La verdadera cuna de la Revolución Francesa

En 1788 Grenoble, una ciudad del sur francés, fue sede del “Día de las tejas”, levantamiento popular que muchos estudiosos consideran el inicio genuino del levantamiento posterior.

La verdadera cuna de la Revolución Francesa
La verdadera cuna de la Revolución Francesa

La historia viene y cuenta que la Revolución Francesa se inició en París, el 14 de julio de 1789, cuando una turba iracunda y harta de los desequilibrios, el autoritarismo y el penar, se hizo con la prisión de la Bastilla. Sin embargo, el sudeste del país habla de otra cosa. Dice que la verdadera cuna del movimiento que acabó con la monarquía y que cambió las bases políticas y sociales del mundo está en Grenoble. Una pequeña ciudad que poco más de un año antes de los acontecimientos de la capital, sirvió como escenario del acto de rebeldía elemental, el fuego que encendió la mecha de una bomba que explotaría casi 13 meses y una semana después. Lo llamaron “El Día de las Tejas”. Ni una pizca de metáfora lleva el nombre.

Un centro no tan sereno

En el Grenoble de hoy, la gente se pasea tranquila, rodeada de refinada arquitectura y elegancia general, con los Alpes que se adivinan al fondo ¿Quién pudiera imaginarse que justo aquí, en este mismo centro, urbano y sereno, un torbellino popular daría vida a la revolución que establecería los parámetros de la sociedad moderna? Porque eso fue lo que aconteció la tarde del 7 de junio de 1788, en los alrededores del mercado local. En un nuevo golpe sobre la mesa, el Rey Luis XVI había decidido cerrar los parlamentos provinciales (que ya venían muy desobedientes), incluido el de Grenoble (por entonces capital de la antigua provincia del Delfinado). Para ello envió al ejército, que ingresó al centro enfiladito, el cumplir la orden en la cabeza.

Pero el pueblo tenía otros planes. Se había cansado de los atropellos, en parte estimulados por una conciencia de clase muy fuerte, cuyo embrión podría encontrarse en la longeva tradición universitaria de la ciudad (la primera universidad local fue fundada en 1399). También el hambre colaboró en el trazado del suceso. Así las cosas, y cuando las tropas circulaban a la altura del Colegio de los Jesuitas, los sublevados comenzaron a lanzarles las tejas que arrancaban desde las mismas azoteas. Una lluvia en rojo, naranja y polvo que como un grito alocado caía sobre los soldados. Respondieron estos, y hubo muertes de uno y otro lado. La libertad del parlamento y los intelectuales que resistían adentro, salieron ilesos. La Revolución estaba en marcha.

A 7 kilómetros de Grenoble, perfumado por los aires de las montañas y un mantel de verde que es más francés que la baguette, se yergue el Castillo de Vizille. Construido a mediados del siglo XVI, sirvió como sede de las reuniones desarrolladas algunas semanas después del “Día de las Tejas”, y que serían conocidas como “Asamblea de Vizille”. Allí, unos 400 representantes de diferentes clases y estamentos sociales (la iglesia, los nobles y los ciudadanos comunes), sentaron los ideales de una nueva Francia. Paradigmas que luego se hicieron voz, oídos, ojos y manos, esparciéndose a lo largo y ancho del país, y del mundo.

Qué ver hoy

En Castillo de Vizille es una atracción en sí misma. Se trata de una fortaleza de notable apostura, las torres puntiagudas y el ambiente clásico, que también fuera residencia de verano de los presidentes de Francia durante buena parte del siglo XX. Está rodeada de un inmenso parque y pradera, con variedad de árboles, plantas, flores, un pequeño lago y animales como patos, garzas y ciervos deambulando por los secretos del delicado paisaje. Además, los jardines almacenan entre sus tesoros las ruinas de lo que fuera el antiguo Castillo de Roy (siglo X).

Con todo, es en el interior del  de Vizille dónde el viajero encuentra más motivos para impresionarse. Allí anida el famoso Museo de la Revolución Francesa. Un emprendimiento nacido en el año 1983, que acopia cantidad de elementos, documentos e información de aquella doble gesta histórica: “El Día de las Tejas” y la “Asamblea de Vizille”. También recoge una importante cantidad de pinturas, esculturas y otras obras de arte inspiradas en esas épocas que marcarían el inicio de la Edad Contemporánea.

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