La transición entre el ambiente de origen del ternero y su arribo a un engorde a corral (feedlot) es el momento de mayor estrés en su vida. La separación de su rodeo, y de su madre en particular, privación de alimento y agua durante el transporte y/o tiempo en remate feria, fatiga y deshidratación, trabajos de manga, nuevo orden social, exposición a patógenos, etc. son todos elementos de estrés experimentados por los terneros recién llegados a un feedlot.
El problema es que este estrés de origen debilita su sistema inmunológico (baja las defensas) lo que, sumado a un nuevo ambiente y a una nueva - y muchas veces desconocida- alimentación, aumenta el riesgo de que el animal contraiga enfermedades.
Si a eso le sumamos polvo o barro, o inclemencias del tiempo (lluvia, llovizna, frío o calor) aumenta más todavía la posibilidad de contraer enfermedades, sobre todo respiratorias (Complejo Respiratorio Bovino o CRB).
Al CRB se le atribuye en EEUU el 75% de la morbilidad y el 50% de la mortalidad de los animales en feedlot siendo, por ende, la enfermedad de mayor impacto económico. En Argentina sucede algo similar, máxime teniendo en cuenta que gran parte de los terneros arriban a corrales de engorde en los meses de otoño/invierno, con días propicios para el desarrollo de esta enfermedad (cortos, con marcada amplitud térmica, húmedos y con precipitaciones).
El impacto económico del CRB no es sólo por el costo del tratamiento de animales enfermos, sino principalmente por la reducción en ganancia de peso y conversión de los animales que la padecen, tanto en forma clínica como subclínica. Ya sea que los animales enfermos se dejen en engorde por más días -para alcanzar el objetivo de peso final- o se vendan con menos kilos finales, el perjuicio económico ya está hecho.
¿Qué se puede hacer ante el problema del estrés al arribo? Si no podemos controlar la causa del estrés porque está fuera de nuestro alcance, debemos enfocarnos en manejar el efecto. Es decir, apuntar a restablecer las condiciones normales del animal a nivel mente, rumen y tejidos.
Paso 1: quitarles el miedo al nuevo ambiente, ofreciéndoles agua fresca y limpia y familiarizándolos con el comedero a través de alimentos conocidos, de aroma y sabor agradable, visualmente identificables, como puede ser un heno de buena calidad. Un corral donde puedan descansar tranquilos, de buen piso y alejado de los típicos factores que causan estrés o alarma en el animal (movimiento de gente o animales, ruidos, etc.)
Paso 2: restablecer las condiciones normales del rumen con una dieta balanceada, alimentando las bacterias con energía, proteína y minerales. Se recomienda combinar distintos ingredientes, ya que todos tienen sus puntos positivos y negativos.
Paso 3: restablecer las condiciones normales de los tejidos. Los terneros al arribo tienen requerimientos nutricionales específicos. Requieren electrolitos rehidratantes (sodio y potasio) para los tejidos. Vitaminas A, D, del grupo B, y especialmente vitamina E que estimula el sistema inmunológico. Micro-minerales como el cobre y zinc para restablecer aquellos que se pierden durante el estrés y que son piezas estructurales del sistema inmunológico. La dieta de recepción puede, y debería ser formulada y fortalecida con estos nutrientes específicos.
El manejo y la nutrición son clave para lograr los objetivos: mantener el animal sano, con consumos de alimentos controlados y progresivamente mayores que acompañen cambios de dieta de recepción a dieta de terminación. Una buena recepción se traduce en una rápida y mejor adaptación a la nueva alimentación y ambiente, y mayores ganancias de peso y conversión en toda la etapa de engorde.