Aunque el vacío de gran parte de los galpones, testigos de épocas de esplendor en donde el ritmo de trabajo en tres turnos de más de 400 operarios era incesante, parece desmentirlo, un grupo de 30 socios y trabajadores que supieron atravesar años de desinversión y abandono que terminó en la desaparición de la ex Industrias Matas, empiezan a poner de pie la planta de procesamiento y deshidratado de Guaymallén.
Son el alma de Cooperativa de Trabajo La Terre, la reencarnación de la fábrica que supo exportar ajo deshidratado y otras especias a una veintena de países y ahora, de a poco, recupera clientes del casi desaparecido mercado interno víctima de la quiebra y proyecta, desde fines de 2018, hacer lo propio con el comercio exterior.
Pese a un futuro de subsistencia al que se aferran denodadamente pero la Justicia no le asegura, los ex compañeros de Matas, hoy socios de La Terre, sólo piensan en producir y vender para demostrar que se puede. Al frente de ellos está Daniel Sauretti, un presidente que se arremanga y está en todo, lejos de un escritorio.
Este año esperan para mayo tener unos 500 mil kilos de ajo procesado en la planta y comenzar a exportar.
Que no ha sido fácil, admite Sauretti, mientras va y viene. Lo acompañan Horacio Campos (33), ingeniero industrial y Gonzalo Bonino (32), que desembarcaron en la planta desde el programa Cambio Rural 2 de INTA para ayudar en la organización administrativo-comercial del nuevo esquema. “Nuestros ángeles”, los llama una compañera al pasar, en referencia a los logros desde su llegada.
Pero no están solos. Son 6 los técnicos que se incorporaron para profesionalizar el trabajo de La Terre, un equipo que completan José Araujo (normativa de calidad), Nicolás Sabina (control de procesos), Daniel Segretti (análisis y microbiología) y Germán Horn (área agrícola).
Bonnino, técnico en Alimentos y conocedor de maquinaria metalúrgica por su experiencia en una firma familiar, va a lo concreto para repasar los cambios. Un plan para recuperar capacidad fabril que comenzó a un 10% y cerrará 2018 con números más auspiciosos, a partir del hecho de que “hoy todo funciona al 50% de la capacidad, pero el objetivo es llegar a pleno con 150 personas trabajando”.
La única de Argentina
Campos, que acaba de completar su tesis de grado en base a la experiencia de la cooperativa en la que empezó como pasante, remarca que “el año pasado fueron 7 meses, ahora prevemos que la planta trabaje once porque después del ajo, de mayo a noviembre será el turno de la espinaca. Hubo un crecimiento sostenido”.
El año cero para el recupero de producción fue 2015: de los 450 kilos de ajo fresco por hora, hoy la planta está en 1.200. La temporada 2018 cerrará en mayo con 500 mil kilos procesados.
Haber trabajado apenas 1 mes y medio completo en 2016 ahora parece lejano, tanto como el robo de más de 2 toneladas de ajo de un predio con un perímetro inseguro dentro del cual, aún así, los trabajadores y los profesionales del INTA se encargaban de refuncionalizar la maquinaria que llevaba años sin mantenimiento.
“Poner a nuevo la línea de secado de ajo nos costaba más de un millón de dólares. Gracias a la reingeniería que hicimos terminamos gastando un millón, pero de pesos”, compara Bonnino, frente a la máquina de la que se reemplazó el control manual por tableros electrónicos.
Con ingresos todavía escasos para reinvertir, en parte el logro se nutrió con subsidios y la capacitación en la Escuela de Liderazgo y Gestión para empresas recuperadas que funciona en las viejas oficinas coordinada por el Centro de Estudios en Economía de la UNC y el municipio de Guaymallén.
Además, Sauretti y los suyos saben que la red comercial sería imposible sin un acuerdo de abastecimiento que comenzó con el aporte del sancarlino Omar Cepeda y busca extenderse a un grupo de productores del cinturón agrícola de Guaymallén (La Primavera y Corralitos) cercanos a la fábrica, que les garantizó 1,5 millón de kilos.
“Muchos vinieron llorando porque en un mercado saturado no tenían precio y le iban a pasar la rastra a los surcos. Nosotros les aseguramos otro destino con el consumo en fresco”, repasa el titular de La Terre. El programa agrícola es preciso: llegar al ciclo 2019/20 con 130 hectáreas productivas y 3 turnos para procesar 4 millones de kilos de producto fresco.
Detrás hubo, según explican los responsables, un trabajo de innovación y eficiencia energética que acompañó los procesos para revertir casi 15 años de abandono. La Terre venía de cortes de suministro de gas y electricidad que había complicado la tarea incipiente los 2 años anteriores y en 2017 logró "bajar 60% el consumo de gas por kilo de producto seco y duplicar la capacidad de alimentación del horno. Aun así las facturas se hacen pesadas", según explica Bonnino, con una boleta de $138 mil en la mano, casi cuatro veces el costo del insumo dos años atrás.
Sin embargo, tienen un motivo para enorgullecerse y seguir. “Estamos en la única planta de deshidratado que queda en Argentina”, destacan, más allá de planificar y sacar cuentas.
Innovación para llegar a mayoristas y exportar
Gualtieri (Pastas La Italiana) y Molinos Cañuelas, dos de las mayores productoras de pastas secas y frescas del país, además de La Virginia y Don Yeyo.
Una lista inicial que está abierta al ajo deshidratado, espinaca y zapallo producidos por la cooperativa. Alguna vez compradores de productos de Matas, ahora le dicen que sí a los actuales trabajadores-socios.
La Italiana y Cañuelas, como reseña Bonnino, dieron el puntapié inicial con órdenes de compra por casi 25 toneladas de espinaca en total. A eso le siguió otro acuerdo con 3 de los principales revendedores al por mayor de frescos, congelados e insumos de comidas rápidas a nivel nacional, junto a condimentos frescos (Indupast, Saborigal y Mandy).
La primera temporada había dejado 500 toneladas de fresco provenientes de 20 hectáreas cultivadas, y 48 de deshidratado de espinaca. Ya en el último año sumó otro trato comercial para colocar otras 3 toneladas mensuales del vegetal procesado en escamas, a esa altura su punta de lanza.
El próximo blanco es el rubro mayorista y, a la par, ampliar la línea de productos con papa y derivados, al estilo del puré instantáneo. “La idea es armar una sala de fraccionamiento para poder envasar productos por medio y un kilo, tanto de mezcla de deshidratados como sopas instantáneas, en principio para algunas cadenas. Arrancamos con un piloto para provenzal y condimentos; llegar a la venta directa al público llevará más tiempo”, describe Campos, que junto a Bonnino anticipan que el próximo paso es rehabilitar otra nave para pulpa de fruta concentrada (insumo de barras de cereal) y zapallo, con destino a alimentos infantiles, con un sistema capaz de tratar hasta 400 kilos/hora.
Entre la deuda del Gobierno y una sentencia de remate apelada
Sobre el cielo de un presente auspicioso y un futuro prometedor se ciernen nubarrones que los socios de La Terre esperan despejar antes de la tormenta.
Es que, por un lado, sigue acumulándose una deuda por el pago del canon que el Gobierno, una vez más, promete cancelar pronto, aunque lo más grave es que la jueza de la quiebra, Gloria Cortés, dispuso la subasta con la planta en funcionamiento y explotación, sentencia apelada que deja un final abierto.
El temor de la cooperativa es que la quiebra lo tome como causal para propiciar la liquidación de la fábrica, alejándoles a los trabajadores la posibilidad de una oferta de compra. Cabe recordar que actualmente utilizan el predio a partir de un “uso temporario” hasta el año 2022.
“Nos recibió el ministro y prometió que iban a cancelar todo lo adeudado. Pero hasta ahora nada”, repasa un preocupado Sauretti, al mismo tiempo confiado en que, si progresa el plan de negocios a 4 años de la cooperativa “estaríamos en condiciones de hacer una oferta de compra de la planta, aunque sabemos que el tema pasa por la Justicia y los acreedores de la quiebra”.
De acuerdo a Carlos Ferro, el abogado que patrocina a La Terre, la falta de pago del canon de uso “es uno de los aspectos que la juez señala como de incumplimiento. La cooperativa no tiene injerencia directa en la determinación del canon como tampoco en el pago a la quiebra, pero ese monto puede ser utilizado en la subasta para compensar sus créditos laborales y adquirir el establecimiento”.
En lo que respecta a la subasta, Ferro precisa que la sentencia de remate de la fábrica "no esta firme pues fue apelada, y rechazada la apelación se interpuso un recurso directo".
Mientras tanto, el plan comercial a 2020 elaborado por La Terre ya está en conocimiento de la subsecretaría de Industria y Comercio que conduce Guillermo Cruz. "La intención del Gobierno es acompañarlos en el proceso y buscar una solución, porque sabemos que ha mejorado muchísimo su nivel de producción y capacidad de incubación de emprendedores", asegura Guillermo Navarro, director de Innovación Tecnológica.
De operario a presidente: una historia de vida ligada al trabajo
Para Daniel Sauretti la vida da muchas vueltas. De sus 48 años, 35 los pasó en Industrias Matas. “Entré a los 13 y me tocaron distintas épocas. Pude ver esto (señala el interior de una nave) lleno de gente trabajando, casi 200 personas, en tres turnos”.
¿Alguna vez pensó estar al frente de todo?. “No, la verdad que no”, reconoce, “empecé como operario y con el tiempo fui jefe de turno y de planta.
Pero nunca imaginé estar en el lugar que tengo hoy".
Cronología
1940: Nace Industrias J. Matas con elaboración de aceites esenciales.
1963: Inaugura la división deshidratados, con una nueva planta de procesamiento de vegetales.
1992: Adquiere un horno deshidratador continuo más una línea de secado a tambor. Matas se convierte en la planta con mayor capacidad de secado de América Latina.
1995: Con 7.500 toneladas anuales, pasa a ser el mayor productor de deshidratados de Latam. Sus productos llegan a 40 países entre Mercosur, América del Norte, Europa y Asia.
2001: Las deudas con proveedores y bancos empujan a Matas SCA al default.
2005: Se presenta en concurso de acreedores.
2010: Imputan a Jaques Matas por intentar torcer el concurso en su favor, a partir de un préstamo impago de u$s 10 millones al Banco Santander.
2013: Con Industrias Matas al borde de la quiebra, se forma Cooperativa de Trabajo La Terre.
2014-abril: La Justicia declara la quiebra de la SCA Matas. Se designa depositario judicial a La Terre, aunque la planta se queda sin suministro de gas natural.
2014-mayo: Para la sindicatura, la cooperativa no puede gestionar eficientemente la fábrica, y la jueza dispone la venta del inmueble en bloques.
2014- agosto: el Gobierno provincial declara de Utilidad Pública la "ocupación temporaria" de la planta (ley 8708).
2015: el Ejecutivo decreta un subsidio de $1,5 millón para reactivarla, pero sólo se paga un 50%.
2016: La Terre "debuta" con una primera producción de cebolla y espinaca deshidratada, y la segunda parte del subsidio.