El plan de obras que planteó Alfredo Cornejo dejó al peronismo en una encerrona: si accede a autorizar el endeudamiento en la Legislatura, el rédito final será para el Gobernador y su candidato a sucederlo, Rodolfo Suárez. Y si se niega dar los votos y los cuatro proyectos se caen, el rédito también será para Cornejo y Suárez.
La conducción compartida del PJ, expresada ahora por la candidata a gobernadora Anabel Fernández Sagasti y los cinco intendentes, entendió esta situación ayer a la mañana, cuando detectó que la negativa a tomar deuda que habían acordado la noche anterior sería percibida por los mendocinos como un freno al progreso.
En la competencia de “relatos” claramente perdieron: el discurso oficialista focalizado en la importancia de las obras se impuso a la intención peronista de que la deuda fuera el eje del debate.
Por eso, la cúpula del peronismo decidió cambiar, antes de la conferencia de prensa, el contenido del anuncio y buscó salir “por el medio”. El “no, hasta que pasen las elecciones”, confirmado la noche anterior por uno de los protagonistas del cónclave, se transformó en un “ni”: se van a tomar todo el tiempo necesario para estudiar proyecto por proyecto.
Eso garantiza un nuevo choque. El objetivo de Cornejo es tener aprobado el endeudamiento antes del receso legislativo de julio, que paralizará ambas cámaras dos semanas. Pero ese estudio "pormenorizado" que promete el PJ, sin plazo comunicado, puede presuponerse que tal vez se extenderá hasta después del 29 de setiembre.
Fernández Sagasti difícilmente podría explicar a los votantes, cuando reinicie la campaña, que se opuso a obras clave para el Gran Mendoza, el Valle de Uco y el Este. Y tampoco quiere ver cómo su rival Suárez junta votos con los proyectos que deberá ejecutar el ganador de las próximas elecciones.