaciones, oscilando entre una dependencia funcional del Poder Ejecutivo hasta una real autonomía. De hecho, en la actualidad, el presidente y el Directorio deben tener acuerdo del Senado de la Nación y duran 5 años en sus funciones, sin que el Ejecutivo pueda removerlos.
La única excepción fue el caso de Martín Redrado, que era presidente en el gobierno de Cristina Kirchner, la cual lo removió y generó un escándalo jurídico.
Desde que asumió el presidente Macri, el BCRA recuperó su nivel de autonomía y la potestad de fijar la política monetaria, la cual es presentada al Senado anualmente. La lógica indica que esa política monetaria debe ser consistente con la política fiscal, que es la que establece el Ejecutivo y aprueba el Congreso cuando sanciona el Presupuesto anual de gastos y recursos.
En los últimos tiempos se le asignó al Banco una función especial que es la de controlar la inflación, lo cual es muy complejo porque debe haber una coordinación perfecta con la política fiscal. Y hubo una controversia por la fijación de metas de inflación, que fueron parte de la conflictividad que terminó con la credibilidad de las autoridades del ente monetario.
Si se usa el sistema de metas de inflación, debe hacerse bajo condiciones muy especiales, se discute quién debe fijarlas. En el caso argentino, las metas fueron fijadas por el Ejecutivo, a través del ex ministro Alfonso Prat Gay y no por el Banco Central.
Esas metas de inflación fueron demasiado optimistas y omitieron el cálculo del impacto que podría generar en los índices de inflación el proceso de retiro de subsidios a las tarifas y el consiguiente aumento en los valores, que impactarían en los índices de precios.
Dado que la política fiscal era muy expansiva pero las metas muy restrictivas, el BCRA salió agresivamente a usar la tasa de interés para retirar circulante del mercado a través de emisión de Letras del Banco Central (Lebac), de las cuales se acumularon más de 1,2 billones de pesos.
También el BCRA salió a controlar el mercado cambiario, para evitar que el dólar suba de precios a efectos de que no impacte en la inflación y se equivocaron, porque el valor del dólar no es causa de la inflación sino consecuencia de la misma (además de las variables internacionales).
Hoy se ha definido que el Banco Central fijará la tasa de interés pero que el Tesoro le devolverá plata para rescatar las Lebac. El BCRA no debe emitir bonos de deuda. También se definió que el mercado cambiario será de libre flotación y el BCRA no intervendrá en el mercado, así como tampoco le comprará dólares al Tesoro ni emitirá circulante para financiarlo.
Hacia el futuro Argentina debe tener una política fiscal, monetaria y cambiaria totalmente previsible y para ello es fundamental contar con un Banco Central independiente, que cumpla con su función de defender el valor de la moneda nacional y supervisar el funcionamiento del sistema financiero.
Será función del Poder Ejecutivo llevar adelante una política fiscal austera, que evite la existencia de déficit fiscal y evite la inflación.