“En casa siempre vas a encontrar a alguien que no vive acá. A veces vienen a dormir sobrinos, los amigos de mis hijos y nunca negamos el techo a nadie. Hace un tiempo intenté poner un merendero para los chicos del lugar, poniendo todo de mi bolsillo, y los chicos venían cuando salían de la escuela. Pero no pude aguantar más de dos meses, se hizo muy difícil. Así y todo, cada vez que puedo compro algo y trato de repetir”.
Quien habla es María Luna, presidenta de la asociación civil Juntos somos más y quien, desde hace más de tres años, fue elegida como presidenta de la unión vecinal del “barrio” Castro. “A decir verdad, es una villa por la forma en que vivimos pero no deja de ser nuestro barrio, y por eso es que lo llamamos barrio”, acota con mucha humildad y sinceridad la mujer.
Se trata de un asentamiento ubicado en la calle Castro, de Guaymallén, a pocas cuadras del empalme entre el carril Urquiza y el Acceso Este. Durante los últimos años la extensión del predio creció considerablemente, así como también la cantidad de personas que viven en el lugar.
“Las familias que más tiempo llevan viviendo acá están desde hace 20 años. Hace cinco años vivían 24 familias y en 2012, cuando llegué yo, éramos 64. Actualmente somos 84. También viene gente de Las Heras, de Godoy Cruz y de muchísimos otros lados que no tiene una solución para su casa y no sabe qué hacer”, indicó Luna.
El miércoles la presidenta de la unión vecinal y otros vecinos mantuvieron una reunión con autoridades municipales para empezar a buscar una solución a esta problemática. Desde la comuna guaymallina resaltaron que se comprometieron a continuar con esas reuniones, al tiempo que garantizaron a los vecinos que no iban a desalojarlos. Además, el área de Desarrollo Social tiene censadas a las 84 familias que allí viven y -periódicamente- llevan asistencia, aunque no siempre es suficiente ni se distribuye bien entre los propios lugareños (algo repetido por los vecinos).
"No nos interesa que nos regalen. Queremos que nos den la posibilidad de acceder a nuestras carpetas e ir pagando nuestras casas", indicaron los vecinos consultados por Los Andes durante la mañana del jueves.
Insalubre
Las inclemencias del tiempo castigan con dureza a las 84 familias (entre las que deambulan más de 200 chicos y una gran cantidad de mujeres embarazadas) que viven en la villa Castro. Tanto el calor infernal como las bajas temperatura del invierno o los esporádicos temporales de lluvia, van dejando sus huellas en las precarias casas, que están construidas -casi en su totalidad- por barro, palos de madera, chapa y nylon.
“Hay unas 15 ó 20 familias a las que les dieron una vivienda en su momento, pero terminaron volviendo porque no podían pagarla. Una chica que vive acá tuvo que vender la casa que le habían dado porque la hija tenía problemas de salud y necesitaba comprar los remedios”, continuó María en la puerta de su casa, que con mucho esfuerzo logró levantar.
“Cuando llueve, se nos inunda y cae todo. Estamos colgados de la luz y tenemos agua gracias a un vecino que tiene una usina. Pero cuando no hay luz, tampoco tenemos agua”, agregó.
En el lugar, la mayoría de los vecinos viven de recoger basura en carretelas o carritos, incluso hurgando en el basural que se ubica del otro lado de la calle que da nombre al barrio.
“A mí se me está viniendo la casa abajo. La pieza de atrás ya está en las últimas y ayer fui a Asistencia Social para buscar ayuda. Desde 2001 estoy anotada esperando una casa y nunca me salió nada. Vivo sola, tengo 9 hijos y nadie me ayuda con nada. Hace un tiempo, como se me venía la casa abajo, dormí dos noches en el carro en el que trabajo con mis hijos”, destacó Irene Moreno,
Esta mujer llegó de la zona de la Favorita hace más de cuatro años y se instaló en el barrio. “Nadie me ayuda para nada. Acá en el barrio hay un hombre, David, que tiene una despensa y él me da mercadería. Gracias a eso pueden comer mis hijos. Yo no quiero que me vengan a regalar nada.
Quienes vivimos acá sólo queremos que nos entreguen una casa, por la que vamos a pagar todos”, continuó la mujer, quien también repartió munición gruesa para los políticos y gobernantes. “Los políticos vienen cuando tenemos que votar y necesitan nuestros votos. Se piensan que con una limosna nos van a poder comprar después de no aparecerse en todo un año. La verdad es que yo ya no voy a votar más”, cerró, con una mezcla de desesperanza e indignación.
Otros vecinos consultados, en tanto, destacaron que si bien suele llegar mercadería que envía la Municipalidad y el Gobierno provincial, no siempre es bien administrada ni distribuida. “Hay personas a las que no les llega nada. Y si no vas a algunos actos políticos, olvidate”, agregaron.
Camila y su esposo viven hace un año en el lugar y las consecuencias de la precarización son evidentes en su casa. “Se nos está llenando de huecos la casa, a todas les está pasando lo mismo. La verdad es que todos nos discriminan pero nosotros no vivimos acá porque queremos. Nos gustaría tener nuestra propia casa”, indicó la joven.
En lo que se refiere a discriminación, María indicó que es algo con lo que deben lidiar a diario. “Somos conscientes de que las condiciones en las que vivimos no son las mejores pero no podemos tener problemas de salud porque las ambulancias no entran. Acá hay muchos chicos enfermos, embarazadas y ancianos. De parte de la policía no tenemos el mejor trato y el lugar es como cualquier otro lado: hay gente que hace las cosas bien y que hace las cosas mal”, sentenció Luna.
Conversaciones con la comuna
Más allá de que desde hace varios años los vecinos del asentamiento Castro están organizándose entre sí, recién el miércoles de esta semana mantuvieron una primera reunión con las autoridades del área de Vivienda de Guaymallén.
Fue María Luna, en calidad de presidenta de la unión vecinal, quien mantuvo la primera reunión en la comuna. “Fuimos porque no queremos seguir esperando y estamos asustados. Algunos vecinos tenemos órdenes de desalojo y no queremos quedarnos en la calle. Desarrollo Social ya está asistiéndonos, pero necesitamos saber qué hacer con el tema de vivienda”, indicó Luna.
Desde la comuna, en tanto, resaltaron que la de esta semana fue recién la primera de varias reuniones que mantendrán en búsqueda de una solución. Asimismo, llevaron tranquilidad a los vecinos al destacar que no se los desalojará del lugar y solicitaron que mantengan la estabilidad del asentamiento, puesto que ya tienen censadas y asisten periódicamente a las familias que allí viven.