Aunque no está del todo claro el cómo, lo que sí es seguro es que el Gobierno no se da por vencido e intentará la semana que viene retomar el ansiado proyecto de reforma de la Suprema Corte de Justicia.
“Tengan fe en nosotros”, resumió el presidente del bloque radical, César Biffi, al finalizar la sesión de ayer en la que se llevaron una tarea a casa: seguir con las conversaciones para tratar de revertir un voto negativo y destrabar la sanción.
Si bien no hay muchas posibilidades en este sentido, en el radicalismo siguen apostando a que alguno de los dos aliados que adelantaron el voto negativo (Marcos Niven, del PD, y Guillermo Pereyra, del Frente Renovador) cambie de opinión o que alguien del PJ acceda a acompañar.
Pero también hay otra posibilidad que en la oposición ven como un “peligro”. De faltar algún diputado del PJ, del FIT o de los díscolos a alguna sesión hasta que se trate el proyecto, el radicalismo tendría la posibilidad de proponer el debate y convertir en ley el proyecto que ya cuenta con sanción del Senado.
“De aquí en adelante podría aparecer un despacho y la falta de alguno de nosotros posibilitaría el tratamiento”, advirtió el diputado Jorge Tanús (PJ).
En este sentido, de faltar uno solo de los 25 que adelantaron su voto en contra, el radicalismo quedaría en condición de avanzar con la discusión y sancionar el proyecto, siempre y cuando se firme primero el despacho.
En la sesión de ayer, el PJ intentó avanzar con el tratamiento con un despacho en minoría que sus diputados firmaron el martes en LAC. La intención era someter a votación el proyecto sabiendo que iba a ser rechazado por la mayoría y sería archivado, al menos hasta el 1 de mayo de 2018.
Pero la UCR frenó esa intención por considerar que ese despacho no habilitaba la discusión. Tras un cuarto intermedio, el PJ dio por perdida su jugada y pidió a cambio que el radicalismo ponga fecha para el tratamiento.
En torno a la nueva fecha, el radicalismo no dio precisiones pero sí aseguró que el martes que viene retomará la discusión en LAC, en donde el proyecto está frenado con un cuarto intermedio por una semana.
Lo que viene
El radicalismo tiene la misión de seguir insistiendo con los díscolos o apelar a alguna sorpresa de último momento en el PJ. En este sentido, si bien el bloque opositor ya se expresó en contra del proyecto, el oficialismo no descartó que puedan encontrar a algún aliado.
Las conversaciones para lograr acuerdo también continuarán con Niven. Según Biffi, estarán atentos a las posibles “mejoras” que sugiera el demócrata aunque con un límite claro: la ampliación es innegociable.
El problema es que todos los aportes que tiene Niven apuntan a mejorar el funcionamiento de la Justicia evitando agrandar el tribunal. "Entendemos que una ampliación de la Suprema Corte alimenta la sospecha de que se está buscando una mayoría propia", señaló el demócrata.
Una brecha que se abre entre estos dos posicionamientos está en un proyecto de Niven que condiciona los nombramientos en los cargos clave.
El demócrata propuso, hace un tiempo y sin éxito, una iniciativa contra el nepotismo en el Estado. En el artículo 6 establece que no se podrán nombrar como ministros de la Corte o encargados de los organismos de control a personas que en los últimos cuatro años hayan desempeñado un cargo público, electivo o no.
Esta idea no es del todo descartada ni del todo aceptada por Biffi. “Nosotros vamos a ver en qué términos se puede condicionar a los futuros miembros. Mi concepto es que tienen que ser miembros prestigiosos pero también comprometidos con el sistema político, porque la Suprema Corte también gobierna”, justificó el radical lo que a priori parece una negativa al límite pretendido por Niven.
Por su parte, el único diputado del Pro, Pablo Priore, dio a entender que podría acompañar la iniciativa, algo que puso en duda el martes.
“Los funcionarios del Gobierno fueron a nuestro partido a explicar los alcances del proyecto. Mi impresión es que una gran parte de los que no están de acuerdo con que el Pro acompañe el proyecto, hoy estarían pensando en cambiar de posición”, adelantó el diputado y dijo que esperará un dictamen de la Fundación Pensar para confirmar su postura.
Por último, Pereyra ratificó que no cambiará su voto negativo, más allá de que reconoce que hay intentos de acercamiento por parte del radicalismo.