La violencia es un problema que atañe a la salud pública ya que sus consecuencias tienen un gran impacto en el tiempo y recursos de los sistemas de salud de las naciones. Esta no es una epidemia simple ya que precisa de la atención y trabajos interdisciplinarios y la puesta en acción de activos programas de previsión y prevención.
Según la Organización Mundial de la Salud las personas víctimas de violencia son más propensas a presentar trastornos mentales, ansiedad y depresión entre otros; a la vez que suelen presentarse mayores casos de cáncer, cardiopatías, problemas cerebro-vasculares, hepáticos y de VIH/Sida debido a que muchas de estas personas se amparan en el abuso de alcohol, drogas, tabaco y diversas prácticas autodestructivas.
Según afirma el Dr. Etienne Krug, Director del Departamento de Prevención de la Violencia y los Traumatismos y Discapacidad de la OMS, "la violencia se puede afrontar de manera eficaz con iniciativas de salud pública muy parecidas a las utilizadas para controlar enfermedades."
A estos fines la OMS trabaja desde 2002 en programas para la inclusión de la previsión y prevención de la violencia como materia de salud pública, campo en el que avanza cada vez más a fin de erradicar un mal que aqueja y disminuye la calidad de vida de toda la población mundial.