Por Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
La actividad vitivinícola, que no escapa a lo que sucede con el resto de las economías regionales, se encuentra en una verdadera encrucijada. Porque la intención de sacar stocks a través de las exportaciones, se encuentra con el problema de que las devaluaciones producidas en gran parte de los países vitivinícolas hace perder aún más competitividad en los mercados internacionales a los vinos argentinos.
Porque si bien se ha recuperado en parte el mercado interno, no alcanza para compensar el sobrante, y el hecho de que se haya logrado en base a no haber incrementado los precios en relación con la inflación, genera que los valores finales no lleguen tampoco al productor. Y porque nos encontramos en un momento político en el que el gobierno que “se va” no es del mismo signo político que el “que vendrá”, lo que incrementa la incertidumbre en los diferentes actores de la cadena.
En ese marco de situación no extrañó entonces que surgieran algunas protestas, como las planteadas por un grupo de productores de la zona Este. La realidad determina que tienen razón en sus planteos, porque con los actuales precios del vino no alcanzan ni siquiera para pagar las tareas de poda y porque, de seguir la actual situación, muchos de ellos tendrán muchas dificultades para poder mantener sus viñedos para la próxima vendimia.
Pero el problema se plantea con las “soluciones”, que ellos consideran para salir de la actual coyuntura. En los hechos, deberían reclamar cambios en la política económica nacional, que es la que ha llevado a las economías regionales a transitar un camino riesgoso y no pedir la renuncia de funcionarios, como sucedió y que llevó a algunos actores de la industria a considerar que se estaban mezclando algunas circunstancias políticas, aunque ese no haya sido el eje central de la protesta.
Se conocieron a lo largo de la semana otras propuestas, como la planteada por la secretaria de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Carla Campos, quien indicó que en pocos días más se iniciará la venta directa en el Mercado Central de Buenos Aires de los vinos elaborados por parte de las bodegas organizadas en un consorcio que involucra, según se señaló, a 2.500 productores con lo que, según la funcionaria, “se puede al menos perforar, interrumpir o discutir lo que la concentración pretende hacer hoy”.
Al decir de un bodeguero, se trata de un planteo que muestra flaquezas en razón de que el problema de la vitivinicultura no surge de la concentración, sino de la macro economía. Además, la funcionaria destacó que debe darse la discusión respecto de la diferencia de precio en góndola y aquel que reciben los productores, convocando a formar parte del Observatorio de Precios Vitivinícola Nacional, a fin de asegurar una más justa distribución de la renta, un aspecto en el que hay coincidencias generalizadas y las críticas sólo surgen respecto de las demoras en la conformación de ese observatorio.
Por su parte, el Centro de Viñateros y Bodegueros del Este consideró que la opción de la destilación, que implementó el Gobierno fue “un fracaso” y la de pagar la multa “es inviable”, asegurando que por más que se pague la multa, los vinos elaborados de más seguirán disponibles para el mercado interno. Sobre el incentivo a las exportaciones, dice que con su aplicación se condena a quienes elaboran efectivamente el mosto del acuerdo Mendoza-San Juan.
Insiste en que hay que dar cumplimiento al porcentaje a diversificación 2015, inmovilizar una cantidad de vino disponible con destino a exportación, hasta completar el volumen que debieron tener como diversificación el mosto y que cada establecimiento demuestra cómo cumplió, cumple o deberá cumplir con el porcentaje. Expresa que para implementar estos aspectos sólo hace falta decisión política.
Otras voces
Frente a ese esquema planteado esencialmente en el plano de la coyuntura, surgen otras voces, importantes por el número de adherentes que nuclea, que hacen alusión a lo que sucede en el plano de la macro economía y cómo debe el sector plantear su futuro mediato. “El problema se centra en que se rompieron los equilibrios”, dijo un dirigente, quien destacó que si bien los problemas vienen de arrastre desde el 2009, cuando se cortó la válvula natural que significan las exportaciones para la eliminación de excedentes, el problema se profundizó a partir de 2014.
En ese aspecto, la fuente indicó que el 50 por ciento de las uvas tienen como destino el mercado externo, entre vinos, mosto, pasas o uva en fresco, mientras el mercado interno actúa como estabilizador . Destacó la fuente que la cosecha mayor a la estimada en 2014, sumado a la inflación y al retraso del tipo de cambio fueron generadores de lo que está sucediendo actualmente, mientras el mosto, que es el regulador natural, sufrió la caída en los precios a nivel internacional
El informante indicó que la reciente reunión de la Coviar permitió establecer que los precios están, a moneda constante, muy por debajo de los promedios históricos, sumado al hecho de que la situación económica nacional también influye sobre la industria. “La Argentina está muy dependiente de las crisis por exportaciones y la vitivinicultura no es la excepción”, se indicó, agregando que “todos esos aspectos afectan a la producción primaria”.
Consideró entonces “lógico” que comiencen a aparecer los primeros esbozos de enojo, como el no pago de las deudas previsionales y planteó un futuro no menos preocupante porque, con el actual estado de cosas, aunque la situación cambie, mucha gente no está actualmente en condiciones de continuar trabajando, especialmente aquellos productores de uvas criollas y cerezas con baja producción. “En el futuro, si las condiciones macroeconómicas cambian, porque hay lugar para el vino argentino y mejora el mercado interno, quienes tienen variedades finas, podrán sobrevivir.
El problema se plantea para aquellos en que las políticas públicas disimularon la situación”, destacando en ese marco que San Juan posee un 42 por ciento de variedades rosadas y una situación similar podría darse en algunos sectores de la zona Este. “Debemos ser realistas -dijo- porque no es fácil sacar en un año 200 millones de litros de vino, porque significarían duplicar las exportaciones y eso es prácticamente inviable”.
Siempre sobre el tema de los precios, indicó la fuente que, aún cuando la actual situación macroeconómica mejore, hay sectores que “no podrán salir”, porque los precios están muy por debajo de los promedios históricos y mucho más de los niveles de rentabilidad.
“Es el momento en que debemos unirnos para comenzar a trabajar a futuro”, señaló, destacando que “como estamos en un año político, en un principio se dijo que había que esperar a lo que suceda con la elección a gobernador; después a ver qué ocurría con las PASO y ahora están hablando de que hay que esperar para ver los resultados de las elecciones de octubre y, cuando ello suceda, con seguridad dirán que todo se moverá después del 10 de diciembre con la asunción de las nuevas autoridades. Y nosotros no podemos quedarnos de brazos cruzados y sentarnos a esperar”, dijo.
Destacó entonces que ya están previstos contactos a nivel nacional y provincial para establecer de qué manera viene el futuro. “Las bodegas no están en condiciones de esperar a después de mediados de diciembre para tomar decisiones porque la cosecha estará encima y en la misma situación se encuentran los productores”, concluyó.