Imagínate que tienes un minuto para que te cuente cómo es la vida sin Messi. Es horrible. Sesenta segundos que te gustaría borrar de tu mente. Ayer todos asistimos, sobretodo los culés, a imaginar una vida sin el mejor jugador del mundo. Debe ser similar a la vida cuando alguien que amas ya no está.
Así viven en Barcelona. Vislumbrando lo que será la vida sin ese que mejora la vida. Nada es lo mismo. Se acabó eso de confiar en que en cualquier momento llega la magia. Sin Lionel Andrés la vida es otra cosa. Se acabó eso de no merecer pero aún así conseguir. Al parecer eso es adictivo. Los aficionados del Barça están empezando a aclimatarse al futuro, a ese en el que Messi ya fue, a ese en el que el mejor ya no viste tus colores.
Nadie sabe qué será de los catalanes cuando el argentino mire desde el banco,y mucho menos desde la grada. Pero sin duda hoy todo parece un regreso al futuro, donde el Barça vuelve a ser un equipo más, uno más del montón, uno de esos que pierde contra el Sevilla. Seamos honestos, pues.
No importa el dinero que atesores. No importa que el año pasado fueras el mejor. No es una cuestión de cercanía. Es una cuestión de protagonismo. Y si el “prota” no sale en la película, sólo te quedan dos opciones. O aceptás que lo mejor ya pasó, o aceptás que un día de estos volverá. Más vale que sea pronto, porque así la reválida es casi utópica.