Tras fallar en el intento de tomarse el poder con las armas, las FARC empezaron ayer a labrar su camino como partido de izquierda en Colombia.
Unos 1.200 delegados y la dirigencia en pleno de la que fue la principal guerrilla de América instalaron en Bogotá su congreso fundacional para empezar a actuar como fuerza política legal, tras concluir su desarme el 15 de agosto.
En el evento, que se desarrollará hasta el jueves, definirán un nombre para su movimiento y elegirán los candidatos para las elecciones generales de 2018.
“Nos transformamos a partir de este evento en una nueva organización exclusivamente política, que ejercerá su actividad por medios legales”, dijo el líder máximo, Rodrigo Londoño (“Timochenko”), en la instalación.
El excomandante aseguró que en el movimiento "persistirán" las banderas políticas que ondearon desde su alzamiento en armas en mayo de 1964.
Abogaremos por un “régimen político democrático que garantice la paz con justicia social, respete los derechos humanos y garantice un desarrollo económico para todos”, aseguró.
El presidente Juan Manuel Santos, cuyo gobierno firmó la paz en noviembre con las FARC, destacó la realización del encuentro. "Quién iba a pensar hace unos años que eso iba a ser posible (...) lo que tenemos ahora que hacer es reconciliarnos", dijo el mandatario en Bogotá.
Una de las discusiones más fuertes del congreso será el nombre. El dirigente rebelde Iván Márquez dijo tras finalizar el desarme que "seguramente" cambiarán el Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia.
Aunque Londoño realizó el martes una encuesta en Twitter que incluía otras alternativas para conocer la opinión de los internautas.
Partido revolucionario
Seremos “un partido revolucionario que al mismo tiempo ofrezca soluciones”, aseguró Márquez durante su intervención.
En la reunión, los delegados prevén definir la “caracterización” del partido, su estructura y nombrar la dirección nacional, explicó a la AFP el excomandante insurgente Carlos Antonio Lozada.
El pacto de paz establece 10 curules en el Congreso para las FARC, cinco en cada cámara, aunque para ello deberán participar en la contienda electoral.
En caso de que no alcancen los escaños por votación popular, se les otorgarán los necesarios hasta cumplir la cuota acordada.
En la mañana llegaron al lugar de reunión varios buses con ex combatientes desde todos los rincones del país.
Algunos no disimulaban la alegría por iniciar el camino democrático, bajo un movimiento que, según dijo "Timochenko" en diciembre, no tendrá candidato presidencial pero apoyará una candidatura que garantice el cumplimiento del acuerdo y un programa mínimo de convergencia.
"Vamos a iniciar, sin armas, nuestro proyecto de sociedad", dijo José Edwin Arias, un ex combatiente de 36 años que perdió sus manos en un "accidente" con explosivos.
Pero el optimismo no es general. Algunos temen convertirse en uno de los decenas de activistas asesinados tras la firma del pacto.
“Grupos armados al margen de la ley todavía están haciendo presencia en las comunidades”, apuntó Efrén Romaña, quien pasó alrededor de 30 de sus 53 años en la guerrilla.
Los ex combatientes tienen miedo de que fuerzas de ultraderecha los persigan por sus creencias marxistas, una palabra que los rebeldes se han abstenido de mencionar públicamente para no cerrar la puerta a alianzas.