Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
La economía de Mendoza tiene varias particularidades. Por un lado, el mayor crecimiento de los últimos años estuvo vinculado al sector de Comercio, Restaurantes y Hoteles, que hoy son las actividades que más participan en el Producto Bruto Geográfico (PBG) provincial. Estos sectores incluyen toda la actividad comercial vinculada al consumo interno, pero también la que proviene del turismo.
Sin embargo, casi toda la atención está más vinculada a otros sectores como los agrícolas, agroindustriales, metalmecánico, que son sectores muy sensibles a la competitividad del tipo de cambio. Cuando este es favorable, la actividad se recupera a gran velocidad, pero cuando no los es sufre rápidas caídas. El único que suele mantenerse más estable es el vinculado al petróleo, ya sea en cuanto a producción como en refinación.
El primero de los sectores, que representa el 25% del PBG, es, además, el que genera la mayor cantidad de empleos, aunque los niveles salariales son de tipo medio. Los sectores de la agroindustria tienen salarios más bajos, mientras que el sector petrolero tiene menos empleo pero con más requerimientos técnicos y mayores salarios.
Otro sector que puede ser dinámico es el de la construcción. Y en este caso, su importancia depende de la capacidad de ahorro y de la disponibilidad de créditos. Es el más crítico en materia de ocupación territorial. Sin un límite racional, puede terminar invadiendo la parte más importante de los oasis productivos.
El impacto de la crisis
La economía argentina pasó de un peso híper revaluado, en los fines de la convertibilidad a otro híper devaluado entre 2002 y 2007. Entre 2007 y 2011 estuvo en niveles intermedios y desde 2011 hasta la actualidad el peso volvió a revaluarse, tanto que algunos calculan que el nivel relativo es igual o peor al de la convertibilidad.
La razón de la variación de la competitividad estuvo dada por dos factores. En una primera etapa y hasta 2014 fue la inflación el factor fundamental, pero desde ese año hasta hora el otro factor que se sumó fue la revaluación del dólar en el mercado internacional, que generó una caída de los precios de las materias primas y de casi todos los productos en general.
Esto hace que el atraso cambiario sea mucho mayor que la desactualización por inflación ya que con el segundo proceso hay monedas que se han devaluado hasta un 75% (real de Brasil) o el 50% (peso chileno) o un 30% (euro).
Con esto quiero aclarar que cualquiera fuese la actualización del tipo de cambio que haga el próximo presidente, la situación competitiva será distinta según el país del que se trate y, además, dependerá de la velocidad con la que se pueda hacer caer la inflación hasta los niveles internacionales.
Esto significa que, más allá del nivel que pueda tomar la paridad cambiaria al comienzo, no deberemos extrañarnos de nuevos movimientos. En unos casos, acompañados por el ritmo inflacionario y, en otros, por una eventual suba de las tasas de interés en EEUU que podría producirse en diciembre o en mayo próximo a más tardar.
Por efecto de la crisis de competitividad, la economía de Mendoza enfrenta una situación similar a la de la Argentina, es decir, estancamiento, inflación y la imposibilidad de exportar por aumentos de costos en dólares. Por otra parte, el costo del financiamiento empresario se ha hecho casi prohibitivo por la política del Banco Central, a pesar de estar en una economía en la que sobran pesos y faltan dólares.
La imposibilidad de exportar ha generado un efecto de sobreproducción afectando los precios de los productos primarios mientras que la inflación ha encarecido lo sistemas productivos tanto primario como en la faz industrial. Esta caída de los precios afectó a grandes sectores y el menor valor de los productos se ve reflejado tanto en la crisis de empleo como en la recaudación impositiva provincial.
Los caminos a recorrer
Es indudable que el futuro de la economía provincia dependerá del nivel de corrección del tipo de cambio y de la capacidad de contención de la inflación que pueda tener el próximo gobierno. Igualmente, la tasa de interés será fundamental para apalancar el sistema productivo así como la actividad de la construcción, que la tiene como un insumo crítico.
Pero hay que tener en cuenta que el crecimiento vegetativo de la población exige a todos los actores pensar en un sistema productivo que pueda alcanzar a una gran cantidad de personas. Y ahí vamos a encontrar una limitación que no es menor y es la calidad de la oferta de mano de obra.
Si la economía se recupera debe pensar en mayor incorporación de tecnología y para esto necesita contar con una masa crítica de empleados potenciales para operar con ellas, y esto dependerá de los niveles de eficiencia que pueda adquirir el sistema educativo para darles condiciones de empleabilidad a los jóvenes que egresen de escuelas secundarias o terciarios.
De la misma forma, tanto empresarios, como sindicatos y gobierno deberá procurar mejorar los niveles de capacitación de quienes hoy están en el mercado laboral y pueden correr el riesgo de no poder insertarse si se da este proceso de mejora tecnológica.
El futuro pinta promisorio pero no de éxitos inmediatos. Es posible que 2016 sea un año de transición y va a requerir paciencia, firmeza y objetivos muy claros, porque la única posibilidad de avanzar es haciendo crecer la economía, la única forma para que sea inclusiva.