Para el Gobierno nacional, el 11 de setiembre fue un día más. La memoria y el homenaje que debió rendirse al Maestro de América, Domingo Faustino Sarmiento, quedaron reducidos sólo a San Juan. Todo ello como producto de una política de apoyo a un mal llamado "revisionismo histórico", que lo único que ha hecho, como en la política, es profundizar las divisiones entre los argentinos.
Muy pocos pueden discutir que había aspectos en la denominada "historia oficial" que debían ser reconsiderados. Que había figuras que, cuestionadas o no, habían hecho su aporte, para la consolidación de la Nación pero que durante décadas fueron mal consideradas por quienes "redactaron" esa historia. De allí que resultaba necesaria una revisión, esencialmente para modificar aquellos errores.
Sin embargo, quienes tuvieron a su cargo ese revisionismo cometieron los mismos o más graves errores que los que ellos querían modificar. Porque en su afán de recuperar a muchos "olvidados", aprovecharon la oportunidad para denostar a hombres que también hicieron mucho en la historia, como es el caso de Julio Argentino Roca o Domingo Faustino Sarmiento, por señalar a sólo dos de ellos.
Actitud que no sólo se centró en la simple calificación, sino que se adoptaron conductas que dejaron abiertamente en claro esa animosidad, como lo fue el cambio en los billetes que llevaban sus rostros.
Como todo ser humano y como todo hombre que hace política, Sarmiento pudo haber cometido errores. Pero es absolutamente injusto olvidar y denostar todo lo que hizo por la Argentina. Que partió de la implementación del primer censo nacional, que demostró que el 77 por ciento de la población nacional era analfabeta, por lo que encaró el plan educativo más importante y efectivo de la historia del país y que ha sido utilizado como ejemplo de políticas públicas en todo el mundo.
Durante su presidencia la Argentina vivió años de gran crecimiento que trascendieron su gestión. Se tendieron 5 mil kilómetros de líneas telegráficas y en sólo seis años de gobierno duplicó la red ferroviaria nacional llevando de 573 kilómetros en 1868 a 1.331 en 1874. También construyó puertos, como los de Zárate y de San Pedro, para ampliar las posibilidades de exportación del país.
Mendoza también resultó beneficiada con la gestión de Sarmiento. Por una iniciativa suya trajo desde Chile al agrónomo francés Miguel Aimé Pouget, quien llegó a la provincia portando cepajes franceses, entre los que se encontraban el ahora emblemático malbec. Pouget impulsó la Quinta Agronómica, desde donde surgieron los enólogos más importantes e impusieron a la vitivinicultura como la principal actividad agrícola en la provincia. Cabría señalar también que Pouget fue anteriormente profesor en la denominada Quinta Normal, creada por Sarmiento en Chile, durante su exilio.
La figura y la obra de Sarmiento merecen otro tratamiento. El de la valoración permanente de su gestión en todas las áreas, especialmete en la educativa, que permitió que la Argentina tuviera un crecimiento más rápido y más profundo que el resto de los países de América.
De todos modos, el mejor homenaje que pudo haber recibido el Maestro de América fue que el Premio Domingo Faustino Sarmiento, que entrega el Senado de la Nación, le fuera otorgado a un hombre de una conducta intachable y de un coraje envidiable para defender sus ideales y enfrentar los embates del Gobierno, como es el juez Carlos S. Fayt.