La convivencia de pumas y puesteros en el secano de San Carlos nunca fue muy armoniosa. Los primeros acechan a cabras y vacas, fuente de trabajo de los hombres de la zona.
Y éstos buscan venganza y protección de sus rebaños matando a los felinos silvestres, situación que está prohibida por las leyes provinciales que conservan el equilibrio faunístico.
Para lograr un principio de acercamiento, desde diciembre distintas instituciones trabajan en la búsqueda de caminos alternativos a la caza de estos ejemplares protegidos.
La utilización de perros de pastoreo, la búsqueda de financiamiento para reforzar los corrales y la radicación de denuncias para describir la real magnitud del problema son algunas de las estrategias que están empezado a analizar los productores caprinos.
La caza de pumas en esta zona del pedemonte valletano rara vez es denunciada. En realidad, recién en el último tiempo ha empezado a ser vivida por los lugareños como delito.
Basta con recorrer algunos puestos y ver las cabezas de los felinos colgadas como trofeo de una batalla mantenida entre hombre y animal por años. "Los matan por represalia y por tradición", apuntan desde la fundación Cullunche.
Es que en el campo, esta práctica es habitual desde hace muchísimo tiempo.
"Llevamos años con este problema. Hay mucho puma, y también zorro. Han crecido mucho en número y son cada vez más dañinos", expuso Omar Estrella, un pequeño productor sancarlino, quien señaló que los puesteros ahora no están cazando por miedo a que "los pille la gente de Recursos, pero así también estamos perdiendo producción".
El hombre habla desde la propia experiencia. "Días atrás, un puma me mató a dos potrancas recién nacidas. Las tajea como con un cuchillo. No es sólo con las cabras. Y eso que yo vivo a 10 kilómetros del poblado de Pareditas", apuntó don Estrella.
La situación es bastante más compleja para Zulema Morales, presidenta de la Asociación de pequeños ganaderos de San Carlos. "Antes de salir a acusar al puma de todos los males, hay que definir cuál es la real magnitud del daño", planteó la mujer.
Este año, la asociación comenzó a trabajar con la vacunación y en todos los puestos recibe reclamos de este tipo. Para Zulema, uno de los problemas centrales es que los puesteros no están acostumbrados a denunciar cuando sufren un daño por parte de estos felinos.
"Esto ayudaría, no sólo ha tener un sensor de cómo avanza esta amenaza. Sino también a que el Gobierno se haga cargo de los daños, como hace con las heladas. Después de todo es una especie que el Estado está protegiendo con las leyes", expuso.
La propuesta desde la Fundación Cullunche y desde Recursos es plantearle otras alternativas al criancero. Una es darles perros pastores y capacitarlos para criarlos desde cachorros junto a sus cabras, para que se acostumbren a protegerlas. Otra posibilidad, es lograr subsidios para que los puesteros refuercen la seguridad de los corrales.
"Entendemos que el tema les significa una pérdida económica, pero tienen que aprender a convivir con los animales silvestres", expuso Eduardo Furlán, vicepresidente de Cullunche.
El referente de la protectora dijo que empezaron a realizar encuestas en diciembre en el secano sancarlino y la problemática que salta es "contundente": "entre 6 puesteros habían matado 15 pumas en el último tiempo".
Cabe señalar que Cullunche realizó el año pasado una campaña en defensa del puma y el yaguareté, especies autóctonas del país, en peligro de extinción.
Desde la Fundación, así como en la Policía Rural y de la Dirección de Recursos Naturales Renovables reconocen que los puesteros manifiestan voluntad para encontrar soluciones.
Miguel Bobadilla, de la Policía Rural del Valle de Uco, señaló que el problema se registra en todo el sur de San Carlos, desde Pareditas hasta el Sosneado.
El oficial también señaló que los lugareños se quejan también del aumento de los ataques a sus animales que realizan ejemplares de zorros grises y colorados.