El animal que más se trafica en la Argentina es la tortuga y está en peligro de extinción

Según Fauna Silvestre, esta actividad ilegal es el tercer negocio más rentable en el mundo. Mueve anualmente 180 mil millones de dólares.

El animal que más se trafica en la Argentina es la tortuga y está en peligro de extinción

La tortuga terrestre encabeza el triste ranking de los animales más traficados ilegalmente en la Argentina, una actividad que a nivel global mueve 180.000 millones de dólares por año y constituye el "el tercer negocio a nivel mundial", según informaron desde la Dirección de Fauna Silvestre, por la conmemoración del Día del Animal, el 29 de abril.

Le siguen el loro labrador, el tucán, el flamenco, los monos, y las pequeñas aves "Rey del Bosque" y "Siete Cuchillos", como dan cuenta los procedimientos que, entre 2012 y 2014, arrojaron un total de 8.000 animales decomisados, según informó la Fundación Temaikén en base a datos de esa dependencia del Ministerio de Ambiente.

Sin embargo, la cifra es mucho mayor ya que las provincias también decomisan y no existe una estadística a nivel nacional, mientras "la problemática del tráfico ilegal va creciendo y mutando de lo que eran las bocas de expendio tradicionales, porque se vende más a través de las redes sociales y la web", explicó Ricardo Negreira, coordinador de Fiscalización de la Dirección de Fauna Silvestre.

"El tráfico ilegal crece a través de inrnet", dijo el coordinador de Fiscalización de la Dirección de Fauna Silvestre.

"El tráfico de animales es el tercer negocio a nivel mundial", aseguró el experto, en línea con el Fondo Mundial para la Naturaleza, que calcula que esta actividad ilegal mueve más de 180.000 millones de dólares por año y solo es menos rentable que la venta de armas y drogas. Negrerira explicó que es muy difícil saber cuánto dinero hay en juego en el tráfico de animales en Argentina "porque como las especies no tienen valor de mercado, el valor se los da la demanda".

Del otro lado del negocio, las consecuencias son desastrosas: de cada 10 ejemplares capturados para su venta ilegal, sólo 1 sobrevive.

"Muchos animales se mueren en la captura o en el cautiverio para llegar a destino. Por ejemplo, muchas veces hay que matar a todo el grupo familiar de un mono para cazar un monito vivo", ya que los monos grandes no se adaptan al cautiverio, relató el funcionario.

La coordinadora de Programas de Conservación de Especies Amenazadas de Temaikén, Paula González, explicó que el 80 por ciento de los animales que se trafican en el país son autóctonos, y que la mayoría de ellos proviene de las provincias del norte, como Santiago del Estero, Chaco, Misiones y Formosa.

Además, "muchos ingresan por el norte pero provienen de Paraguay y de Brasil", transportados por vías terrestres de las más variadas formas: "desde cajas hasta termos, donde se suelen esconder las crías de los monos carayá", explicó la bióloga.

Más allá de Internet, los ejemplares suelen venderse en ferias como la de Pompeya o Domínico, aunque también en las tiendas de mascotas.

El tráfico también tiene como destino la exportación: "Se venden las pieles para taxidermia, se venden animales para ornamentales o porque simplemente quieren tenerlos gente excéntrica porque están en peligro de extinción. Es puro egoísmo", sostuvo Negreira.

Actualmente 104 especies autóctonas están en riesgo de extinción, entre ellas el Huemul, los cauquenes, el yaguareté, y la tortuga.

Además del tráfico ilegal, la pesca ilegal y la caza furtiva, entre las principales amenazas figuran la deforestación, las obras con impacto ambiental, la contaminación, el avance de la frontera agropecuaria y la introducción de especies exóticas, explicaron desde el Ministerio de Ambiente.

"Nosotros siempre vamos un paso atrás (de los traficantes), ellos siempre son más que nosotros; tienen más recursos, que financian con la cantidad de dinero que ganan", afirmó Negreira, quien aclaró que "no estamos hablando de confort animal sino de respeto por la vida".

"La problemática se subestima muchísimo porque siempre hablamos de la cifra que se decomisa, que es sólo una parte mínima del tráfico. El problema es mucho mayor de lo que podemos ver", coincidió González, quien consideró que "está en las manos de la gente reducir esta problemática".

Luego del decomiso, la mayoría de los animales no sobrevive, pese a que existen varias instituciones en el país que rehabilitan a los animales e intentan su liberación, como la Fundación Temaikén, que desde 2004 rehabilitó 7.300 animales en su Centro de Recuperación de Especies, y logró liberar 3.000 ejemplares.

"Cada liberación implica un trabajo previo de extremo cuidado para que el animal pueda regresar a la vida silvestre. Muchas veces, cuando recibimos ejemplares que fueron víctimas del tráfico ilegal, y que han sido mantenidos como mascotas mucho tiempo, no podemos regresarlos a la vida silvestre porque adquieren una dependencia muy fuerte con el ser humano", explicó Carina Righi, responsable de Conservación e Investigación de la Fundación.

Y concluyó: "Están acostumbrados a acercarse a las personas para recibir comida y esto les impide tener conductas adecuadas para sobrevivir en la naturaleza nuevamente".

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