La vitivinicultura, mejor callar - Por Arturo Lafalla

La vitivinicultura, mejor callar - Por Arturo Lafalla
La vitivinicultura, mejor callar - Por Arturo Lafalla

Sí, eso aconseja la prudencia y sobre todo si uno siente que no tiene nada importante que decir y hay pocos dispuesto a leer. Ese es mi caso, pero una trabajadora de la comunicación me pidió que dijera algo y me pareció muy duro decirle que no, porque si todos callamos lo poco o mucho que tengamos para decir tampoco salimos, y acá estoy.

Otra crisis y van…

Esto es lo que escucho de la gran mayoría de los involucrados en la actividad. De nuevo dicen que sobra vino y baja el precio de la uva. No es mi intención desdecirlos o ratificarlos porque todas las estimaciones son hechas por quienes tienen interés en que sea verdad o no, si no tratar de entender su naturaleza, motivos, causas, afectados y su grado, y sobre todo cómo seguir.

Las causas

Un dato duro e innegable: sigue cayendo el consumo, en especial el masivo y consecuentemente nuestro mercado interno. No solo pasa aquí, parece que también en el mundo la tendencia es cuanto menos a estancarse. Los que mas saben lo atribuyen a un cambio de hábitos fundamentalmente donde están los grandes volúmenes, los llamados vino genéricos, el público se vuelca a la cerveza o sustitutos.

Sumado a esto, los costos internos, en especial el del dinero, registra un ascenso incontrolado, y el poder adquisitivo de los consumidores en evidente baja.

La reciente devaluación no alcanzó para recuperar competitividad en los mercados externos, con suerte hemos mantenido los volúmenes exportados. De ninguna manera se ha podido crecer. Seguramente, la carga impositiva, también en aumento, es otro factor que condiciona la situación.

En este contexto, una buena cosecha de uva, como pareciera ser la que la que se avecina, se visualiza como una muy mala noticia para los viñateros.

Cuáles causas son nuestras y cuáles, ajenas

La inflación, la presión impositiva, las siderales tasas de interés, los costos de transporte, de la energía, no son responsabilidad ni del consumidor ni de los que hacen el vino. Es responsabilidad ineludible de quienes conducen el país y la provincia, el sector público.

Con este nivel de desequilibrio macro la crisis de la que hablamos no tendrá solución y los paliativos solo serán un grano de arena en el desierto.

Las causas propias entre otras son la falta de adecuación de nuestros vinos a los gustos y demandas del consumidor; la falta de producción razonable de algunos de nuestros viñedos y o de variedades que no son demandadas; la falta de tecnología en algunas bodegas; la falta de una adecuada negociación con los intermediarios y la falta de una equitativa distribución del precio obtenido por el producto final entre los actores de la cadena. Fundamentalmente es el viñatero quien paga el costo mas alto de la crisis, por ser el más débil. Es lógico entonces que sean estos los que con mayor énfasis se revelen contra la situación.

La relación de la vitivinicultura con el quehacer económico provincial

Es frecuente escuchar que al final esta actividad no es tan importante para la provincia, en tanto aporta no más de un 6/7 % del producto bruto local, mientras que el comercio y los servicios mas del 25%. Ahora bien, y el turismo que se lo computa dentro de los servicios, ¿cuánto creció en los últimos años? ¿Cuántos de los turistas que vienen lo hacen por el vino? Seguro que un número importante. ¿Los recursos entonces que genera ésta actividad, a quién y a qué se deben? A mí me cabe poca duda, a la actividad vitivinícola y al Aconcagua. Algún dato dice que en el mundo es más conocida nuestra montaña que Mendoza. Así las cosas, la valoración que se debe hacer sobre lo que significa la vitivinicultura entre nosotros requiere que se cuantifique (no tengo ese dato, si es que existe) por cuánto aporta al crecimiento del turismo. Esto no es mera retórica, es tener buenos datos para tomar las decisiones correctas a la hora de asignar los recursos escasos que tenemos. A título de hipótesis digo que la vitivinicultura vinculada al turismo aporta a Mendoza mucho más que el 6/7% de su producto bruto.

El modelo social e institucional que nos aportó la vitivinicultura

Junto con nuestro, ahora vetusto, sistema de riego, pero genial desde hace más de 100 años, el modelo de pequeños productores eficientes con múltiples bodegas compitiendo en el mercado hicieron esa Mendoza que vamos camino a perder, de fuerte institucionalidad y la propiedad de uno de los más valiosos factores de producción de entonces, la tierra, dividida entre muchos. Sí, ya sé, el mundo va hacia la concentración de la actividad económica, el uso eficiente de los recursos y la degradación ambiental. El tema es si nosotros queremos ser así o parecernos más a nosotros mismos.

Seguramente los habitantes afectados por la rotura de la presa de residuos minerales de Vale en Brasil hubieran preferido habitar un suelo tal vez menos espectacularmente próspero como el nuestro y no estar donde están.

Estimo que no todo puede y debe medirse por el índice de crecimiento económico.

La complejidad, un dato ineludible de la realidad

Todo es muy complejo. Ignorarlo es grave.

Algunas sugerencias que como advertí al principio no resultaran novedosas, pero estimo que mirando para otro lado o dejando que pase no tendremos un mejor futuro.

Pienso que es una necesidad urgente intentar reformular entre todos, con la conducción del Gobernador, un nuevo Plan Estratégico. No encontraremos salidas sino logramos acuerdos entre lo público/privado con planes concretos sostenibles en el tiempo.

El contenido en este caso pasa primero, a mi criterio, por asumir que sin estabilidad macro económica es inútil todo lo que hagamos. Por ello hay que exigirle con mucha firmeza al poder político (oficialismo y oposición) que nos saquen de esta inestabilidad.

Hay caminos alternativos, el que venimos recorriendo no ha mostrado ningún éxito, muy por el contrario.

Incorporar en la planificación a la actividad turística con la vitivinícola, tratándolas como actividades complementarias, incorporando sistemas de medición de cuánto incide una en la otra, a efectos de que cuando se asignen recursos públicos vía directa o indirecta se haga con eficiencia. Dimensionando objetivos cuantitativos posibles que orienten al inversor sobre el sector en los próximos años.

Invertir en innovación para interpretar al mercado, tanto en bodega, como en la viña; en la comunicación o promoción de la Mendoza vitivinícola y sus productos: el vino y el turismo.

Crear un sistema de distribución del ingreso del sector en que el viñatero sea contemplado con equidad, dejando de ser la variable de ajuste de las crisis recurrentes.

Un plan de asistencia al sector productor que necesite reconvertir o migrar a otras actividades.

Desechar con firmeza las viejas recetas que no dieron resultado y sólo sirven para prolongar la crisis.

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