El acuerdo TransPacífico (TPP), integrado por EEUU y 11 países, incluido Japón –tercera economía del mundo–, es el primero que se concluye desde el cierre de la Ronda Uruguay (1993), que dio origen a la OMC.
También es el primero después del traslado del eje del proceso de acumulación global, que pasó de los países avanzados a los emergentes –de EEUU a China– tras la unificación del sistema (1991).
La lógica del capitalismo es que la inversión es más importante que el comercio; y como ante todo es un modo de producción y sólo accesoriamente un proceso de circulación (mercado), lo decisivo en él son las inversiones, a través de las cuales se reproduce y amplía. Por eso 80% del intercambio se realiza hoy dentro de las cadenas globales de producción; y 60% tiene lugar en Asia. Esta es la relevancia del TPP, cubre la región más dinámica, eje de la acumulación global.
La presencia de EEUU en el comercio internacional de la región asiática ha caído 9% desde 1990; y sus exportaciones a la región eran 45% del total en 2000 y ahora han disminuido a 28%.
La contrapartida es el comercio intrasiático, sobre todo de bienes intermedios. En él, China es el eje de un sistema integrado transnacional de producción, el segundo del mundo después de Norteamérica (EEUU/Canadá/México).
El comercio intrasiático es ya 60% del intercambio de bienes y servicios de la región, y crece el doble y el triple que el mundo avanzado (era 25% en 1985).
Más de 60% del auge de las exportaciones chinas se debió al alza de la producción compartida, que entonces era 40% del comercio internacional chino.
El hecho de que el intercambio global sea hoy esencialmente comercio intraindustrial de las cadenas globales de producción hace que el TPP valga, ante todo, como pacto de integración. Es lo contrario de un imperativo geopolítico que pretenda enfrentar el surgimiento de China como potencia.
La importancia del TPP es el acuerdo de libre comercio con Japón, firmado bajo su amparo. Japón es la tercera economía del mundo (PBI: U$S 5,9 billones), y se encuentra sumergido en una situación depresiva en los últimos 25 años, sumada a una deflación generalizada en los últimos 10.
La economía japonesa está partida entre un sector exportador (30% del PBI), con altos niveles de productividad al competir internacionalmente, y otro –más de 60% del producto–, hundido en la depresión y deflacionario. Los separa una barrera constituida por un tipo de cambio real 40% más apreciado en el sector doméstico que en el nacional y una capacidad de compra 40% menor.
Este muro es una trama de regulaciones, subsidios y normas proteccionistas que aseguran el estancamiento. Su punto nodal es la producción agroalimentaria, con unidades productivas de 1 ha o menos, los mayores costos mundiales de producción y aranceles de 730%.
El sector exportador fija el nivel de lo posible para Japón. La incorporación al TPP torna ahora a lo posible en sinónimo de reconversión, la más drástica desde la Restauración Meiji (1868-1912). Es un acontecimiento mundial.