Emanuel Ginóbili fue uno de los invitados más importantes en la ceremonia con la que San Antonio Spurs le rindió homenaje a Tony Parker. El bahiense se sentó al lado del francés y le dedicó un emotivo discurso: repasó las dificultades que afrontó en el inicio de su carrera en la NBA y el respaldo que encontró en Parker para salir adelante.
Con decenas de invitados, los Spurs retiraron la camiseta número 9 que Parker usó durante los 17 años en la franquicia texana. Así, el Big Three de San Antonio, que levantó cuatro veces el trofeo de la NBA, ya tiene sus jerseys en lo más alto del estadio, junto a otras leyendas.
Incluso antes del inicio de la ceremonia, Ginóbili se convirtió en protagonista de manera fortuita. Es que un murciélago ingresó a la cancha y el público comenzó a cantar "Manu, Manu, Manu", en recuerdo de aquel incidente en el que el bahiense atrapó a uno de esos animales en pleno partido.
Los intrusos volvieron cuando Boris Diaw le regalaba unas sentidas palabras a Parker. "Hay algunos murciélagos dando vueltas... ¡Manu!", exclamó Diaw.
El de Ginóbili fue el último discurso antes de que Parker les agradeciera a cada uno de sus compañeros y amigos.
El discurso completo de Ginóbili
TP fue muy importante para mi carrera, como sabrán, de muchas maneras.
No voy a hablar de lo que todos saben: la forma en que me dio campeonatos, siempre me dejó en buenas posiciones, penetraba, juntaba rivales y pasaba la pelota para un tiro abierto. Tampoco voy a hablar de lo que pocos saben: después de los tiempos muertos, tiros libres, me daba un abrazo y me preguntaba '¿necesitás algo?¿en qué te puedo ayudar?, te necesitamos'. Fueron momentos muy importantes, en etapas tempranas de mi carrera.
Pero quiero hablar sobre algo que pasó hace como cien años, en mi temporada de rookie. Llegué lleno de dudas, incertezas, no sabía qué podría hacer. Allá, lejos en el tiempo, incluso tenía un compañero que no pensaba que yo pudiera hacer siquiera algo (mirada cómplice a Duncan). Hace mucho tiempo tenía un entrenador que pensaba que yo estaba loco, que era una causa perdida; ni siquiera recuerdo el nombre de ese entrenador, fue hace mucho tiempo (más risas).
¿Pero saben qué? Tenía un base que sí creía en mí. ¡De verdad! Desde el primer día, su optimismo y confianza me sacaron adelante. Me decía: 'Vas a mejorar, vamos a ser una buena dupla, vas a ser el mejor jugador FIBA, uno de los mejores escoltas de la NBA'. ¡Era emocionante! No sabía qué podía hacer yo, y verlo a él me daba confianza. Yo tenía 25 años, Tony tenía apenas 20, pero el experimentado era él. Me apoyé mucho en él, sobre todo al inicio. Necesitaba un aliado. Y tener a un base como aliado es una buena decisión, ¡gracias también por eso!
Pasamos por mucho. Tuvimos triunfos fantásticos, vivimos grandes momentos, vivimos muy malos momentos también, derrotas dolorosas. Tuvimos sesiones de video muy ásperas: la tuviste difícil; yo también, pero no tanto como vos. Siempre agradezco que, uno detrás del otro, nos mantuvimos juntos, fuertes. Compartir la cancha 15 años con vos, de la manera en que lo hicimos, fue grandioso.
Por último, 15 años juntos, más de 1.000 partidos, muchos triunfos y varias derrotas, cientos de conversaciones después de cenar, en el fondo del micro, y ni siquiera tuvimos una sola discusión. Estaba tratando de recordar si tuvimos alguna; ni una.
Como dije hace ocho meses, cuando estuve en este mismo lugar: ha sido un verdadero placer, amigo. Te deseo lo mejor en lo que viene. Gracias por todo.