La verdad que los K ocultan con malicia

La verdad que los K  ocultan con malicia

Breve reseña

En más de cinco meses de gobierno, los K se han encargado de instalar un nuevo relato falso: que todo lo que estamos viviendo es por obra y culpa de Macri. Sostienen que ellos son ajenos porque han dejado un país maravilloso y en crecimiento. Algunos argentinos, que no se instruyen ni buscan la verdad, empiezan a creer este relato.

Esta falsedad K es en buena medida por inacción de Macri, por no decir la verdad completa, no comunicar bien y no explicar didácticamente cuál es la situación. Y cuando Aranguren dice que si la nafta está cara la gente puede no comprarla, es un cachetazo al país que trabaja sacrificadamente todos los días. Lamento comprobar que lo que he dicho en mis últimos artículos se está dando en plenitud: Macri y algunos de sus colaboradores están perdiendo credibilidad y estimación positiva de la gente.

Intentaré decir lo que Macri no dice y denunciar a los K que aviesamente aprovechan para castigar injustamente una de las debilidades del Gobierno nacional.

Lo que han dejado 12 años de gobierno K

La corrupción escandalosa y lo que nos robaron a todos los argentinos lo están describiendo los medios que reciben sus fuentes de la realidad y de las actuaciones judiciales tardías. Cuando a los fanáticos y no tanto se les pregunta qué piensan de esta obscenidad, repiten: “Nadie es culpable hasta tanto no sea declarado tal por sentencia judicial. Los medios y la gente no pueden condenar según art. 18 de la Constitución”.

Esto no lo hacen para preservar a Báez ni a De Vido ni a Boudou ni a Jaime ni a tantos presuntos corruptos y ladrones. La defienden y excluyen a Cristina, para ellos una virgen inmaculada. La prohibición constitucional lo es para los jueces, pero para todos nosotros, que carecemos de potestad para juzgar, rige la libertad de expresión. Todos podemos decir lo que nos plazca, haciéndonos responsables de nuestras expresiones. Si nos referimos a los corruptos en potencial, “sería”, “podría”, “resultaría”, no violamos disposición alguna.

Tanto Néstor como Cristina estaban enamorados de John Maynard Keynes, fallecido en 1946, según el cual y en la interpretación K, el motor de la economía se concentra en el gasto público y en el consumo, con plena intervención del Estado. Filosóficamente se basaron en Antonio Gramsci, neocomunista fallecido en 1926 y en Ernesto Laclau, argentino populista y ardiente propulsor de los gobiernos “nacionales y populares” recientemente fallecido en Londres... ¡donde vivía!

Dijo Keynes (p. 20 de mi libro “Lecciones de Política Económica”, Ed. DIKE, 2004): “El gasto público es parte del gasto total y la presión impositiva, en la medida que aumenta, disminuye la inversión y el consumo. Como el pleno empleo es excepcional, si la inversión y el consumo provocan el desempleo, corresponde al Estado implementar una política de pleno empleo mediante el aumento del gasto público inclusive con déficit fiscal y a costo del endeudamiento financiero.

Sostuvo que el sistema de mercado libre o laissez faire (dejar hacer) de la Revolución Francesa, ha quedado obsoleto y el Estado debe intervenir activamente para estabilizar la economía y, de esta forma, aumentar el empleo y el consumo. Esto se logra, según Keynes, forzando los intereses a la baja de modo que aumente la inversión y el consumo”. De Keynes tomaron el gasto público con déficit fiscal y el consumo. No promocionaron la inversión, no se relacionaron con el mundo, no permitieron exportar ni importar, impusieron el cepo cambiario y llevaron el déficit fiscal a límites impensables. Se basaron también en Aldo Ferrer, “Vivir con lo nuestro” y la sustitución de importaciones. Así nos fue.

La situación durante 2015 era desesperante porque se habían agotado las fuentes de financiamiento estatales, únicas disponibles, y debían llegar como fuese al 10/12 y entregarle la bomba activada al nuevo gobierno. La base monetaria, por emisión sin respaldo, llegó a $ 510.000 millones, generadora de alta inflación durante los gobiernos de Cristina. Esta suma dividida por las reservas U$S 25.000 millones (en realidad

U$S 7.000 millones en efectivo, lo demás letras y bonos del Tesoro Nacional) daba un dólar real de $ 20,4 que los K mantenían falsamente en $ 9,70 para no devaluar y producir otro desastre. El déficit fiscal era 7% del PBI, o sea U$S 36.260 millones o $ 351.722 millones, todo negativo; una enormidad. Además, una inflación del 700% en los últimos 8 años más la corrupción y las coimas perjudicando al país en miles de millones de dólares. La contundencia de los números nos obliga a sostener que para volver a la normalidad se requieren varios años. El país era como una persona quemada en un 80% con pocas posibilidades de sobrevivir, pero vivió.

La restitución de la piel y el enorme daño a los órganos internos puede durar varios años y, aún así, quedan secuelas muy graves. Pues bien, la Argentina terminó quemada por los K en un 80% y necesita restablecerse en varios años. Los K, autores de este desastre, exigen cínicamente que las soluciones totales se produzcan en 5 meses, imposible de lograr. Hoy, como dato esperanzador, tomando el déficit indicado y los U$S 35.000 millones de reserva, el dólar vale $ 14,50 que es lo que corresponde.

Los ajustes son durísimos pero necesarios. Macri debe proteger a los humildes, a los pobres y a los indigentes y hacerlo ya, para llegar a la reactivación que está allí, porque no hay otro camino.

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