De los 434.841 hogares que hay en Mendoza, según el Instituto de Estadísticas y Censos (Indec), la cuarta parte, es decir, el 25% equivalente a 108.710 hogares, es pobre o indigente.
De ese total, el 87% recurre estrategias de subsistencia precarias: piden dinero a familiares o conocidos, venden o canjean pertenencias, recurren a planes asistenciales, mendigan casa por casa, compran al fiado, requieren del apoyo de organizaciones sociales o simplemente, dependen de la solidaridad o, más bien, el azar.
El porcentaje, detallado entre las estadísticas de la Encuesta Permanente de Hogares 2016 -la última dada a conocer por la Dirección de Estadísticas y Censos (DEIE), representa a 94.577 familias que para comer o vestir a sus integrantes -es decir, cubrir sus necesidades básicas- viven al día a día.
Beatriz Moyano (27) trabaja en la planta de residuos de El Borbollón, Las Heras. Lejos de quedarse esperando los 4 mil pesos que le otorga el Estado en forma mensual por ser mamá de siete hijos, de lunes a viernes, se levanta todos los días, casi a la madrugada para separar los desechos y luego venderlos en alguna chacarita pequeña. Cada peso, para ella, suma: un bollo de pan, algún cuaderno para alguna de sus 3 hijas en edad escolar o un paquete de arroz.
"Yo me quedé huérfana a los siete años y fue una señora la que me cuidó. Ella me dijo una frase que me quedó para el resto de mi vida. Cada vez que tengas un plato en la mesa tenés que agradecerle a Dios. Y eso hago, agradezco por todo lo que tengo y porque mi familia está bien", dice la joven que a lo largo de su vida aprendió a rebuscárselas, "siempre de manera honesta", tal como lo expresa.
Bety, como es conocida por todos el barrio Santo Tomás de Aquino, asegura que todos los días también debe tomar decisiones concretas una vez que tiene el dinero de la jornada en mano. Está sola y como sabe que el fin de semana sus hijas más pequeñas -de 11, 8 y 6 años- no tendrán la ración en el comedor de la zona ni la merienda de la escuela, trabaja en tareas de servicio doméstico o planchado de ropa los fines de semana.
Pero cuando el hambre estruja el estómago y las necesidades se multiplican nada alcanza. "Si compro la garrafa no puedo comprar mercadería y si compro mercadería no puedo ahorrar para comprarles ropa o calzado", confiesa, pero no se queja.
Verónica Herrera es una de las referentes que más conoce la realidad de las familias del barrio donde vive Bety y las del Don Bosco, ambos ubicados en El Borbollón. Gracias a la asociación que preside -Cuyún Epain- los niños y niñas con carencias logran acceder a un acompañamiento escolar y educativo en el jardín. Pero además cuentan con un aporte alimentario en el merendero que otro movimiento social (llamado La Dignidad) logró reflotar y que permanezca abierto las tardes.
"La pobreza en la zona es histórica, pero ahora estamos atravesando uno de los momentos más críticos. Son familias a las que les cuesta buscar alternativas, porque de hecho, las posibilidades de superación son más que limitadas. Vemos a mamás muy preocupadas, que no tienen dónde ir o qué darles de comer a sus hijos", dice Herrera.
Aclara que inclusive hay familias que apelan a alternativas que quedaron vigentes en pequeñas comunidades, como el Banco Popular de la Buena Fe, una iniciativa que en 2013 surgió como una opción de "microcréditos barriales" a quienes desearan iniciar un emprendimiento pequeño.
Así y todo, recalca Herrera, el contexto económico (inflación y desempleo) hace que la informalidad laboral persista y se perpetúe en los hogares más pobres. "Se trata de personas que trabajan y mucho e inclusive hacen el trabajo que nosotros no haríamos", defiende Herrera.
Para la DEIE, las estrategias de subsistencia consideradas "genuinas", son aquellas derivadas de una actividad económica (presente o pasada) o la posesión de activos.
En tanto que las opciones denominadas "precarias", denotan que la familia atraviesa por carencias materiales y económicas que superan sus posibilidades de ingresos derivados del trabajo.
"Se caracterizan por no ser sustentables en el tiempo o depender de planes asistenciales, de decisiones de personas que no son miembros del hogar o simplemente de azar", define la DEIE.