Ayer, por el tren de las 7 y 40, regresó de la cordillera el ingeniero don Jorge Newbery.
Viene, como lo hemos anunciado ya, de estudiar los vientos en la cumbre y hacer otras observaciones con que ha conceptuado necesario complementar sus anteriores estudios á fin de intentar la grandiosa hazaña de cruzar la Cordillera de los Andes.
Creímos nuestro deber entrevistarle y fuimos á verle anoche para recoger sus impresiones.
Al primer golpe de vista se advierte en su rostro la acción de los vientos helados de la cumbre que le han azotado durante estos últimos días mientras practicaba sus experiencias y observaciones. La fisonomía, algo demudada, conserva, sin embargo, indelebles sus rasgos enérgicos.
Empezamos por pedirle que nos diera su última impresión, la que ha recibido durante su estadía en la cordillera, y nos la manifestó sin mayores rodeos.
Reconoce las dificultades de la empresa, los enormes obstáculos que se oponen al vuelo de un ave mecánica en aquellas alturas y latitudes, pero es sinceramente optimista. Tiene grandes esperanzas en el éxito de la empresa, cuyos detalles ha estudiado con verdadero ahínco y hasta con cariño, si cabe el concepto. Sin embargo, por modestia, no quiere dar mayores detalles; conceptúa que pudieran interpretarse, saliendo él mismo, como un reclamo que desea eludir.
-¿Dónde se elevará? —le preguntamos.
-No tengo nada resuelto de manera definitiva á ese respecto -nos contestó-, pero si el sitio es apropiado, como podré constatarlo en una visita que haré mañana, posiblemente me elevaré en Los Tamarindos, desde donde me sería más fácil ir tomando paulatinamente altura mientras vuelo hacia el oeste hasta alcanzar los cinco mil metros á que necesito llegar para efectuar la travesía, elevación que calculo poder alcanzar en media hora de vuelo. En caso de que por las circunstancias especiales no me conviniese “decolar” en Los Tamarindos, empezaría la prueba en Uspallata, que se encuentra á 1.750 metros sobre el nivel del mar.
-¿Y dónde piensa efectuarse el "aterrizaje"?
-Mi propósito es hacerlo en Santiago mismo.
-Pero en caso de desperfectos en el motor y otros inconvenientes análogos, ¿encontraría en el camino lugar apropiado para "aterrizar"?
-Difícilmente. En el caso ó los casos á que usted se refiere, la única probabilidad de salvación sería descender en algún cajón de las montañas y tratar, pocos metros antes de tocar el suelo y mediante una maniobra rápida, que el aparato no se precipite de frente, como en un aterrizaje vulgar, sino que toque el suelo con la parte trasera, empinado como para emprender de nuevo el vuelo. La probabilidad remotísima de poder efectuar con éxito esta maniobra es la única esperanza que me restaría de no perecer en caso de que se haga imprescindible un descenso.
-¿Qué aparato utilizará en la travesía?
-Un “Morane Saulnier”, de 80 HP, pero que mediante una modificación que le he introducido en el motor puedo desarrollar hasta 95 y queda convertido en aparato especial para alcanzar grandes alturas. Es exactamente el mismo aparato que tiene Fels, con la sola diferencia de la variante referida. Con el objeto de transportar á ésta mi aparato mañana salgo para Buenos Aires y dentro de unos diez días estaré de vuelta para intentar la empresa.
-Las autoridades de la provincia -le preguntamos también-, ¿le han ofrecido ya su concurso?
-Inmediatamente de mi llegada. La jefatura de policía me ha propuesto escalonar á lo largo de mi itinerario el escuadrón de seguridad para prestarme auxilio en caso necesario, pero no he querido aceptar el ofrecimiento porque no puedo asegurar la fecha de mi partida. La intentaré cuantas veces crea necesario hasta que las circunstancias me parezcan propicias y en esto pueden transcurrir muchos días.
-¿Y los riesgos de la empresa, señor Newbery?
Nuestro interlocutor se limitó a sonreír.
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Hoy efectuará Fels en Los Tamarindos, á las cinco de la tarde, varios vuelos con pasajeros ante un grupo de amigos y que serán los últimos que efectúe en Mendoza.
Se nos ha informado que el joven piloto intentará en uno de dichos vuelos batir el récord sudamericano de altura con pasajero, detentado hasta ahora por Newbery con 1.970 metros de altura.
Fels llevará como pasajero en esta prueba al aviador Jiménez Lastra, el mismo que condujo Newbery, y usará igualmente idéntico aparato, es decir, un “Morane Saulnier”, 80 HP.
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Anoche concurrió Newbery, acompañado por Fels á la función que se daba en el teatro de Verano. Apercibido el público de su presencia, le tributó al salir una entusiasta ovación.