En notas anteriores del suplemento Fincas me he detenido más en el diagnóstico del sector y en formular propuestas de políticas públicas dirigidas tanto a los ámbitos gubernamental, académico y productivo. La presente se nutre de las anteriores pero avanza en la dirección de la realización de acciones concretas que hemos puesto en marcha en nuestra empresa para contribuir a la construcción de la vitivinicultura que vendrá.
Esto no implica hacer futurología al momento de imaginar escenarios posibles, ni tampoco esperar pasivamente los designios de la naturaleza y del mercado, sino que en función de objetivos sectoriales nos permite transitar desde la teoría a la acción trabajando desde la empresa para la concreción de los mismos.
En su momento dijimos que la sostenibilidad en el tiempo de la vitivinicultura argentina involucra tres líneas de acción: aumentar la eficiencia en el uso de los recursos para el logro de una mayor productividad del viñedo y rentabilidad del productor; bregar por una mayor igualdad de oportunidad de acceso del productor a los recursos productivos y a los mercados; y lograr un compromiso responsable de los actores del sector en su vinculación con el medio ambiente.
Solo así se lograrán condiciones estables de competitividad para retomar el camino de las exportaciones destinadas a un mercado global cada vez más concentrado y saturado.
Desde el lado de la oferta de uvas a nivel nacional, nos imaginamos una viticultura adaptada a una menor disponibilidad de agua de riego, producto de un cambio significativo en el régimen de precipitaciones, con menos nieve en la cordillera y más lluvias estivales en el llano; y una nueva amenaza adicional para el cultivo asociada a la cada vez mayor escasez de mano de obra rural.
A nivel regional o provincial se implementarán programas de zonificación de la viticultura en función de una mayor especialización productiva según los distintos usos comerciales de la uva.
También es parte de este plan el manejo racional de los recursos genéticos con la incorporación al viñedo de variedades y/o clones que aseguren una alta productividad, sin detrimento de la calidad y tipicidad varietal y mayor resistencia a factores climáticos adversos, desequilibrios fisiológicos de la planta y enfermedades criptogámicas.
En síntesis, podemos decir que nos encontramos en la actualidad en vísperas de una segunda reconversión productiva que nos proyectará a un futuro escenario de mayor competitividad interna e internacional para la totalidad de los productos vitivinícolas.
La implementación de tales cambios estructurales si bien impactará en el mercado en el mediano y largo plazo, en el corto plazo generará oportunidades ciertas de inversión que atraerán nuevos capitales de riesgo al sector.
Solo por mencionar los más importantes, los cambios requeridos incluyen: la reconversión de parte de los viñedos existentes o la implantación de nuevos viñedos con variedades y/o clones seleccionados para usos específicos. La adecuación de los sistemas de conducción, la distancia de plantación, la densidad de plantas por hectárea, la tecnología de riego, las labores culturales y la mecanización del cultivo.
Es este el marco en el cual Tempus Alba decidió tomar a la selección genética como un instrumento de mejora continua de la calidad de sus vinos, de la diferenciación del producto y del desarrollo de ventajas competitivas que hicieron posible una rápida y creciente internacionalización de la empresa.
Comenzamos en el año 2000 el programa de selección clonal de malbec convencidos de que aun cuando este varietal es ya una marca registrada a nivel internacional, con el aporte de la ciencia es posible mejorar aún más sus atributos de calidad enológica.
Pudimos validar dicha hipótesis y alentados por los resultados conseguidos después de 15 años de trabajo, continuamos hoy con la identificación, selección y multiplicación “in vitro” de nuestros propios clones de malbec de calidad enológica superior.
La importancia económica de esta técnica está dada por el hecho de que, partiendo de una sola yema, es posible obtener en el curso de un año decenas de miles de plantas genéticamente idénticas, con estándares de calidad y absolutas condiciones de sanidad (libre de virus) y trazabilidad.
Entre las principales ventajas de trabajar con nuestra selección de clones podemos citar: menor predisposición natural al problema de corrimiento, contar con plantas naturalmente más equilibradas al seleccionar genotipos menos vigorosos, encontrar una solución de compromiso entre calidad enológica y productividad al actuar sobre los rendimientos en kilos por planta, seleccionar y uniformar el tamaño del grano y la madurez de la fruta, etc.
Concretamente el gran desafío fue invertir en conocimiento e innovar tecnológicamente para producir vinos únicos y diferenciados, como parte de una estrategia comercial de generar escasez en un contexto de mercados sobreabastecidos.
El principal factor de éxito del programa fue la sinergia lograda a partir de una apropiada articulación público-privada que permitió apalancar los recursos humanos y materiales afectados por la empresa, con aportes de recursos financieros no reembolsables (ANR) provistos por el Fondo Tecnológico Argentino (Fontar), de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica. De esa manera se pudo acortar la distancia entre la ciencia y el arte de crear un vino, y de esa fusión surgió la innovación.
Actualmente nos encontramos en la última fase del Programa que está enfocada a la transferencia del nuevo conocimiento, incorporado a las plantas de los nuevos clones, a otras pymes vitivinícolas localizadas a lo largo y ancho del país. Para facilitar dicho proceso Tempus Alba diseñó una forma inédita de vinculación contractual en la comercialización de plantas de vid y que se está implementando a través del “Círculo VERO malbec”.
Desde hace cuatro años estamos compartiendo 3 de los 16 clones seleccionados con quienes se han sumado al Círculo, y de esta manera nuestra variedad emblemática ha comenzado a expresarse diferenciadamente en los distintos terroir donde es implantada. No hacemos comparaciones del tipo este malbec del terroir “A” es mejor o peor que “B”, sino mostrar que ambos son diferentes.
Es una propuesta del tipo ganar-ganar ya que con dicha diferenciación nos beneficiamos todos, como empresas y como sector. Esta es la mejor respuesta que podemos dar a aquellos que con cierta impacientes que preguntan: ¿Argentina, después del malbec que? “Más malbec, pero diferentes”.
El único compromiso de los miembros del Círculo es devolver información sobre el comportamiento agronómico y la calidad enológica de la uva producida en cada terroir, y con ella alimentamos una base de datos común, que es compartida entre todos los productores de la red y que se va ampliando y actualizando con la incorporación de nuevos adherentes.
Como extensión de nuestro trabajo de selección clonal, durante la presente campaña estamos construyendo una parcela demostrativa que aportará a una mayor diversificación en los usos de la uva.
Vamos a implantar un clon de tempranillo seleccionado de un viñedo de 70 años de La Arboleda, Tupungato; el que además de tener un alto rendimiento de uva por planta y alcanzar altos tenores de azúcar por hectárea, ha desarrollado una importante resistencia a botrytis.
Esto último es en sí un valor agregado especialmente en estos tiempos en que los veranos lluviosos pareciera ser que han venido para quedarse de la mano del cambio climático.
El fin último de estos ensayos es poder contar con materia prima por encima de un cierto umbral de productividad, que cumpla con el doble propósito de poder destinarse a la elaboración de vinos tintos con reconocimiento internacional elaborados a un costo competitivo para su exportación a granel (aplica también para malbec y bonarda), o a producir mostos concentrados tintos de mayor valor comercial.