La Argentina destina a Defensa Nacional sólo 0,9% de su PBI. Es el porcentaje más bajo de América del Sur, cuyo promedio de gasto en defensa es 1,6% del PBI. El mundial está en 3%. Sobre este 0,9% el 85% se destina a retiros y salarios, 12% a funcionamiento (combustible, alimentación, etc.) y queda sólo 3% para reequipamiento. Esto se traduce en algo muy concreto: el 90% del equipamiento de las Fuerzas Armadas argentinas, tiene entre 30 y 50 años de antigüedad. Si tomamos el caso del submarino San Juan, se incorporó a la Armada hace 32 años y era uno de los buques más modernos. El nivel de accidentes en las tres Fuerzas, ha estado por encima de lo normal y ello ha tenido que ver con la antigüedad del material y la limitación de recursos para mantenimiento y adiestramiento. Pero es un problema que lleva más de tres décadas y no se ha originado en este gobierno, siendo consecuencia de una visión anti-militarismo que surgió en el mundo político tras el último golpe militar y por la falta de prioridad o urgencia, del tema militar en las últimas décadas..
Algunos de los familiares criticaron tanto al gobierno como a la Armada. Pero fueron los menos hasta ahora, aunque seguramente la tensión va a aumentar si la tragedia tiene un mal desenlace. La investigación sobre el caso está en manos de la jueza federal de Caleta Olivia, a cuyas actuaciones se agregarán el sumario que realiza el Ministerio de Defensa y el que hace la Armada. Se investigará incluso la modernización del submarino que tuvo lugar entre 2010 y 2014. Mientras esta investigación no arribe a conclusiones concretas sobre responsabilidades, no pueden adjudicarse.
La crisis ha sido un "imponderable" que irrumpió en forma imprevista y con el transcurrir de los días ha ido ganando espacio mediático e interés en la opinión publica. Es posible que siga siendo así o más durante las dos próximas semanas, dado que aún con un mal desenlace, el rescate del submarino llevará tiempo. La semana pasada, la gran cuestión era el éxito político del gobierno al haber logrado negociar y acordar con éxito, las reformas previsional, tributaria y laboral, con los gobernadores y los sindicatos. Pero el rédito político fue efímero, porque la crisis política lo hizo durar sólo 48 horas.
Para el gobierno es un hecho negativo por dicha razón. Macri -con reflejos rápidos- visitó antes a los familiares que a las autoridades de la Armada.
En cuanto al ministro de Defensa, le tocó una crisis de gran envergadura a los pocos meses de asumir el cargo. Pero las consecuencias políticas concretas recién se conocerán en los próximos días a partir de que se encuentre el submarino. El gobierno debería evitar intentos de trasladar culpas o responsabilidades entre la Casa Rosada, el Ministerio de Defensa y la Armada. Si lo hacen, corren el riesgo de perder todos. Antes del episodio del submarino, el gobierno tenía previsto cambiar los jefes de las tres Fuerzas Armadas, que cumplían dos años en los respectivos cargos. Seguramente el cambio se concretará, aunque la decisión era previa y no tenía relación con lo que sucedió. En lo que hace al ministro, no creo probable que esté en juego su permanencia en el cargo, pienso que Macri lo sostendrá.
En cuanto a por qué el caso Maldonado tuvo mayor nivel de movilización social que la tragedia del submarino, es porque el primero se enmarcó en la llamada "grieta" entre el kirchnerismo y el anti-kirchnerismo y no ha sucedido lo mismo ahora. Quienes estaban en oposición a Macri se movilizaron por Maldonado y no lo hacen por el submarino. Además, es claro que una vez pasada la elección y bajando la politización, el interés por este caso también disminuyó. El tema del submarino no está politizado ni ideologizado, como sucedía con Maldonado.
A medida que transcurre se limita la esperanza.
Pero más allá del dolor, la cuestión será si la tragedia plantea el necesario debate sobre la reforma militar, que es una gran asignatura pendiente, desde antes que llegara Macri.