“A nosotros la feria nos ayudó a crecer como productores. Con mis hermanas, pudimos hacer arreglos en la casa y en nuestra tierra. Con el tiempo, la gente nos empezó a conocer y muchos clientes vienen a comprar a la huerta, porque prefieren elegir y cortar ellos mismos los productos. Y lo mejor es que dejamos de tratar con los verduleros, que nos ofrecían menos de la mitad del precio que hoy sostenemos”, relata José Ramírez.
La gran diversidad y alta calidad de las hortalizas que cultiva en sus dos hectáreas del paraje Chacón es lo que don José ofrece cada sábado, y desde hace 6 años, en la Feria de Productores Minoristas Unidos de San Carlos. Ese puesto compartido, en la vereda de una radio de La Consulta, es su único método de comercialización y desde allí asegura que “otro tipo de mercado es posible”.
Eludir a los intermediarios; conseguir buenos precios frente al avance inflacionario; comprar productos frescos, de estación y -generalmente- más sanos; y poner en valor la producción local parecen ser las principales razones por las que cada vez más clientes y productores del Valle de Uco apuestan al “intercambio directo” que proponen las ferias, ya sean las regionales o las especializadas que se realizan en distintos puntos del país.
El Valle de Uco cuenta con espacios comunitarios que constituyen felices ejemplos de que este tipo de mercadeo puede perdurar en el tiempo. Es el caso de la Feria Franca de Tunuyán -que nació desde el INTA hace unos 8 años y hoy también gestiona la Municipalidad- y la de los productores sancarlinos reunidos en la asociación Crece desde el Pie, que llevan 6 años con puestos en La Consulta y Eugenio Bustos.
Pero esta dinámica sigue avanzando. Por los buenos resultados y el pedido creciente de los productores que buscan un espacio donde presentar su oferta, el municipio de Tunuyán lanzó días atrás la Feria de Emprendedores del Valle de Uco, que tuvo su primera fecha en el marco de la expo Ucomiel.
Este espacio reunirá a unos 60 microemprendimientos de toda la región, en la plaza tunuyanina, los primeros sábados de cada mes. “Después, hemos coordinado con los otros municipios valletanos para que la feria vaya rotando por los tres departamentos”, anunció Sonia Lambas, titular de Desarrollo Económico de Tunuyán.
“No sólo participarán del espacio los productores primarios, sino también los que generan valor agregado: artesanos, pequeñas industrias y hasta quienes ofrecen servicios de diseño”, dijo Lambas. Lo cierto es que los consumidores pueden encontrar allí desde una cerveza artesanal hasta el diseño de un mueble, un poco de azafrán, un buen embutido, elementos de indumentaria canina, verduras de estación o un corte de carne recién faenada. Todo hecho en el Valle de Uco.
Una tendencia en alza
La feria tunuyanina fue la prueba de fuego para los Ganaderos de Uco. Se trata de ocho familias de Cápiz, La Cañada y el sur de San Carlos que -asesoradas por técnicos de Cambio Rural del INTA- se dedican a la cría de ganado menor y engorde en tierras que tenían en desuso y hoy destinan al forraje. En menos de una hora vendieron los 200 kilos de carne envasada que llevaban para toda la jornada.
“Antes tratábamos con un intermediario y no nos quedaba margen de ganancia. Ahora a la gente le pareció muy barato. La próxima fecha vamos a llevar un pernil preparado, para que los clientes prueben qué tierna es la carne”, cuenta entusiasmado Franco ‘Chino’ Flores, presidente de la cooperativa.
Marco Peralta comercializa las aceitunas y olivas -que produce en su emprendimiento de Colonia Las Rosas- en Bariloche, Tucumán, Buenos Aires y Mendoza. Pero también valora las ferias como recurso de venta, sobre todo por el contacto con los clientes y porque puede mantener el precio. “En este tiempo de inflación, la gente ha empezado a caminar un poco más”, dice.
Los siete productores del grupo Azafrán Mendoza reconocen que “la gran salida de su mercancía se da a través de las ferias”. Este condimento tan apreciado y requerido se cultiva a pequeña escala en San Carlos, San Rafael y Maipú. Mientras ofrecían las cajitas con hebras de azafrán en la plaza de Tunuyán, consignaron que -además del ámbito local- participan en las ferias Caminos y Sabores, de La Rural, y Raíz, de Tecnópolis.
“El año pasado, muchas familias recibieron subsidios para encarar un emprendimiento productivo. Ahora queremos dar un paso más y ofrecerles un sitio para vender lo que hacen. Hay mucha panificación, conservas, artesanías, etcétera”, expuso Lambas. La funcionaria señaló que esta iniciativa también apunta a ser una ventaja para los clientes, por eso el eslogan de la feria local es “Cuidamos los precios para nuestra gente”.
Tener una "clientela fija"
“Cuesta entender la lógica. Hay gente que quiere comprar lo mismo que en la verdulería. Pero de a poco empieza a valorar que la producción sea local, que el precio sea constante (y no responda a los locos vaivenes del mercado) y los beneficios de la agroecología”, apunta Damián Moreno, quien festeja el logro de tener una “clientela fija” y el desafío de “una gran demanda insatisfecha”.
El productor pertenece al colectivo social “Crece desde el pie”, que apunta a esta modalidad de comercio autogestivo. Desde hace 6 años, venden productos primarios, pero también envasados, deshidratados, etc. No les fue fácil mantener el grupo de productores, pero están orgullosos del “plantel histórico”.
Sostienen que lo más difícil es encontrar variedad de cultivos y crecer en su infraestructura. “Queremos avanzar con minitúneles tipo invernadero para tener oferta de verdeos en invierno. También tenemos una moto para hacer repartos a domicilio”, contó Damián.
En Tunuyán, las ferias francas aparecieron dos años antes y ya funcionan como negocios integrados a la ciudad. Todos los vecinos saben que los miércoles los puestos abren en España e Irigoyen con productos frescos y precios coherentes. Los sábados la cita es cerca de la calle Lavalle. “Están ubicados estratégicamente, uno para el sector sur y otro para el sector norte de la ciudad”, apuntó Lambas desde la comuna.
Allí, los vendedores ya conocen a sus clientes y aplauden que permanentemente se estén sumando nuevos. Saben de sus gustos, de sus tiempos para cocinar, anotan sus pedidos (aceite de oliva, miel casera, panificados caseros, granola, etc.) y comparten eternas charlas en los stands de cómo preparar tal receta o de cómo es tal cultivo.
